SAN MARCELO, CENTURIÓN, Y DOCE HIJOS SUYOS, TODOS MÁRTIRES
Entre
los muchos ilustres mártires que ha habido en España, uno es san Marcelo,
soldado y centurión, ó capitán de cien soldados [en realidad una centuria
estaba integrada por ochenta soldados, N. de la R.], así por haber él
muerto gloriosamente por Cristo, como por haber por su ejemplo animado á doce
hijos suyos, para que le siguiesen y diesen alegremente su vida por aquel Señor
que por ellos había dado la suya en la cruz. Del padre y de los hijos
hablaremos aquí, y referiremos lo que hallamos en las historias eclesiásticas y
en algunos breviarios y santorales antiguos de España.
El
martirio de san Marcelo, escrito por los notarios de su mismo tiempo, referido
por el padre Fr. Lorenzo Surio en su quinto tomo á los 30 de octubre, resumido
en pocas palabras, fué de esta manera. Celebrando las legiones militares de la
provincia de Galicia el nacimiento del emperador Diocleciano con coronas de
flores y rosas en sus cabezas, y llegándose á ofrecer el incienso que llevaban
en las manos, á una estatua del mismo emperador; Marcelo, centurión de la
legión, llamada Trajana, que se hallaba presente, abominando (como era razón)
tan detestable sacrificio con desprecio, no quiso ofrecer el incienso. Causó
esto admiración á los otros soldados, y comenzaron á amonestarle que
sacrificase y se conformase con los demás; y él encendido en el amor de Dios, y
menospreciando las honras y bienes de la tierra, se quitó el cíngulo militar, y
arrojóle con la espada, confesando claramente que era cristiano.
Fué
acusado delante de Fortunato, tribuno de aquella legión, y presidente de
aquella provincia: hablóle y respondiólo Marcelo con gran libertad; y él lo
mandó llevar aprisionado á la ciudad de León, para oírle allí otra vez.
Examinóle la segunda vez, y de la plática resultó que Fortunato le envió aprisionado
á Agricolao, prefecto del pretorio, que á la sazón se hallaba en la ciudad de
Tánger, metrópoli de la provincia Tingitana, en África, que en aquel tiempo
estaba sujeta á ia jurisdicción del presidente de España. Llevóle á cargo un
soldado, llamado Cecilio Arba: padeció san Marcelo grandes trabajos en aquel
largo camino, por ir con prisiones y sin ningún regalo.Después que llegó, y fué
preguntado por Agricolao sobro el caso. y Marcelo hubo respondido grave y
constantemente á sus preguntas, y confesado claramente lo que había hecho y
dicho, y que era cristiano, y que no se dejaría vencer de temor ni espantos, ni
tormentos, para apartarse un punto de la confesión de Jesucristo; el prefecto
pronunció sentencia en la forma siguiente contra él: Es mi voluntad y mando que
sea degollado Marcelo; porque públicamente violó y quebrantó el juramento del
cargo de centurión, en que servía en la guerra, renunciándolo y echándolo de
sí, y en la audiencia del presidente dijo palabras de desatino y locura. Oyendo
esta sentencia Marcelo, dijo: Dios le haga bien; y con esto fué degollado. Su
cuerpo fué allí sepultado, y en tiempo de los reyes católicos don Fernando y
doña Isabel, por buena diligencia de un clérigo, llamado Isla, fué trasladado
de Tánger á León, y puesto en una iglesia de su nombre de san Marcelo, que es
la más principal parroquia de la ciudad. Está el santo cuerpo sobre el altar
mayor en una arca dorada de muy lindo talle. En el breviario antiguo de aquella
ciudad se dice, que la mujer de san Marcelo se llamó Nona, y que cuando supo la
muerte de su marido y de algunos de sus hijos, rogó á Dios que la llevase para
sí, y que murió luego. Tiénenla por santa, y en gran reverencia, y también un
pozo en que dicen que estuvo el cuerpo de Nona algún tiempo. El martirio de san
Marcelo fué por los años del Señor de 298, imperando Diocleciano. El
Martirologio romano y el de Reda, y los demás, hacen mención de él á los 30 de
octubre, y el breviario toledano pone un himno de su martirio y gloriosa
corona.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del
año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que
comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset,
Butler, Godescard, etc
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