Nuestra Señora de Itatí
Reina de las selvas y los pueblos guaraníes
Los himnos más dulces que el pecho atesora
Que tierna escogiste, con ojos clementes,
Por reino Corrientes, por trono Itatí.
En vírgenes selvas que adornan la orilla
Do manso se humilla el gran Paraná
En santo Misterio alzaste la tienda,
Que al pobre le expenda de gracia el maná. (bis)
De pueblo fastuoso odiaste el murmullo,
Por dar al orgullo un claro mentís
Fue el indio su cuna, la Cruz su bandera,
La cruz que blandiera un hijo de Asís.
Más pobre, pequeño, tu pueblo María,
fe mar de alegría cual nuevo Belén
que allí de piedades abriste la fuente.
Que allí complaciente fulgura tu sien.
Enfermos, mendigos, el alma afligida,
Que pasan la vida en hondo quejar
El grande, el guerrero, el niño, el anciano
No ruegan en vano al pie de tu altar.
Tus gracias gozaron muy grandes naciones;
Lo sabe Misiones, el bello Uruguay;
Brasil su voz une al pueblo del Plata
Tus glorias relata también Paraguay.
Por eso a tu frente ceñimos coronas
De Reina y Patrona con grato fervor,
Pidiéndote, en cambio, nos des en el cielo
Divino consuelo, corona de amor.
Según la tradición, emigrando hacia el sur para escapar de los constantes ataques indígenas, llegaron los franciscanos desde Ciudad Real, provincia del Guayra (Paraguay), a la reducción de Yaguarí, a cargo de fray Luis Gámez (no Gómez) portando consigo una hermosa imagen de la Inmaculada Concepción que colocaron en un oratorio a orillas del río Tebacué.
Punta de piedra
Un nuevo ataque indio destruyó el lugar y la Virgen desapareció sin dejar rastros. Mucho tiempo después, un grupo de aborígenes que navegaba el Alto Paraná, muy cerca de la reducción de Santa Ana, encontró la imagen sobre una roca. La Virgen se hallaba envuelta por un brillo extraño y una música extremadamente bella sonaba alrededor.
Enterado fray Luis Gámez de aquel prodigio, mandó que llevasen la imagen a su reducción y así se hizo, pero en dos oportunidades regresó al mismo sitio en la que fue hallada anteriormente.
Comprendiendo los misioneros que aquello era voluntad de la Virgen, decidieron trasladar a ese lugar la reducción, epopeya que llevó a cabo fray Luis de Bolaños, sucesor de fray Luis Gámez, entre 1580 y 1608, quien llamó al nuevo pueblo con el nombre de Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí (“punta de piedra” en guaraní). Esta aparición es evocada en la tradición del Litoral como “la leyenda de Ita Huasi”.
Enterado fray Luis Gámez de aquel prodigio, mandó que llevasen la imagen a su reducción y así se hizo, pero en dos oportunidades regresó al mismo sitio en la que fue hallada anteriormente.
Comprendiendo los misioneros que aquello era voluntad de la Virgen, decidieron trasladar a ese lugar la reducción, epopeya que llevó a cabo fray Luis de Bolaños, sucesor de fray Luis Gámez, entre 1580 y 1608, quien llamó al nuevo pueblo con el nombre de Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí (“punta de piedra” en guaraní). Esta aparición es evocada en la tradición del Litoral como “la leyenda de Ita Huasi”.
Extraordinaria transfiguración
Esta imagen, tallada en madera, mide 1,26 metros de altura y nos muestra a la Virgen María, de cabello negro y piel un tanto morena, de pie sobre una media luna, con las manos juntas sosteniendo un rosario. Viste un manto azul y cubre su cabeza una túnica blanca.
El P. Bolaños, acompañado por fray Alonso de San Buenaventura, realizó proezas de evangelización en la región, edificando el templo y la casa parroquial de la reducción en 1608 y estableciendo la parroquia y el municipio de Itatí el 7 de diciembre de 1615.
Era párroco el asunceño fray Luis de Gamarra, sucesor de Bolaños, cuando tuvo lugar la primera transfiguración de la Virgen, en la Semana Santa de 1624. Dijo al respecto el padre Gamarra: “Se produjo una extraordinaria mudanza del rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”. La transfiguración duró varios días y se repitió varias veces en los años siguientes, volviendo a escucharse, más de una vez, la misma música que oyeron los indios cuando la encontraron en plena selva.
El P. Bolaños, acompañado por fray Alonso de San Buenaventura, realizó proezas de evangelización en la región, edificando el templo y la casa parroquial de la reducción en 1608 y estableciendo la parroquia y el municipio de Itatí el 7 de diciembre de 1615.
Era párroco el asunceño fray Luis de Gamarra, sucesor de Bolaños, cuando tuvo lugar la primera transfiguración de la Virgen, en la Semana Santa de 1624. Dijo al respecto el padre Gamarra: “Se produjo una extraordinaria mudanza del rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”. La transfiguración duró varios días y se repitió varias veces en los años siguientes, volviendo a escucharse, más de una vez, la misma música que oyeron los indios cuando la encontraron en plena selva.
Un portentoso milagro
A partir de entonces, se sucedieron curaciones y milagros a granel. El más significativo tuvo lugar en 1748 cuando los indios abipones intentaron atacar el pueblo y al llegar a sus puertas se abrió en la tierra una gigantesca grieta que les impidió seguir avanzando y asolar la reducción. La indiada huyó despavorida mientras los habitantes de Itatí acudían en masa a su iglesia para dar gracias frente a la imagen.
Entre 1825 y 1860 se asentaron en el lugar las primeras familias blancas que compraron la antigua reducción de los franciscanos, levantando allí un pueblo que crecería considerablemente a partir de 1880, con la llegada a nuestras costas del nuevo flujo migratorio.
Entre 1825 y 1860 se asentaron en el lugar las primeras familias blancas que compraron la antigua reducción de los franciscanos, levantando allí un pueblo que crecería considerablemente a partir de 1880, con la llegada a nuestras costas del nuevo flujo migratorio.
El Santuario que atrae multitudes
Ya convertida en Santuario, la gran Basílica fue visitada en 1935 por San Luis Orione quien de él tomó posesión el 25 de enero de ese mismo año. Para entonces, ya más de dos millones de peregrinos, oriundos no solo de la Argentina sino de otros países iberoamericanos, la visitaban anualmente.
El célebre poeta Carlos Guido Spano compuso un himno en su honor titulado “Señora de las selvas y los pueblos guaraníes”, cuyas más sentidas estrofas rezan así:
El célebre poeta Carlos Guido Spano compuso un himno en su honor titulado “Señora de las selvas y los pueblos guaraníes”, cuyas más sentidas estrofas rezan así:
Señora de las selvas
Y pueblos guaraníes
¡Que dulce nos sonríes,
Divina aparición!
Escucha aqueste himno,
De férvida alabanza
Con vuelos de esperanza
Nacida en la oración.
Fuente: García, Pablo B., F.M.S. “María, reina y madre de los argentinos” http://radiomaria.org.ar/content.aspx?con=729
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