jueves, 25 de julio de 2024


Apariciones de Santiago en Hispanoamérica


Por ser menos conocidas entre nosotros las apariciones del Apóstol Santiago durante la conquista de América, transcribimos a título ilustrativo, el interesante relato del famoso historiador del Perú, Inca Garcilaso de la Vega, sobre la aparición del Apóstol, recordada en una lápida fijada en la pared externa de la Capilla del Triunfo, situada en la plaza de Armas de Cuzco, al lado izquierdo de la Catedral. En la misma capilla hay un cuadro que representa el momento en que la Virgen, teniendo a su diestra al Apóstol Santiago y a su izquierda al profeta Elías, bajó a proteger a los españoles que se encontraban en trance de muerte (Cfr. Cuzco in Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe).
Doscientos españoles —dice El Inca Garcilaso de la Vega— fueron cercados en el Cuzco por doscientos mil indios durante ocho meses. Viéndose en situación tan difícil, resolvieron morir peleando todos en un día en vez de aguardar la muerte por hambre o por heridas. Después de confesarse e invocar a los santos de su devoción, salieron al amanecer dispuestos a morir como valientes cristianos. Así describe Garcilaso lo que sucedió en la batalla: "Arremetieron a los indios, llamando a grandes voces el nombre de la Virgen y el de su defensor Apóstol Santiago. (...) Al cabo de cinco horas que así peleavan, se sintieron los fieles cansados, y sus cavallos andavan ya desalentados. (...) A esta hora y en tal necesidad, fué Nuestro Señor servido favorescer a sus fieles con la presencia del bienaventurado Apóstol Santiago, patrón de España, que apareció visiblemente delante los españoles que lo vieron ellos y los indios encima de un hermoso cavallo blanco, embraçada una adarga, y en ella su divisa de la orden militar, y en la mano derecha una espada que parescía relámpago, según el resplandor que echava de sí. Los indios se espantaron al ver el nuevo cavallero, y unos a otros descían: 'Quién es aquel Viracocha que tiene la illapa en la mano' (que significa relámpago, trueno y rayo). Dondequiera que el sancto acometía, huían los infieles como perdidos y desatinados ahógavanse unos a otros huyendo de aquella maravilla. (...) Con lo cual los españoles se esforçaron y pelearon de nuevo, y mataron ¡numerables enemigos, sin que pudiessen defenderse, y los indios acobardaron de manera que huyeron a más no poder y desampararon la pelea.” (GARCILASO DE LA VEGA, Historia General del Perú, T.1, p. 177).

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