martes, 18 de julio de 2023

S A N T O R A L

      DEFINICIÓN DE LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA

Dios para quien mil años son como un día y que combina los tiempos en su Verbo eterno,
destinaba para una gran gloria al 18 de Julio.
En este día, en efecto, del año 1870, el Concilio Ecuménico del Vaticano, presidido por Pío IX, definió en su Constitución Pastor aeternus la plena, suprema e inmediata autoridad del Romano Pontífice sobre todas las Iglesias, y pronunciaba por lo mismo el anatema contra quien no reconociese la infalibilidad personal del Pontífice mismo Romano al hablar ex Cathedra, es decir, al definir la doctrina como Pastor universal en materia de fe y costumbres. Débese notar que en estos días, (domingo de mediados de julio) celebran los griegos la memoria conjunta de los seis primeros concilios generales de Nicea, de Constantinopla, Efeso, Calcedonia, segundo y tercero de Constantinopla. Vivimos pues en este período del año litúrgico fiestas esplendorosas.




El dogma de la infalibilidad pontificia se declaró tal cual  en la encíclica Pastor Aeternus promulgada por Pío IX, en el marco del Concilio Vaticano I, refrendada por el conjunto de los Obispos,  en los siguientes términos:
 "...con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando, ejerciendo su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, en virtud de su Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de Fe o Costumbres y enseña que debe ser sostenida por toda la Iglesia, 
posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por lo mismo, las definiciones del Obispo de Roma son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la Iglesia. De esta manera, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de contradecir ésta, nuestra definición, sea anatema".


LOS MÁRTIRES

En este mundo, no lo olvidemos, el martirio es sobre todo el acto supremo de la fe, que merece y produce la luz. No dudemos de que la Sabiduría divina haya juntado los dos hechos que la Iglesia nos recuerda en este día, ella para quien, desde el trono de su eternidad es como un juego el peso, la medida y los números de este mundo. Estimemos en su justo valor, como hijos de la luz, los rayos que llegan hasta nosotros desde las colinas eternas. Son la gracia excelente que el apóstol Santiago, hermano del Señor, nos muestra que desciende del cielo, a quien llama, en cuanto fuente de todo bien perfecto, Padre de las luces; son el precio de la sangre que nuestros padres han derramado para defender y desembarazar siempre más, en su amplitud divina, la palabra confiada por el Verbo a la Iglesia.
Unámonos a este culto y a estos honores al repetir la Colecta de Misa; "Oh Dios que nos concedes celebrar el aniversario de tus santos mártires Sinforosa y de sus hijos; concédenos gozar de su compañía en la felicidad eterna." Por Jesucristo Nuestro Señor.

Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer 

SANTA SINFOROSA, Y SUS SIETE HIJOS, MÁRTIRES

El bienaventurado San Getulio Zolico fue martirizado en Liorna, en tiempo del emperador Adriano, en compañía do Cerario, Amancio, y Primitivo. Había sido casado con una santa matrona, llamada Sinforosa, de la cual tuvo siete hijos varones, cuyos nombres son Crescendo, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo, y Eugenio: los cuales con su santa madre se retiraron á la ciudad de Tibuli, donde hoy día hay una cisterna seca, en la cual se dice, que estuvieron escondidos en tiempo de aquella persecución. Mas en fin santa Sinforosa fué presa con sus hijos: y como no pudiese el emperador con blanduras, promesas, y amenazas, persuadir á la santa madre, que sacrificase á los ídolos, mandóla dar muchas heridas en su rostro, y colgarla de los cabellos, y tenerla suspensa en el aire. De allí la buena madre amonestaba a sus hijos, que siendo ellos varones, no se dejasen vencer de ella, que era mujer flaca, en padecer tormentos con alegría por Jesucristo: que se acordasen de su padre, e imitasen su esfuerzo y valor: que mirasen, que ella era su madre, y moría allí delante de sus ojos: y que tuviesen por cierto, que los tormentos no eran tan atroces, como parecían, y que el galardón, que por ellos se daba, era mayor que el entendimiento humano podía comprender. Con estas y otras razones animó la santa madre á sus santos hijos: y el tirano tomó tanto enojo, que la mandó dar muchos golpes, allí colgada de los cabellos, como estaba: y finalmente, atada á su cuello una grande piedra, echarla en un río, donde dio su espíritu á Dios. Su cuerpo sepultó Eugenio, hermano suyo, que en Tibuli era hombre principal. A los siete hijos mandó el emperador otro día atar á siete palos, y matar con diferentes muertes.
Crescencto murió atravesado por la garganta con una lanza: Juliano por el pecho: Nemesio por el corazón: Primitivo por el vientre: Justino fué desmembrado, y hecho cuartos: Estacteo herido por todo el cuerpo, y despedazado; y Eugenio partido por el pecho en dos partes. Sus santos cuerpos fueron echados en una sima. Hay en la vía Tiburtina hoy día una noble y antigua memoria de santa Sinforosa, cuyas reliquias, y de sus santos hijos fueron con el tiempo trasladadas á Roma, y en nuestros días, siendo sumo pontífice Pió IV, se hallaron en la diaconía de san Ángel de la Pesquería, con una lámina de plomo, con estas palabras escritas en latín: Hic requiescunt corpora sanctorum martyrum Simphorosæ, viri sui Zotici, et filiorum ejus, a sancto Stephano papa translata: Aquí reposan los cuerpos de los santos mártires Sinforosa, y de Zotico, su marido, y de sus hijos, los cuales trasladó Estévan, papa.

Celebra la Iglesia su fiesta á 18 de julio; y fué su martirio el año del Señor de 138, y  el diez y nueve del imperio de Adriano.

Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc.

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