SAN JUSTO DE LYON, OBISPO Y CONFESOR
Ignoramos el año y el lugar del nacimiento de este santo: sus virtudes
lo dieron tal celebridad siendo diácono de la iglesia de Viena, en Francia, que
por los años 350 fué elegido y consagrado obispo de Lyon. Su conducta en tan
elevado puesto acreditó que Justo solo temía á Dios y nada esperaba más que de
él. Superior á toda consideración humana, no veia mas que las necesidades de
los que le estaban encomendados. Distinguíase por una paciencia á toda prueba,
y por una celosa libertad contra los abusos de todo género. Asistió con otros
dos obispos de las Galias al concilio de Aquileya, en 381, bajo el imperio de
Graciano, congregado para tratar los asuntos de los arrianos. San Ambrosio que
era el alma de esta asamblea tenía en tanta estima al arzobispo de Lyon, que
después le escribió dos célebres cartas relativas á varios puntos de la santa
Escritura. Poco tiempo después del concilio de Aquileya, Justo disgustado del
mundo y suspirando por el retiro y la penitencia, dejó secretamente sus ovejas,
se dirigió á Marsella, y en compañía de un lector de su Iglesia, llamado
Viador, se embarcó para Alejandría, y se retiró á un monasterio del Egipto, sin
darse á conocer.
Un asesino que había apuñalado a dos personas en las calles de
Lyon, se refugió en la catedral.
San Justo le entregó a las autoridades,
a condición de que no le quitasen la vida, pero el pueblo se apoderó
del asesino y le dio muerte.
El santo obispo se sintió
responsable de ese asesinato y pensó que ello le hacía inepto para el
servicio del altar; por otra parte, desde tiempo atrás, deseaba
retirarse a servir a Dios en la soledad y tornó el incidente como
pretexto para renunciar a su sede.
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Pasados algunos años fué descubierto en la soledad por uno de sus
diocesanos: toda la comunidad quedó sorprendida del suceso, y la Iglesia de
Lyon así que lo supo, comisionó á un sacerdote, llamado Antíoco, para rogar al
santo volviese á la dirección de su rebaño, á lo cual no quiso nunca consentir.
Por los años 390 murió el venerable obispo en los brazos de Antíoco que no
había querido dejarlo. Su cuerpo fué después trasladado á Lyon, y su nombro,
ilustre en muchos milagros, fué colocado en el número de los santos.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc.
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