SAN MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA
VOCACIÓN DE SAN MATEO - CARAVAGGIO |
VOCACIÓN DE SAN MATEO - PAREJA 1661 |
Entró el santo apóstol en Etiopia, para predicar el
Evangelio; y sin duda padeció muchos trabajos: obró grandes milagros: convirtió
gran número de almas; y alumbró con la luz del cielo toda aquella provincia con
su vida y doctrina. Clemente Alejandrino dice, «que comía yerbas y legumbres, y
no comía carne». Las cosas particulares, que le sucedieron, que sean ciertas y
averiguadas, no las sabemos: algunas refiere Niceforo Calixto en su historia,
que por no ser aprobadas de otros graves autores, no parece que tienen
fundamento. Abdías Babilonio, san Antonino, el obispo Equilino, Joaquín
Perionio, y otros modernos autores, en la Vida de san Mateo, refieren lo que yo
en suma aquí diré.
Después de haber predicado San Mateo á los hebreos, y
egipcios, pasó á predicar á Etiopia: y entrando en la ciudad, que se decía
Nadaber, donde vivía aquel eunuco de la reina Candace, que bautizó San Felipe,
diácono, de quien se hace mención en los Actos de los apóstoles, fué de él
hospedado en su casa, y halló allí dos magos y hechiceros, llamados Zaroes y
Arfajad, los cuales con sus malas artes hacían mucho daño al pueblo, privando á
muchos del uso de sus miembros con varias y diferentes enfermedades. Opúsose el
santo apóstol a los dos magos, y comenzó á desengañar y á consolar á la gente
que estaba de ellos muy amedrentada. Los magos por arte del demonio trajeron
dos dragones terribles, para que les hiciesen daño: hizo el sagrado apóstol la
señal de la cruz; y luego, dejada aquella fiereza, volvieron como ovejas mansas
al desierto. Con este milagro el pueblo quedó maravillado: comenzó á perder el
miedo á los magos, y á dar crédito á las palabras del santo apóstol: y
confirmáronse más, cuando vieron que San Mateo había resucitado al hijo del rey,
que se llamaba Egipo, y que los dos magos no le habían podido resucitar.
Convirtiéronse el rey, y la reina, y sus hijos, á la fé del Señor, y gran parte
del pueblo, siguiendo su ejemplo, se bautizó: y una hija del rey, llamada Ifigenia,
que era hermosísima, y de mucha prudencia, oyendo alabar al santo apóstol el
estado virginal, se determinó, con su parecer, á consagrarse á Dios, y se
encerró en un monasterio con otras doscientas doncellas, que la quisieron hacer
compañía. Estuvo San Mateo veinte y tres años en Etiopia, ganando almas para
Dios, edificando templos, ordenando sacerdotes, consagrando obispos, con grande
acrecentamiento de nuestra sagrada religión. Murió en este tiempo el rey Egipo:
apoderóse del reino un hermano suyo, llamado Hirtaco: quiso casarse con
Ifigenia, así por su grande hermosura, como para asegurarse más en el reino:
tomó por medio á San Mateo, para que se lo persuadiese; pero el santo apóstol
en un sermón, que hizo teniendo presente á Ifigenia con sus religiosas, y
estando también allí el rey con los principales de su corte, después de haber
tratado como Dios había instituido el matrimonio, y cuan necesario era para la
conservación del universo; añadió, cuánto más excelente era el estado de las
vírgenes, y la pena que merece el criado que se atreve á quitar su mujer al
rey; y que siendo Ifigenia esposa de Jesucristo, el que se la pretendiese
quitar, caería en su indignación. El rey Hirtaco se enojó sobre manera, oyendo
estas razones, y se fué de la iglesia, amenazando al santo apóstol: el cual se
fué á decir Misa, y acabando de decirla, fué alanceado por los ministros de
Hirtaco, dejando el altar rociado con su sangre, y delante de él su cuerpo
muerto. Procuró después Hirtaco persuadir á Ifigenia, que quisiese ser su
mujer: y no pudiendo apartarla de su santo propósito, mandó poner fuego al
monasterio; mas vióse el mismo San Mateo por el aire que le apagaba. Hirió Dios
al sacrílego Hirtaco con una enfermedad de lepra tan penosa, que el mismo con
sus manos se mató. Esto es lo que estos autores escriben, referido aquí
brevemente. De haber resucitado San Mateo al hijo del rey, san Isidoro hace
mención en su breviario. Lo de Ifigenia debe ser cosa sin duda; porque el
Martirologio romano, en este mismo día de los 21 de setiembre, hace mención de Santa Ifigenia, virgen, y dice que fué bautizada y consagrada á Dios por San
Mateo: y de aquí sacan algunos, que el velar y consagrar á las vírgenes, tuvo
principio de San Mateo, y que es ordinación apostólica; é Hipólito llama á este
santo apóstol víctima y sacrificio de la virginidad; porque fué martirizado por
amparar y defender la virginidad que Ifigenia había prometido y ofrecido á
Dios. En las Constituciones de San Clemente, papa, se escribe que San Mateo fué
el instituidor del agua bendita, y se pone la oración con que el santo apóstol
mandó que se bendijese; aunque San Alejandro, papa y mártir, hizo un decreto
del agua bendita, y ordenó que lo que habían mandado los apóstoles, se
guardase, como lo dijimos en su vida.
MARTIRIO DE SAN MATEO - CARAVAGGIO |
También ordenó San
Mateo, que los fieles ofreciesen al Señor las primicias y décimas para sustento
de los ministros de la Iglesia, y de los pobres, como lo refiere el mismo San
Clemente en el octavo libro de sus Constituciones apostólicas, capítulo 35, que
tradujo de griego en latino, y declaró el padre doctor Francisco Turriano,
varón doctísimo de la Compañía de Jesús. El cuerpo de este sagrado apóstol fué
tenido muchos años en gran veneración y estima en la ciudad de Nadaber, en que
murió: después fué trasladado á la ciudad de Salerno, en el reino de Nápoles; y
de esta translación hace mención el Martirologio romano á los 6 de mayo, aunque
no se sabe el tiempo en que se hizo: pero de una epístola de Gregorio VII,
papa, escrita el año del Señor de 1080 á Alfano, obispo de Salerno, se saca que
en su tiempo se halló el sagrado cuerpo del apóstol en aquella ciudad. El
Martirologio romano dice, que se le edificó un suntuoso templo, el cual escribe
León Ostiense, haber mandado hacer el príncipe de Salerno Roberto, y hoy día
está allí su cuerpo reverenciado de los cristianos con gran devoción, como se
debe á tan grande apóstol, y evangelista, y mártir del Señor. La muerte de San
Mateo fué á los 21 de setiembre, el año del Señor de 90, imperando Domiciano.
De San Mateo escribe Eusebio, lib.III, Historiæ:, cap. 1; Sócrates, lib.I, cap. 78; Doroteo in Synopsi; Isidoro, lib. De vita, et obitu
sanclorum, cap. 78; é Hipólito, lib. De duodecim apostolis; Metafraste; Pedro Damiano en su sermón de San Mateo; y los
autores que escriben sobre los evangelios; y todos los Martirologios.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del
año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que
comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset,
Butler, Godescard, etc.
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