lunes, 25 de septiembre de 2023

S A N T O R A L

SAN FERMÍN, OBISPO Y MÁRTIR



Fermín, á quien otros llaman Firmio, fué natural de Pamplona de Navarra: su padre se llamó Firmo, ilustre senador y muy poderoso: crióle con el cuidado que á su lustre se debía: con que salió docto y virtuoso. Por sus méritos y virtudes llegó á ser obispo de su misma ciudad. Ardía en su corazón el deseo de la dilatación de la fé y salvación de las almas: por lo cual, predicando apostólicamente, pasó á Francia, y en aquella parte de ella, que llaman la Galia Lugdunense, fijó su espíritu más encendidas flechas, predicando y reduciendo los pueblos andegavensos, cuya principal ciudad se llama en la lengua vulgar francesa, Augevins: aquí predicó un año y tres meses, y convirtió infinitas almas. De aquí pasó á Belvaco, ciudad en la misma provincia, donde fué preso por Valerio, presidente de la misma ciudad: el cual le hizo azotar cruelmente varias veces, y después que lo juzgó ya muerto de los azotes, lo hizo volver á la cárcel, donde, si no moría, le acabase de quitar la vida Sergio, sucesor suyo. Pero el pueblo lo sacó violentamente de la cárcel; con que volvió de nuevo á predicar, y convirtió y bautizó á todos los moradores de aquella ciudad, y fabricó en ella muchas iglesias.
De aquí pasó á la ciudad de Ambiano, vulgarmente llamada Amiens, en la misma provincia, donde en cuarenta días convirtió tres mil hombres á la fé de Jesucristo. Presidian en esta ciudad Longinos y Sebastián, crueles tiranos, los cuales prendieron al glorioso obispo é invicto español Fermín, y temiendo no se lo quitase el pueblo de entre las manos, como habían hecho los de Belvaco, le degollaron en la cárcel: con que acabó gloriosamente, dando la vida por la fé de Jesucristo, que tanto había dilatado, recibiendo triunfante la corona del martirio, y siendo su alma santa presentada por manos de ángeles en las de su Criador. Fué su martirio á los 25 de setiembre, por los años del Señor de 303. Los de Belvaco, deseosos devengar la muerte de su apóstol y padre espiritual, quitaron la vida al tirano Sebastián, y lo mismo hubieran hecho con su compañero, si le hubieran podido haber á las manos.
Fué el glorioso cuerpo del invicto mártir Fermín sepultado honoríficamente por Faustiniano, senador, padre de san Firmio, obispo de Amiens, llamado así por el santo obispo y mártir Fermín, que los había convertido y bautizado á ambos.

Hubo en el suceso de tiempo muchos santos obispos de Amiens que desearon ver las sagradas reliquias del glorioso mártir san Fermín, por constarles la gran fama de milagros y prodigios innumerables que Dios había obrado por su intercesión desde el día y hora de su glorioso martirio, y en el tiempo de él, no siendo el de menos cuenta, el haber del todo quedado aquella ciudad y provincia reducida á la ley evangélica: pero ninguno pudo conseguir tal dicha, hasta que pasados casi quinientos años, siendo obispo de dicha ciudad el bendito san Salvio, sabiendo por ciertas noticias que el glorioso cuerpo del santo mártir y español esclarecido, había sido sepultado en una iglesia de la bienaventurada siempre Virgen María, sin pecado concebida, edificada por san Firmio, obispo, hijo de Faustiniano, que ya dijimos fué bautizado con su padre por él. Quien más ardientes deseos tuvo de ver y venerar dichas reliquias, fué este santo obispo Salvio; pero ignoraba el lugar donde estaban sepultadas, si bien sabía la iglesia.
Resultado de imagen para iglesia de san lorenzoHizo á Dios súplicas, oraciones y ruegos: derramó copiosas lágrimas, y animoso convocó un día todo el pueblo: celebró un solemnísimo oficio: hizo un sermón admirable, todo en honor del invicto mártir, cuyo cuerpo buscaba, al fin del cual publicó un ayuno general de tres días continuos; y pidió y exhortó á todos hiciesen continua oración, y súplicas á nuestro Señor, para que su divina Majestad se dignase de revelarle el lugar del sepulcro del santo. Perseveró el santo prelado, asistido de todo el pueblo, todos los tres días en el templo en perpetuo ayuno, oración y lágrimas.Al día tercero, al rayar el alba, levantó el santo prelado humildemente los ojos al cielo, y -¡Ó poderoso y misericordioso Dios que nunca desechas la oración del humilde!- vio, como que salía un rayo de sol de la eminencia de un levantado trono, y que resplandecía sobre manera admirable en la parte donde estaba sepultado el cuerpo del divino español. 
Dió infinitas gracias á Dios, y con temor y reverencia trémula se llegó, y tomando un azadón, comenzó á cavar en aquella parte que señalaba el divino rayo; y al instante salió un olor tan precioso, suave y vehemente, como si hubiesen esparcido por la iglesia cuantas aromas cría la feliz Arabia, y cuantos sabios perfumes ha descubierto la industria humana, como si allí de repente se hubiesen trasplantado todos los hibleos prados y campos elisios, creciendo más las fragancias, cuanto más la azada se iba acercando al santo cuerpo.
A tanto extremo llegó, que, se esparció el olor y fragancia, no solo por la iglesia y ciudad, sino también por toda la provincia y ciudades circunvecinas: de tal suerte, que todos confesaban á una voz después, que juzgaban en aquella hora hallarse todos en el paraíso; y así unánimes y conformes, arrebatados de la suavidad del olor, é inspirados del Espíritu Santo, dejaron sus casas, y cantando himnos y salmos con velas encendidas en las manos, vinieron á Amiens todas las ciudades circunvecinas á celebrar la invención y traslación de tan sagradas reliquias, donde merecieron ver prodigios inenarrables, y jamás oídos de otro algún santo; porque al instante que se descubrió el santo cuerpo, siendo en el rigor del invierno, y por enero, cuando todo estaba cubierto de nieve, hielo y frió, todo árido y seco, comenzó á hacer tan gran calor, que cuantos estaban presentes, juzgaban que sin duda el mundo se abrasaba: el cual calor permaneció por espacio de tres horas. Levantaron el sagrado cuerpo en sus hombros el santo obispo, y clero: comenzóse una solemne procesión, y la multitud de la gente tendían sus vestiduras por tierra, y clamaban como los hebreos en la entrada de Cristo en Jerusalén el domingo de ramos: Hosanna in excelsis: y de repente vieron todos los árboles florecer, y despedir tal fragancia, como si fuese por la primavera, y estuviesen ya cercanos á sazonar sus frutos. Las ramas más eminentes de los árboles, y sus pimpollos, se vistieron, notólo de hoja y flor, sino es también de fruto, y todas se inclinaban á la parle por donde pasaba el sacratísimo cuerpo, haciéndole acatamiento y debida reverencia: y la multitud, confusa y admirada, cortaba ramos floridos y fructíferos de los árboles, y con devoción y alegría los esparcía por tierra. Todos los campos y prados circunvecinos á la ciudad de Amiens, al mismo instante se vieron verdes, amenos y floridos, llenos de azucenas, claveles, rosas, y cuantas flores, yerbas, hay odoríferas y hermosas.
Resultado de imagen para San Fermín predicando en un detalle de su peana.Cuantos enfermos (que fueron infinitos) concurrieron de varias enfermedades, tomaron de aquellas flores: las rompían y esparcían por tierra: y quedaban sanos y buenos, como si jamás hubiesen tenido mal alguno, siguiéndose á estos otros innumerables prodigios. Esta invención y translación se celebró en la octava de la Epifanía: la cual me ha parecido escribir, por ser tan admirable, gloriosa y llena de prodigios, que dudo se halle alguna otra semejante, de cuantos santos y santas tiene la Iglesia de Dios. Celébrala la Iglesia de Amiens con toda solemnidad, y la Iglesia y ciudad de Pamplona lo celebran y tienen por patrón, como a hijo suyo y su obispo, hallándose hoy en dicha ciudad en pié la casa en que nació, que lo fué de sus padres, y ha sido de sus sucesores, en que han sucedido y sucedieron prodigios desde sus niñeces, que dejo por no dilatarme demasiado.
Escribieron la vida de este glorioso mártir y español invicto, Beda; Usuardo; Adon; Pedro de Natalibus, in Calhalogo sanct., lib.VIII, cap. 119; Trujillo in Thesauro concionatorum, tom. II; Morales in Chronic. Hispan., lib.IX, cap. 5; el Martirologio romano, y Baronio en sus anotaciones, y en el tomo II de sus Anales, año 303, núm. 130; y lo que referimos de su invención y translación gloriosa lo trae Vincencio Burgundio Belovacense in Speculo majori, tom. IV, lib. XVI, cap. 91.

Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

domingo, 24 de septiembre de 2023

S A N T O R A L


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Entre las florecientes religiosísimas familias, que bajo el timbre y nombre de la serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, Madre de Dios, militan con soberano acuerdo la santidad del papa Paulo V en la bula: Inter omnes vitæ  regularis ordines, llamó á la Reina de los Ángeles María Santísima primera y verdadera instituidora y fundadora del real orden que en la Iglesia católica milita, con la invocación y timbre de Nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos: para que así como las ilustres religiones de san Francisco, santo Domingo y otras, reconocen á sus santísimos patriarcas por inmediatos y primeros instituidores y verdaderos fundadores; la ínclita, real y militar orden de María Santísima de la Merced, á la misma Reina de los Ángeles, no por disposición humana, sí por especial gracia, con que la Reina de los Ángeles quiso tener tales hijos, reconociéndose por su verdadera Madre y fundadora.
Habiendo ella manifestado ser esta su voluntad, cuando de ella, como de primera causa, apareciéndose á los bienaventurados Pedro Nolasco, Raimundo de Peñafort, y al clarísimo rey don Jaime I de Aragón, les hizo constar que de Ella, como de principio, emanaba la ínclita, real y militar religión de Nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos; como de la relación de la siguiente revelación de muchos sumos pontífices con muchos dones y gracias aprobada, y de la santa Iglesia con solemne culto ilustrada, constará.
Hallábase la mayor y más feliz parte de España del cruel y tirano dominio mahometano oprimida: tenían los bárbaros (enemigos del santísimo nombre de Jesucristo) á innumerables cristianos en crueles mazmorras encerrados, afligiéndoles y atormentándoles para hacerles negar la verdad de nuestra santa le católica: y como eran muchos los que desmayaban y faltaban á la constancia de la fé, lloraba la perdición de sus hijos nuestra madre la Iglesia Católica; mas no faltaron en ella santísimos varones, que, lastimados de la perdición de tantas almas, con mortificaciones y penitencias ofrecían con vivas lágrimas sus oraciones y súplicas á Dios, para que piadoso aplicase el remedio á tanto mal. Y así como los lastimosos clamores de los hijos de Israel fueron de Dios oídos, para el remedio de las aflicciones y penas que padecían en la esclavitud de Egipto; así la deprecación de aquellos piísimos varones fué oída, no solamente de Dios, sino también de su Madre María santísima, que no pudiendo contener sus piadosísimas entrañas á tan lastimosas súplicas, se inclinó á aplicar el remedio, como lo verificó el suceso. Estaba la piadosísima Reina de los Ángeles María Santísima en el trono de su majestad (donde, y en compañía de su preciosísimo Hijo Cristo Señor nuestro, goza eternas glorias), mirando las penas, miserias y calamidades que en la bárbara esclavitud padecían los pobres cautivos cristianos: y conmovida la clementísima Reina de los Ángeles de tantas miserias y calamidades, piadosa, así para consolar las lágrimas de la católica Iglesia, como para obviar no se perdiesen tantas almas, que á vista del cruel, duro y tirano rigor sarracénico desfallecían y faltaban á la constancia de la fé; aplicó para remedio de tanto mal la obra de caridad más perfecta, como es la redención. Y para ejecutar este su tan fino amor, y dar principio á tan perfecta obra que había de destruir la tirana servitud, eligió á tres esclarecidos ejecutores, siendo el norte con que se habían de gobernar la misericordia de quien les mandaba y gobernaba, que era la misma Reina de los Ángeles, bajando visiblemente del cielo á declararlos su voluntad que era de fundar una religión con el título de su piísima misericordia, disponiéndolo maravillosamente del siguiente modo.
Florecía en aquella ocasión en la nobilísima ciudad de Barcelona, cabeza del principado de Cataluña, en santidad y virtud san Pedro Nolasco, de nación francés, nacido en el lugar dicho de las Puellas, cercano á la ciudad de Carcasona, hijo de padres ilustres, de la nobilísima casa de los condes de Blés. Estaba entonces en aquella tierra muy extendida la herejía albigense: y hallándose el santo joven muy adornado de todas virtudes, y aborreciendo todo género de herejía, se resolvió para apartarse de ella á dejar su casa, padres y parientes: y para ejecutar su santo intento vendió su rico patrimonio, y recogido lo que había sacado de él, con todas sus riquezas se puso en camino, que le tomó para el principado de Cataluña: y entrando en él, fué su primer cuidado ir á visitar aquel religiosísimo y angelical santuario de la Reina dé los Ángeles, la Virgen Santísima de Monserrat, donde, empleando días y noches en fervorosa oración, satisfizo al voto que tenía hecho. Cumplido esto, se fué á la ciudad de Barcelona, donde por lo esclarecido de sus virtudes, acompañadas de la nobleza de su sangre, fué magnificentísimamente del ínclito y clarísimo rey don Jaime, de Aragón hospedado. Era entonces el rey don Jaime (digno de eterna memoria entre los esclarecidos reyes  de Aragón) obedecido, jurado y aclamado en la nobilísima ciudad de Barcelona, en la cual era grande la estimación que se hacía de la persona de san Pedro Nolasco, viendo las obras tan heroicas de caridad en que se ejercitaba, á quien gustosamente oía el rey, siempre que san Pedro Nolasco le hablaba de la redención de cautivos; y tanto se encendía el magnánimo rey en el amor de los cautivos, que lleno de piedad, todo era discurrir, cómo había de destruir y aniquilar á los sarracenos, para librar de sus manos á los pobres cristianos cautivos. Concordes los dos para este tan realzado fin, resolvieron aplicarse cada uno de por sí á la consecución de él, valiéndose cada uno de sus medios; y así, cuando el esclarecido rey con sus fuerzas belicosas opugnaba los lugares y castillos de los moros, estaba san Pedro Nolasco en fervorosa oración, contemplando, y llorando los trabajos y calamidades que en la mísera esclavitud los miserables cautivos padecían, y como verdadero imitador de nuestro Redentor Jesucristo, sentía sus penas, no como ajenas, sí como propias, como lo verificó bien su ardiente caridad; pues habiendo consumido todo cuanto tenía por la redención de muchos, no una vez sola se entregó en rehenes, para dar libertad á muchos más.
Alentaba y fomentaba los ánimos de estos dos héroes, del ínclito rey y de san Pedro Nolasco, viéndoles ejercitados en tan excelente piedad, san Raimundo de Peñafort, que, graduado en ambos derechos, estaba entonces resplandeciendo el ardentísimo celo de su caridad y virtud, en consolar á los enfermos de los hospitales, en enseñar á los ignorantes, y en convertir herejes, judíos y sarracenos; por cuyas heroicas obras, y su grande doctrina, mereció verse colocado en el puesto de canónigo en la ilustre y santa iglesia catedral de Barcelona; y asimismo el prudente rey le eligió por su grande santidad y sabiduría para su confesor. Viéndose san Raimundo constituido confesor del ínclito rey (á quien también san Pedro Nolasco fiaba la dirección de su alma, habiéndole hecho participante, en el secreto de la confesión, de sus fervorosos y píos deseos), tomó por su cuenta alentar los píos ánimos de los dos para la consecución de tan realzado fin, como era la libertad de los pobres cautivos cristianos; y así tanto en el secreto de la confesión con sus exhortaciones, como en lo público de sus sermones, con pías y santas palabras les alentaba y animaba á la redención de los pobres cautivos; y tanto con sus vivas razones enfervorizó los ánimos del esclarecido rey, y de san Pedro Nolasco á esta piedad, que no solo san Pedro Nolasco, sino también el mismo rey, se empleaban en fervorosa oración, suplicando á Dios y á la Reina de los Ángeles María santísima, y demás santos, en particular á los patrones de la ilustre ciudad de Barcelona, les inspirasen y favoreciesen con medios para poder copiosamente cumplir con esta obra de caridad. Y oyendo el Padre celestial, y Padre de misericordias, Dios nuestro Señor, tan pías súplicas, clementísimo remuneró tan fervorosos deseos, con el favor tan grande que fué darlos la ilustre religión de la Merced, ejecutándose su fundación con este maravilloso modo.
Patrona y Generala del Ejército Argentino
En las calendas de agosto, primero de dicho mes, dedicado á san Pedro Ad-vincula, en el año 1218, gobernando la Iglesia de Dios la santidad de Honorio III, para librar de la fiera esclavitud sarracena á los pobres cristianos cautivos, fué enviada de Dios desde el empíreo la Reina de los Ángeles María Santísima á la ilustre ciudad de Barcelona, y acompañada de muchos celestiales espíritus, y grande concurso de santos y santas, y entre ellos el apóstol san Pedro y Santiago, patrón de España, san Cucufate, san Severo, san Paciano, santa Madrona y santa Eulalia, patrones de Barcelona, visible y corporalmente en el punto de la media noche bajó, se apareció y manifestó á san Pedro Nolasco, empleado en fervorosa oración y contemplación: y lleno el santo y humilde siervo de Dios de gozo y alegría, por el favor de tan admirable y gloriosa presencia, mereció oír de la misma boca de la Reina de los Ángeles estas palabras: Yo, hijo, soy la Madre del Hijo de Dios, que por la salud y libertad del género humano derramó su sangre, y padeció cruel muerte: vengo, pues, á buscar hombres, para que á ejemplo de mi Hijo, pongan sus almas por la salud y libertad de otras almas que no la cumplir el divino precepto; tienen: y siendo esta la caridad más acepta á mi Hijo, será para mi muy agradable, si en honor mío se funda una religión, cuyos hijos con fé viva, y verdadera y perfecta caridad, pues no la puede haber mayor, rediman á los cautivos cristianos del poder y tiranía de los turcos, y ofreciéndose ocasión, en que de otro modo no se puedan librar, se queden en rehenes por la libertad de los cautivos. Declaróte, hijo, esta mi voluntad; porque te advierto, que cuando tú con vivas lágrimas solicitabas por medio de la oración el remedio de los cautivos, recogías limosnas y los redimías, presenté yo tus súplicas á mi Hijo, el cual se dignó, para consuelo tuyo, y para instituir esta religión, con especial título mío, bajase del cielo: y á ti, Pedro, te elegí; porque tú has de ser la piedra fundamental sobre la cual se ha de edificar esta mi religión. Concluido este razonamiento fervoroso y humilde, respondió san Pedro Nolasco á la Reina de los Ángeles, diciendo: Con viva fé creo, Señora, que vos sois la Madre de Dios vivo que habéis bajado á este mundo para remedio de los que miserablemente padecen la bárbara esclavitud. Pero decidme, Señora, ¿quién soy yo para que vaya á los bárbaros enemigos de vuestro santísimo Hijo, y saque de sus crueles mazmorras á los cristianos cautivos? No temas, Pedro (le dijo la Reina de los Ángeles); que yo te asistiré en todo: y para que lo creas, y en señal de que te elijo, verás con brevedad cumplido cuanto te he dicho, y se gloriarán los hijos é hijas de esta mi religión en vestir hábitos blancos, del modo que á mí me ves vestida. Dicho esto, desapareció la Reina de los Ángeles subiéndose al trono de su gloria.
Tan soberanamente favorecido san Pedro Nolasco, con lo que con sus propios ojos vio y oyó con sus oídos, perseveró hasta el amanecer en fervorosa oración, meditando y contemplando tan celestial favor. Amanecido el día, con presuroso cuidado fué en busca de su confesor san Raimundo de Peñafort, para darle cuenta de la admirable visión. Hallado y postrado á sus pies, apenas empezó á manifestar la celestial visión, y el precepto divino de fundar el nuevo orden; suspenso y lleno de admiración san Raimundo, le interrumpió sus palabras, diciéndole, que también él había tenido la misma visión aquella noche, habiendo sido favorecido de la Reina de los ángeles, y oído de su boca el precepto en que le mandaba que, para la construcción y consecución de tan grande obra, pusiese todo su cuidado, y que con todas veras aplicase todo su estudio, para que con la eficacia de sus sermones alentase los corazones de los católicos á una obra de tan grande caridad; y así, que gozoso y agradecido á tan celestial favor había con toda presteza venido á la iglesia mayor para dar á Dios, y á la inmaculada Reina de los Ángeles las gracias de tan soberano beneficio. ¿Quién podrá declarar la alegría de los dos puros corazones de aquellos dos santos varones, hallándose igualmente favorecidos de la Reina de los Ángeles? Todo sería conferir entre sí el modo de cuando para quitar toda dificultad á su cumplimiento, y tenor la obra todo el lleno de la admiración; el ínclito rey don Jaime, habiendo participado el mismo favor aquella noche, para que no fuese notado por negligente ejecutor de la Reina de los Ángeles, el que había sido compañero en la visión, acudió puntual á la iglesia catedral, para dar á Dios y á la Reina de los Ángeles las gracias del beneficio recibido: y viendo en ella á aquellos dos píos varones confiriendo entre sí, llamándoles para sí, y apartados de todo concurso en la misma iglesia, les manifestó la alegre visión que había tenido, con estas palabras: La purísima Reina de los Ángeles María Santísima muy bella y hermosa me apareció esta noche y me mandó que instituyese un orden que se ocupase en redimir cautivos, y que se llamase de Santa María de la Merced, ó de Misericordia: y como reconozco en tí, Pedro Nolasco, esta inclinación innata de redimir, te elijo para la ejecución de esta obra; y á tí, Raimundo, por la mucha virtud y doctrina que miro en ti, te nombro por idóneo coadjutor de ella. Concluidas por el rey sus palabras, respondieron los dos santos varones, que también ellos habían sido favorecidos aquella misma noche de la Reina de los Ángeles, refiriéndole al rey las palabras que habían oído de la purísima Virgen, y los mandatos que á los dos había dado. Conferida, pues, entre si tan admirable aparición, asegurados de la verdad de ella, unánimes y conformes, declararon ser esta la voluntad de la purísima Virgen; y para su cumplimiento deliberaron instituir en honor de la Reina de los ángeles el orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos.
Llegado, pues, el día 10 de agosto del mismo año del Señor de 1218, día señalado para la ejecución de tan grande obra; como ya se había divulgado el prodigioso milagro por todo el reino, era grande el concurso que concurrió á celebrarle: y así con magnífico aplauso fueron el rey y los dos santos varones acompañados de los conselleres de Barcelona, de toda la nobleza y pueblo, á la iglesia catedral, donde estaban ya convocados por el rey todos los prelados eclesiásticos, así los de afuera, como de dentro la ciudad, y todos los grandes del reino, y entre ellos el ilustrísimo señor don Berengario Palaciolo, obispo de la ilustre ciudad de Barcelona, vestido de pontifical, para celebrar el oficio divino, que comenzándole y dicho el evangelio, subió san Raimundo de Peñafort al púlpito, y con fervoroso espíritu, de la celestial visión inflamado, realzando los favores de la Reina de los ángeles María Santísima con relevante, pía y santa ponderación manifestó para mayor gloria de Dios, y de su santísima Madre, la celestial revelación de aquellos tres tan fidelísimos testigos aprobada, que oída del pueblo, fué tanto el gozo y alegría que infundió en los píos corazones, no pudiendo contenerse, oyendo con sus oídos lo que aquellos dichosos varones vieron con sus ojos, aclamando todos tan prodigioso milagro, con pías voces alababan las piadosísimas entrañas de María santísima.


 Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

sábado, 23 de septiembre de 2023

S A N T O R A L

San Pío de Pietrelcina, O.F.M. Cap.

MILAGROS EN EL SIGLO XXI

El Padre Pío y las estrategias de Dios

Una de las múltiples formas de intervención divina en los acontecimientos humanos, para atraer las almas hacia el bien y apartarlas del mal, son los milagros.
Una respuesta de Dios a la impiedad revolucionaria
Marzo de 2008: después de exhumado, el
cuerpo maravillosamente incorrupto del
Padre Pío es exhibido por primera vez
En nuestra época de impiedad y amoralidad avasalladoras, podría suponerse que los hechos milagrosos fuesen raros o casi inexistentes. Pero es justamente lo contrario: desde que la Revolución Francesa hizo del agnosticismo y el ateísmo una verdadera “religión de Estado”, vienen ocurriendo, a manera de réplica divina a la irreligiosidad revolucionaria, los mayores milagros de la historia de la Iglesia. Veámoslos:
1. Las más de 7000 curaciones inexplicables en Lourdes, iniciadas en 1858 y que continúan hasta hoy, constituyen, como decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, un milagro “por así decir en serie y a título permanente”;
2. Las imágenes en negativo del Santo Sudario de Turín, captadas por el fotógrafo turinés Secondo Pia en 1898, aportaron pruebas concluyentes de la veracidad de la Pasión y muerte de Jesucristo y del “milagro de los milagros”, su Resurrección. Y desde entonces la preciosa Sábana no deja de sorprender con pruebas adicionales de su autenticidad, obtenidas a través de nuevas especialidades de la ciencia;
3. Ya en el siglo XX el llamado “milagro del Sol”, ocurrido en Fátima el 13 de octubre de 1917 para certificar la veracidad de las apariciones de la Santísima Virgen, fue visto por más de 100 mil espectadores, el mayor número de testigos directos de un milagro en toda la Historia de la Iglesia. Fue además el único milagro de la Historia anunciado con día y hora;
4. Cuando cayó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, varios sacerdotes jesuitas que se encontraban a menos de 1000 metros del centro de la explosión, particularmente devotos de la Virgen de Fátima, sobrevivieron a la hecatombe de manera absolutamente milagrosa, sin haber sufrido el menor daño físico. Su residencia fue el único edificio que permaneció en pie, en un área de 12 km².

Estos y otros memorables prodigios ocurrieron en los siglos XIX y XX. Pero, ¿podrán ocurrir hechos así en nuestro siglo XXI?

40 años después de su muerte, el rostro del Padre Pío  parecía 
el de un hombre que acabase de adormecer pocos momentos antes
Respondemos: sí, definitivamente. Tanto las curaciones en Lourdes, como las obtenidas por intercesión de santos o de fieles difuntos en proceso de beatificación o canonización, prosiguen sin interrupción en este tercer milenio
Un ejemplo estupendo de esta acción sobrenatural lo ofrece el Padre Pío de Pietrelcina, religioso capuchino fallecido en 1968 después de una vida surcada de hechos prodigiosos, entre los cuales haber recibido en su cuerpo los estigmas de la Pasión de Cristo. Canonizado por el Papa Juan Pablo II en 2002, al cumplirse el pasado 3 de marzo 40 años de su muerte su cadáver fue exhumado, y, ante el asombro de la multitud presente —entre ellos el Arzobispo de San Giovanni Rotondo, Mons. Domenico D’Ambrosio y varios médicos forenses—, su rostro y manos aparecieron maravillosamente incorruptos, como los de un hombre que acabase de adormecer pocos momentos antes.
El extraordinario hecho se suma a la larga lista de prodigios obrados por el Padre Pío en el siglo actual, uno de los cuales sobresale por su especial significado.

Cuando todo parecía perdido...

Pesceana es un remoto pueblito de Rumania, en el confín oriental de Europa. Sus habitantes son en su mayoría de religión greco-cismática, llamada “ortodoxa”. El sacerdote cismático local, Victor Tudor, allí residía con su madre septuagenaria, Lucrecia, quien en el año 2002, sintiéndose mal de salud, se sometió a exámenes médicos. Le fue diagnosticado un tumor canceroso en el pulmón izquierdo, y se le anunció que le quedaban pocos meses de vida.
La señora Lucrecia Tudor, curada por el Padre Pío
de un cáncer al pulmón, junto a Mons. Muresan

El padre Victor comunicó el triste hecho a su hermano Mariano, pintor y restaurador de obras de arte residente en Roma, y éste acudió allí a uno de los cirujanos más famosos del mundo (quien ha operado entre otras celebridades a Bill Gates). El médico le dijo: “Haga venir a su madre a Roma y haré todo por salvarla”. Pero al examinarla se percató que su mal ya no tenía cura. Desistió de operarla, y sólo pudo indicarle algunos fármacos para mitigar los dolores que le esperaban.
Mariano decidió entonces retener en Roma a su madre por el tiempo que le restase de vida. Él trabajaba en la restauración de mosaicos de una iglesia romana. Comenzó a llevar a Lucrecia a su trabajo, para no dejarla sola en una ciudad que le era completamente extraña.
En la iglesia hay una gran imagen del Padre Pío. La señora se sentía misteriosamente atraída por aquel personaje del cual nada sabía, y Mariano le fue contando la historia del franciscano, sus estigmas, sus milagros. Ella, impresionada, pasaba los días sentada largas horas delante de aquella imagen. Más aún, absorta, le hablaba a media voz, como a una persona real y concreta. Así transcurrieron varias semanas, hasta que Mariano la llevó a un hospital para sus controles. Y entonces vino la sorpresa: para asombro de los médicos, el tumor había desaparecido completamente. ¡Lucrecia estaba curada! Emocionada, no dudó un instante en atribuir su curación a aquel fraile barbado de mirada penetrante, a quien había confiado sus penas.

Fruto del milagro: conversión colectiva de cismáticos

Efecto del milagro: el P. Victor Tudor (aquí, junto a Mons. Muresan)
 y toda su parroquia se convirtieron del cisma al catolicismo
Al enterarse de la súbita curación, el padre Victor no cabía en sí de admiración y gratitud. “Comencé a leer la vida del santo italiano. Les conté a mis parroquianos lo que había sucedido”. Todos quisieron entonces saber más de este santo católico tan poderoso. “Leíamos todo lo que encontrábamos sobre él. Su santidad nos conquistaba”, refiere el sacerdote. “Otros enfermos de mi parroquia recibieron gracias extraordinarias del Padre Pío... Entre mi gente se esparció un gran entusiasmo, y poco a poco, decidimos hacernos católicos”. El paso de la religión cismática a la Iglesia Católica no fue sin tropiezos; pero el P. Victor y sus feligreses estaban decididos, y lo dieron hasta el fin. Ahora todos están empeñados en construir un templo católico en el pueblo, dedicado al Padre Pío. El 27 de noviembre pasado el Arzobispo de Alba Julia, Mons. Lucian Muresan, presidente de la Conferencia Episcopal de Rumania, asistió a la colocación de la primera piedra junto con la agradecida Lucrecia, completamente curada.
¿Qué lecciones nos deja este milagro? —Primero, si su principal efecto ha sido la conversión a la fe católica de una parroquia cismática entera con su párroco a la cabeza, con esa curación el Padre Pío nos da una lección de verdadero ecumenismo. El cual no consiste en acercarse a miembros de otras religiones buscando sólo semejanzas con ellos e ignorando —por sentimentalismo, respeto humano o falsa prudencia— los errores que los separan de la verdadera Fe, sino en hacer resplandecer con convicción, ufanía y tacto la divina superioridad de la Iglesia Católica, única Iglesia verdadera del único Dios verdadero; o sea, en mostrar que sólo de ella puede venir el soplo de vida que regenerará la Tierra.
Pero también, el desenlace del maravilloso hecho nos debe inducir a confiar en que, por mayores que sean los peligros que amenazan en nuestro siglo a la Barca de Pedro, Jesucristo no deja de asistir a su Iglesia, conforme la promesa que Él mismo hizo de protegerla hasta el fin de los tiempos (Mt. 28, 19-20); y si fuera necesario, cumplirá esa promesa de manera milagrosa, hasta llevarla al esplendoroso triunfo anunciado en Fátima.

S A N T O R A L

SAN LINO, PAPA Y MÁRTIR

Fué san Lino italiano de nación, y natural de la ciudad de Volterra, que es en la provincia de Toscana: su padre se llamó Herculano, hombre noble y principal. Estando en Roma, y oyendo predicar al apóstol san Pedro, le siguió, y fué uno de los primeros discípulos que allí tuvo. Vio el sagrado apóstol grandes prendas de virtud, letras y prudencia en Lino, y sirvióse de él en la predicación y administración de los santos sacramentos; y después le hizo como su coadjutor y ministro para todas las cosas á que él no podía acudir; y todo lo proveía Lino con la dirección y autoridad de san Pedro, con mucha prudencia y solicitud. Después del martirio del glorioso apóstol san Pedro, le sucedió Lino en la cátedra pontifical, y la tuvo once años, dos meses y veinte y tres días; y así fué el primer papa y vicario de Cristo Nuestro Señor en la tierra, que inmediatamente sucedió á san Pedro. Tuvo órdenes dos veces, y ordenó quince obispos y diez y ocho presbíteros. Mandó que las mujeres no entrasen en la iglesia con las cabezas descubiertas, como lo tenía mandado san Pedro, y lo dejó escrito san Pablo. Escribió san Lino la Historia de la contienda que tuvo san Pedro con Simón, mago; pero no se halla. Escribió también dos libros de san Pedro y san Pablo, que están en el séptimo tomo de la Bibliotheca sanctorum; aunque al cardenal Baronio le parece que están depravados y sembrados de algunos errores, y no con la pureza y verdad que los escribió san Lino. La santidad de este glorioso sumo pontífice fué admirable, é ilustrada con muchos y grandes milagros, que por él obró el SeñorSanaba muchos enfermos: resucitaba muertos: lanzaba los demonios de los cuerpos: y habiendo una vez librado del demonio á una hija de Saturnino, cónsul; el desagradecido y malvado padre le mandó matar por la fé de Cristo nuestro Señor, dando mal por bien, y maleficio por beneficio. Su sagrado cuerpo fué enterrado en el Vaticano, junto á su padre, maestro y predecesor san Pedro: y fué su martirio á 23 de setiembre, en que la santa Iglesia celebra su fiesta, el año del Señor de 80, imperando Vespasiano. Hace mención de san Lino el apóstol san Pablo. Escriben de él los Martirologios, romano, el de Usuardo y Adon, y el libro de los Romanos Pontífices, que anda en nombre de Dámaso, y los demás que escriben las vidas de los santos pontífices.

 Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc