LA TRASLACIÓN DE SANTIAGO, APÓSTOL

Luego comenzó el santo apóstol á
mostrar á los españoles su favor en las batallas que tuvieron contra los moros:
y diversas veces fué visto armado de todas armas, ir delante los escuadrones de
los cristianos, y pelear con fuerzas del cielo, hasta desbaratar y deshacer los
ejércitos de los bárbaros, y alcanzar de ellos gloriosa victoria.
Después el año de 900 el rey don Alonso III, llamado el Magno, labró
la iglesia mucho más suntuosa, y después acá ha crecido aquel santuario en
edificio, rentas y privilegios que los sumos pontífices le han concedido, en
las cuales dicen, que conceden las tales gracias á aquella casa, por estar en
ella el cuerpo del santo apóstol: y así el papa Juan VIII dio breve para que se
consagrase la iglesia: el papa Urbano II pasó la silla episcopal de Iría
á Compostela, y la eximió de la sujeción del metropolitano bracarense: el papa
Pascual II le confirmó esta misma libertad, y le añadió, no doce cardenales (como
algunos escriben), sino siete (Ambrosio de Morales en el V libro de su
historia, y Villegas en la Vida de Santiago, dicen que son doce los cardenales
que hoy día hay en aquella iglesia), para más digno ministerio del altar, que
está sobre el cuerpo del santo apóstol, y concedió al obispo de Compostela el
palio, de que solo usan los arzobispos.
El papa Calixto II, hizo enteramente arzobispado al de Compostela, atribuyéndole la metrópoli de Mérida. Pero lo que más ha ilustrado aquella casa, son los muchos y grandes milagros que nuestro Señor ha obrado por intercesión del santo apóstol, no solamente en beneficio de los españoles y de toda España, sino de todos los que de diversas naciones y muy remotas provincias, y de toda la cristiandad vienen en romería á visitar su santo sepulcro, y con devoción se encomiendan á él: los cuales son tantos (aunque con las herejías de estos tiempos se ha disminuido mucho esta devoción), que la peregrinación á Santiago de Galicia se tiene por una de las más principales de toda la cristiandad, y el voto de venir á ella es reservado al sumo pontífice, como el ir á Jerusalén ó visitar los cuerpos de los gloriosos príncipes de los apóstoles san Pedro y san Pablo:y santo Domingo de la Calzada, y san Juan de Ortega se emplearon en albergar y servir á los peregrinos que venían en romería a Santiago, allanándoles los caminos, edificándoles puentes, y haciéndoles hospitales en que se pudiesen recoger, por la gran devoción que tenían al santo apóstol, y ser tantos los que venían de todas las partes del mundo á reverenciar su sagrado sepulcro.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del
año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que
comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset,
Butler, Godescard, etc
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