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Martirio de San Mauricio-Palacio de El Escorial |
El martirio del esforzado caballero y capitán de la legión
de los tebeos san Mauricio, escribió el bienaventurado san Euquerio, (Passio Acaunensium martyrum) obispo de Lión de Francia, mas ha de
mil años, de esta manera. Después que Diocleciano tomó el cetro del imperio,
hizo César á Maximiano, y envióle á Francia con un ejército poderoso, á sosegar
algunos alborotos que habían levantado Amando y Esiano. Entre la otra gente que
llevaba consigo, era una legión de seis mil y seiscientos y sesenta y seis
soldados, los cuales eran de la ciudad de Tebas y cristianos, y habían sido
bautizados por Zambea, obispo de Jerusalén, y confirmados en la fé por san
Marcelino, Papa, al tiempo que pasaron por Roma. Había pasado el ejército la
aspereza y fragosidad de los Alpes, y acercábase ya á vista de los enemigos.
Parecióle á Maximiano, que era bien hacer la reseña de su gente, y ofrecer
sacrificio á sus dioses, y tomar juramento á los soldados, sobre sus aras, de
fidelidad, y de pelear animosamente. San Mauricio, que era capitán de aquella
legión, Exuperio que era alférez, y Cándido persona principal, y de la orden de
los senadores, entendieron la resolución del emperador, y fueron de parecer que
para no contaminarse con aquel juramento sacrílego, y sacrificio abominable, se
apartasen del resto del ejército; y así se apartaron ocho millas lejos, á un
lugar que se llamaba Agauno, y ahora se llama san Mauricio.
Luego que supo Maximiano la retirada
de la legión tebea, y la causa, le envió un recado, mandándole que viniese y se
juntase con el ejército, é hiciese lo que los demás soldados hacían. Todos los santos soldados, con un
mismo ánimo y extraño valor, respondieron por boca de su capitán Mauricio, que
ellos estaban aparejados para obedecer á Maximiano, en todo lo que no fuese
contra Dios, y á pelear con él, como lo habían hecho otras muchas veces; pero
que siendo cristianos, no querían sacrificar ni conocer por dioses á los que no
lo eran. Enojóse sobre manera Maximiano con esta respuesta, y mandó diezmar
aquella legión tebea, que era un castigo militar, con el cual por no matar á
todos los culpados, mataban de cada diez uno, á quien cabía la suerte.
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Iglesia Nuestra Señora de Luján-Castrense-Buenos Aires |
Supieron los santos soldados el
cruel decreto del emperador: y como si fuera para darles la vida, y una
ilustrísima corona, así se regocijaron; y con una exhortación, que san Mauricio
les hizo, se encendieron en el amor del Señor, y deseo del martirio. Ejecutóse
aquel riguroso suplicio en los valerosos guerreros de Jesucristo: y creyendo
Maximiano que escarmentados con él, los que quedaban estarían más blandos y
rendidos á su voluntad, tornó otra vez á mandarles que viniesen al ejército, y
que sacrificasen; mas ellos estuvieron fuertes, y no quisieron obedecer,
aparejándose todos á perder la vida, por no perder á Jesucristo, y obedecer
antes al Emperador del cielo, que al de la tierra: para lo que les ayudó mucho
una plática que les hizo san Exuperio, su alférez, diciéndoles: Bien veis,
hermanos míos, que yo llevo la bandera del emperador; pero ahora no os convido
á esta guerra temporal, sino á otra más sublime. Grande ánimo y esfuerzo es
menester, para que paguemos á Dios lo que le prometimos, y dejando las armas
muramos y alcancemos la corona que nos espera. Cuando el emperador vio el ánimo
determinado de aquellos valerosísimos caballeros del Señor, teniéndola por
obstinación y pertinacia, se embraveció, y con increíble saña y furor mandó que
todo el ejército diese en ellos, y no dejase hombre á vida. Bien pudieran
los santos soldados resistir y pelear y vencer sus vidas; mas armados de fé y
espíritu del cielo, no quisieron tomar las armas, sino vencer con una nueva
manera de victoria, sin pelear, y alcanzar la corona gloriosa del martirio, no
meneando las manos, sino ofreciendo sus vidas al cuchillo: y así, animados
siempre de su capitán Mauricio, sin alzar la espada para defenderse, puestos de
rodillas y levantadas las manos y los corazones al cielo, recibieron todos la
muerte, y se ofrecieron en sacrificio á Jesucristo. Quedaron muchos de los
soldados del ejército desnudando á los santos mártires, para aprovecharse de
sus vestidos y armas, y después se pusieron á comer muy contentos, por aquella
hazaña que habían hecho. Llegó allí un soldado cristiano, llamado Víctor, no de
los tebeos, sino de otra nación: el cual, viendo tantos cuerpos muertos por
aquel campo, y no sabiendo la causa, y porque los que allí estaban, tenían
tanto contento y alegría; le preguntó. Cuando supo Víctor lo que había
pasado, dijo con una voz lastimera y triste: ¡O miserable de mí! ¡y por qué no
me hallé yo en compañía de estos santos soldados, para morir con ellos!
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Retablo que representa el martirio de la
Legión Tebana (s.XIV) Crozon, Bretagne |
De estas palabras los otros soldados
entendieron que Víctor era cristiano: levántanse contra él: échanle mano, y
hácenle pedazos; y así mereció el premio que los santos soldados tebeos
merecieron: cuyo martirio fué á los 22 de setiembre, por los años del Señor de
297. Los cuerpos de estos gloriosos mártires fueron echados por los naturales
de aquella provincia en diversas hoyas y cavas, que para esto hicieron: allí
estuvieron, hasta que andando el tiempo el Señor los descubrió á un santo
obispo, llamado Teodoro, el cual les edificó una iglesia, y después sus santas
reliquias se repartieron en varias provincias y tierras para remedio y consuelo
de los fieles, obrando nuestro Señor por ellos, muchos y muy grandes milagros.
San Martín, obispo de Tours, fué á visitar aquella iglesia, y de ella llevó una
redoma de la sangre de los mártires, la cual tuvo como un preciosísimo tesoro,
y la trajo siempre consigo. Solía la Iglesia romana en las batallas contra los
enemigos de la fé invocar siempre el favor de Dios por intercesión de san
Mauricio, de san Sebastián y san Jorge, como se saca del Orden romano. De san
Mauricio y de sus santos compañeros, á más de san Euquerio, escriben los
Martirologios, romano, el de Beda, Usuardo y Adon: el cual dice que la causa
porque Maximiano los hizo matar, fué, porque no quisieron ser verdugos suyos, y
perseguir y matar á los otros cristianos.
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