miércoles, 20 de diciembre de 2023

S A N T O R A L

SANTO DOMINGO DE SILOS, CONFESOR

Fue santo Domingo de Silos natural de Cañas, lugar pequeño en la Rioja: ejercitóse de pequeño, como otro David, en apacentar ganado de su padre, y después se apartó á hacer vida solitaria y darse del todo á la contemplación: y pareciéndole más seguro, se hizo monje de la orden de San Benito en el monasterio de San Millán, en donde estudió las divinas Letras, y en poco tiempo aprovechó mucho.  Ordenóse de sacerdote, y diéronle cargo de cura de Santa María, del mismo lugar de Cañas, donde había nacido. 
Dio tan buena cuenta de este oficio, que le volvieron á llamar del monasterio de San Millán, y allí le hicieron prior. Fué varón santísimo y señalado en milagros. En su tiempo el rey don García de Navarra, por su propia autoridad, y con violencia, intentó sacar y tomar ciertas joyas, oro y plata de la sacristía del convenio; y el santo con gran constancia y ánimo resistió á la codicia del rey, teniendo más cuenta con la gloria de Dios, y con la defensa de los bienes de la Iglesia, tan necesarios para el culto divino, que no con la voluntad ni indignación del rey: el cual lo desterró y le echó de su casa de San Millán con algunos de sus monjes. El santo varón se fué al rey don Fernando, I de este nombre, de Castilla y de Aragón: fué recibido del rey con mucho amor y benevolencia, y su fama de santidad comenzó á extenderse más por España: y con esta ocasión de su destierro vino ó ser abad del monasterio de Silos: el cual habiendo sido antes de los mayores y mejores santuarios de España, estaba ya tan por el suelo en lo espiritual y temporal, que obligó al rey don Fernando y á los prelados á buscar remedio; y no se halló otro mejor, que encomendarle á santo Domingo: y él en veinte y tres años que fué abad, le formó de manera, que podía con razón contarse por un nuevo y raro milagro del mundo. Fué admirable el ejemplo de su santa vida, maravilloso su celo, y el cuidado que puso en administrar y enriquecer las almas de sus súbditos de todas virtudes, y el monasterio de bienes, los cuales el Señor aumentaba, y se los daba, como por añadidura de sus grandes y provechosos servicios.
 También resplandeció con muchas y grandes maravillas, que Dios en vida y en muerte obró por él, sanando á muchos enfermos, ciegos, cojos, tullidos y de otras diversas enfermedades. Pero en lo que principalmente se señaló, fué en socorrer á los cristianos que estaban en poder de moros, que á la sazón eran muchos, y era su entero remedio la intercesión de este santo para con Dios.
Fué esto con tan grande extremo, que encomendándose á él desde sus mazmorras los cautivos, se hallaban á deshora en tierra de cristianos, y aun á las puertas de su monasterio, dejando allí por testimonio las cadenas, grillos y hierros de su cautiverio, y reconociendo á Dios por autor de su libertad, y á santo Domingo de Silos por medianero: y fueron tantos los despojos de los cautivos que se pusieron en aquel convento, que decían por refrán en Castilla: «No le bastarán los hierros de santo Domingo». Y no solamente traían y colgaban estos despojos en el templo del monasterio de Santo Domingo de Silos los cautivos, que por su intercesión se hallaban libres, sino también en los otros templos y oratorios de su advocación, como se ve en la iglesia de Jesús del Monte, que tienen los padres de la Compañía de Jesús, junto á la villa de Loranca de Tajuña: la cual, por haber sido antes ermita de santo Domingo de Silos, tiene hoy día colgadas muchas cadenas de los cautivos cristianos, que por sus oraciones alcanzaron remedio en sus trabajos y miserias; que es grande argumento de la devoción que se tenía en estos reinos á este glorioso confesor, y no menos las novenas que doña Juana Daza, madre de santo Domingo de Guzmán, patriarca y fundador de la orden de Predicadores, hizo en el monasterio de Silos, velando en el sepulcro del santo monje, y suplicándole que le alcanzase dichoso parto de la criatura que tenía en el vientre; y él la consoló y regaló, y se le apareció en su propia forma y hábito, y le dió nuevas ciertas del bienaventurado hijo que había de parir: el cual se llamó Domingo, del nombre de su patrón y abogado santo Domingo de Silos: y aun fundó el monasterio de monjas de su orden en Madrid, y le llamó Santo Domingo, por la devoción que tenía á santo Domingo de Silos; aunque con el tiempo, creciendo más la fama y el resplandor de su fundador, oscureció el un Domingo al otro Domingo, y al presente comúnmente se entiende ser la advocación de aquel convento del padre santo que le fundó, y nó del otro por cuya advocación se fundó.
Finalmente, habiendo este gran siervo del Señor corrido gloriosamente su carrera, cayó malo, y entendió que se acercaba la hora en que Dios le quería librar de la cárcel del cuerpo: llamó á sus frailes y dióles muy buenos documentos para sus almas, y díjoles algunas cosas que habían de venir, las cuales como él las dijo se cumplieron; y recibidos los sacramentos, dio su alma al Señor, que vieron subir al cielo con tres coronas unos niños sin malicia ni doblez.
Su cuerpo fué sepultado en el mismo monasterio de Silos, que después se llamó de su nombre. Algunas iglesias de España celebraban su fiesta el día de su glorioso tránsito, que fue á los 20 de diciembre, año 1003. Hacen mención de santo Domingo de Silos algunos breviarios antiguos de España, y autores de santorales, y en Toledo hay un insigne monasterio de monjas de la Orden de San Bernardo, con advocación de santo Domingo de Silos, que hoy se llama Santo Domingo el Antiguo.

 Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

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