SANTA ÚRSULA, Y LAS ONCE MIL VÍRGENES, MÁRTIRES
Arcón relicario con los restos de Santa Úrsula |
Siendo emperador Graciano, hijo del emperador Valentiniano,
el mayor, un capitán suyo, llamado Máximo, hombre muy valeroso, natural de la
isla de la Bretaña (que ahora llamamos Inglaterra), se le rebeló, y fué alzado
del ejército, y aclamado emperador, y él con el favor de los soldados, y de los
otros naturales de Inglaterra, sus amigos y conocidos, entró en las Galias
(que. ahora es Francia) y se apoderó de ellas, especialmente de una provincia,
que entonces se llamaba Armórica, y ahora se llama Bretaña; porque los
britannos ó ingleses la sojuzgaron y asolaron con tan grande estrago y furor,
que matando á los naturales, la dejaron yerma y sin gente. Quiso Máximo poblar
aquella provincia, porque le venía á cuenta, para conservar las de Inglaterra y
Francia. Para esto repartió á sus soldados, venidos de Inglaterra, los campos y
tierras fértiles de la menor Bretaña, para que las cultivasen y gozasen de sus
frutos. Pero para que los soldados se pudiesen casar y tener sucesión, y
arraigarse en aquella tierra y provincia, donde no había mujeres, por haberlas
muerto; parecióle enviar á las islas de Bretaña, que comprenden á Inglaterra, Escocia
é Irlanda, por gran número de doncellas, para que traídas á la nueva y menor
Bretaña, se casasen con los soldados, que por la mayor parte eran naturales de
su misma patria. El capitán más principal de todo aquel ejército era Canano,
persona de gran linaje, y uno de los señores más estimados de Inglaterra, á
quien Máximo había hecho su lugarteniente y prefecto de todos los puertos de
aquella costa. Pidió Canano por mujer á una doncella nobilísima, hija de
Dionocio, rey de Cornuvalla, por nombre Úrsula, en la cual concurrían todas las
dotes de honestidad, hermosura y gracia que se desean en las mujeres.
Buscáronse por todas aquellas provincias de Bretaña once mil doncellas para el
efecto que habernos dicho, y para que acompañasen á Úrsula, que había de ser
capitana, y como señora de las demás.
De las doncellas, unas iban de buena gana, y otras contra su voluntad; pero como era fuerza y mandato de Máximo (que ya era emperador, ó como, por mejor decir, tirano), que quisieran, ó que no, hubieron de obedecer. Embarcáronse en algunos navíos, que, para pasarlas á la nueva provincia de Bretaña, estaban aprestados. Fué nuestro Señor servido, que en saliendo las naves del puerto, tuvieron los vientos tan contrarios, que en lugar de llevar aquella armada y bienaventurada compañía hacia Bretaña, la arrebataron y llevaron á la parte contraria, con tan grande ímpetu, que pasando delante de las islas de Zelanda y Holanda, embocó por el río Rhin, que es muy caudaloso, ancho y profundo, y llegó á aquellas partes donde el mar se explaya con crecientes y menguantes.
En el mismo tiempo que esto sucedió, el emperador Graciano, sabiendo
lo que Máximo había hecho en Inglaterra y en Francia, y que se trataba, como
emperador y señor, y no como capitán y criado suyo; para reprimirle y
castigarle, había llamado á su servicio á los pictones, y á los hunos, gente
feroz cruel y bárbara, que había vencido á los godos, y hecho cosas hazañosas y
espantosas en las armas. Estos, debajo de Melgo, capitán de los pictones, y de
Gauno, general de los hunos, y con una armada poderosa, comenzaron á infestar
el mar, y correrle, como corsarios, robando y arruinando todo lo que podían,
con intento de pasar á Inglaterra, para echar de ella á Máximo, tirano, y
servir al emperador Graciano, que para esto les daba el sueldo. Halláronse los
bárbaros á la misma sazón que llegaron las vírgenes, en aquel paraje: y
conociendo que eran naves enemigas, y de Máximo, contra quien ellos venían, embistieron
con ellas. Cuando vieron que venían cargadas de doncellas: como eran tan
deshonestos y lascivos, como crueles y feroces, pretendieron hacerlas fuerza y
afrentarlas: más las santas doncellas, animándolas su capitana y maestra santa
Úrsula, se determinaron á perder antes la vida, que la castidad. Y como con
obras y con palabras mostrasen su gran valor y constancia, y que por no ofender
á Dios, estaban aparejadas á cualquier pena y tormento; convirtiendo los bárbaros el amor en
furor, y en aborrecimiento de la fé cristiana, dieron en ellas, como lobos en
un rebaño de corderas, y á todas las pasaron á cuchillo, para no detenerse allí,
y llegar presto á Inglaterra, que entendían estaba sin gente por haber sacado
Máximo los soldados de ella. De toda aquella santa y virginal compañía no quedó
con vida sino una doncella, llamada Córdula, que con temor mujeril, al tiempo de
la matanza, se escondió; más visto lo que pasaba, y que todas las otras sus
compañeras habían sido martirizadas, animada por el Señor, que las había todas
escogido para sí, al otro día se descubrió, y fué martirizada, como dice el
Martirologio romano. Las más principales vírgenes, que allí derramaron su
sangre por la fé de Cristo, y por su limpieza, fueron (como dice Adon) santa Úrsula,
guía, cabeza y caudillo de todas, Sentía, Gregoria, Pinnosa, Mardina, Saula,
Britula, Saturnina, Saturnia, Rabacia, Paladia, Clemencia y Grata.
El día que
murieron, triunfó Cristo, su dulce esposo, en las santas doncellas, de la
infidelidad, y de la carnalidad del pecado y del infierno, y declaró cuánto más
poderosa es la virtud del cristiano, para sufrir la muerte, que la crueldad del
demonio, y de sus ministros, para dársela, y que sus soldados, cayendo se levantan,
y muriendo vencen, y son coronados de eterna gloria. Los cuerpos de las santas
vírgenes fueron recogidos de los fieles con gran devoción, y llevados á la
ciudad de Colonia, que está sobre el mismo Rhin, donde se fundó un célebre
monasterio de monjas, y en él hoy día se ven muchas de las cabezas de estas
santísimas vírgenes, y son reverenciadas con singular devoción, aunque por muchas
partes de toda la cristiandad se han repartido. Muchos creen que el lugar,
donde ahora están los sagrados cuerpos de las vírgenes, es el mismo donde las
mataron; porque la tierra de aquella iglesia no admite ningún cuerpo muerto, aunque
sea de niño recién bautizado, si lo entierran en ella, y antes de la noche lo
echa de sí, como lo escribe el obispo Lindano: tomando esto por señal que no
quiere Dios que ningún otro cuerpo esté enterrado donde están los de tantas y
tan ilustres vírgenes y mártires, esposas suyas, que allí dieron su purísima
sangre por la confesión de su fé, y defensa de su castidad. También se dice que
santa Úrsula, y sus santas compañeras, á la hora de su muerte favorecen á los
que en vida tienen con ellas devoción, y se les encomiendan. El martirio de
estas vírgenes fué, según Baronio, el año del Señor de 383, imperando Graciano
y Valentiniano, su hermano, y Teodosio el mayor, á quien Graciano había hecho
compañero suyo en el imperio, por verse tan apretado por todas partes de las
armas de infinitos bárbaros, y necesitado de socorro de un tan valeroso capitán;
y fué á los 21 de octubre, y aquel día lo celebra la santa Iglesia. De las once
mil vírgenes (á más de los autores que habernos referido) escribieron
Wandalberto, que floreció por los años del Señor de 850; Sigiberto, monje del
monasterio gemblacense, que há casi quinientos que escribió; Rogerio
Cisterciense, Ricardo Premonstralense; Claudio de Rota; Bonfinio, en la
Historia de las cosas de Hungría; Pedro de Natalibus; Polidoro Virgilio, en la
Historia de Inglaterra, y más copiosamente el P. Fr. Lorenzo Surio en el tomo V
de las Vidas de los santos.
De las doncellas, unas iban de buena gana, y otras contra su voluntad; pero como era fuerza y mandato de Máximo (que ya era emperador, ó como, por mejor decir, tirano), que quisieran, ó que no, hubieron de obedecer. Embarcáronse en algunos navíos, que, para pasarlas á la nueva provincia de Bretaña, estaban aprestados. Fué nuestro Señor servido, que en saliendo las naves del puerto, tuvieron los vientos tan contrarios, que en lugar de llevar aquella armada y bienaventurada compañía hacia Bretaña, la arrebataron y llevaron á la parte contraria, con tan grande ímpetu, que pasando delante de las islas de Zelanda y Holanda, embocó por el río Rhin, que es muy caudaloso, ancho y profundo, y llegó á aquellas partes donde el mar se explaya con crecientes y menguantes.
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Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc. |
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