Santa Teresa de Jesús
Un esplendor en el firmamento de la Iglesia
Entre los santos que marcaron a fondo la vida de la
Iglesia, no sólo en su época, sino en todos los tiempos, figura esta
gran Santa, Reformadora del Carmelo, Doctora de la Vida Espiritual,
mística incomparable y uno de los pilares de la Contra-Reforma católica
en oposición al protestantismo.
Plinio María Solimeo
Santa Teresa de Ávila es unánimemente considerada uno de
los mayores genios que la humanidad ya produjo.
Incluso ateos y librepensadores se ven obligados a enaltecer su viva y aguda inteligencia, la fuerza persuasiva de sus argumentos, su estilo vivo y atrayente y su profundo sentido común. El gran Doctor de la Iglesia, San Alfonso María de Ligorio, la tenía en tan alta estima que la escogió como su patrona, y a ella se consagró como hijo espiritual, enalteciéndola en muchos de sus escritos. Su fiesta transcurre el día 15 de este mes.
Incluso ateos y librepensadores se ven obligados a enaltecer su viva y aguda inteligencia, la fuerza persuasiva de sus argumentos, su estilo vivo y atrayente y su profundo sentido común. El gran Doctor de la Iglesia, San Alfonso María de Ligorio, la tenía en tan alta estima que la escogió como su patrona, y a ella se consagró como hijo espiritual, enalteciéndola en muchos de sus escritos. Su fiesta transcurre el día 15 de este mes.
Extrema humildad de una Doctora de la Iglesia
“El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me
bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para
ser buena”, confiesa ella con humildad al inicio de su autobiografía1, que muchos consideran que apenas encuentra paralelo en las Confesiones, de San Agustín.
Realmente, sus padres —don Alfonso Sánchez de Cepeda y
doña Beatriz de Ahumada, con quien éste se casó en segundas nupcias—
estimaban la virtud, y “tenían muchas”. Don Alfonso era “de
mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aún con los
criados [...] de gran verdad [...] muy honesto en gran manera”. Al paso que doña Beatriz era de “grandísima honestidad [...] muy apacible y de harto entendimiento”.2 Ese elogio, en boca de la futura Doctora de la Iglesia, tiene mucho peso.
Tercera de nueve hijos del segundo matrimonio de don Alfonso (que del primero tuviera una hija y un hijo 3),
Teresa nació el 28 de marzo de 1515. Inteligente, alegre, viva, dotada
de un corazón de oro, con capacidad de adaptarse a cualquier
temperamento. Ella misma lo reconoce: “en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese, y así era muy querida”.4 Lo cual la volvió pronto la precoz confidente de la madre y la preferida del padre y sus hermanos.
Martirio, Cruzadas, Caballería
Doña Beatriz, desde temprano, la inició en la vida de
piedad, especialmente en el rezo del rosario y en la lectura de libros
religiosos — que era entonces el único género que entraba en aquel
hogar. La vida de santos y el modo como conquistaron la corona del
martirio arrebataron a Teresa. A los siete años convenció a uno de sus
hermanos, un año menor, a acompañarla a tierra de moros a la búsqueda
del martirio, lo cual revela también su admiración por las Cruzadas.
Monasterio carmelita de la Encarnación, en Ávila, donde Santa Teresa vivió 29 años |
conventual íntegra.
En el Carmelo: enfermedades y probaciones
No habiendo aún alcanzado los veinte años, Teresa entró,
a escondidas de su padre, que la quería mucho, en el Convento de la
Encarnación, de las Carmelitas. Razón de la elección: en él tenía a una
gran amiga.
Según sus coetáneos, Teresa “tenía particular aire y gracia en el andar, en el hablar, en el mirar, y en cualquier acción o gesto que hiciese, o cualquier estado de espíritu que mostrase. El vestido o ropa que traía, aunque fuese el pobre hábito de sayal de su Orden o un harapo remendado que vistiese, todo le caía bien”.5
Según sus coetáneos, Teresa “tenía particular aire y gracia en el andar, en el hablar, en el mirar, y en cualquier acción o gesto que hiciese, o cualquier estado de espíritu que mostrase. El vestido o ropa que traía, aunque fuese el pobre hábito de sayal de su Orden o un harapo remendado que vistiese, todo le caía bien”.5
Un año después de su profesión religiosa, Teresa quedó
gravemente enferma, sufriendo innumerables tratamientos en manos de
médicos, que más le hicieron mal de que bien. Estuvo por casi tres años
paralítica y fue milagrosamente curada por San José. Entró después,
según ella afirma, en una fase de tibieza espiritual que duró veinte
años. No parece haber sido así, porque incluso entonces recibía inmensas
gracias. Hasta que un día, viendo en un oratorio del convento una
imagen de Nuestro Señor llagado, con aquella vida y realismo que sólo
los españoles de los buenos tiempos eran capaces de reproducir, ella
sintió tanta compunción, que se postró a sus pies, diciendo que no se
levantaría mientras no fuese atendida en su pedido de mejoría
espiritual. “Creo cierto [que aquella súplica] me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde entonces”. “A esta causa —afirma— era tan amiga de imágenes”.6 Nótese que en la época recorría Europa un furor contra las imágenes, proveniente de las nefastas doctrinas de Lutero.
Corazón transverberado y otros fenómenos místicos
Los fenómenos místicos que Teresa experimentaba dejaban
desconcertados a sus confesores y directores, de los cuales tuvo mucho
que sufrir. A veces tenía arrobos y éxtasis en la iglesia, en público,
lo que era objeto de comentarios de toda la pequeña Ávila de entonces:
¿viene de Dios? ¿viene del demonio? Cada uno tenía su opinión. Fue
preciso que dos santos, San Francisco de Borja y San Pedro de Alcántara,
con su autoridad, le confirmasen el origen divino de esas experiencias y
la incentivasen a no oponer obstáculos a la acción del Señor. Favores
místicos, ella recibió muchos, como el “noviazgo espiritual”, la transverberación de su corazón por un Serafín y el “desposorio místico” con Cristo.
Tormentos terribles causados por el demonio
Es comprensible que, habiendo tantas apariciones divinas, algunas veces el demonio procurase engañarla. “Estaba una vez en un oratorio, y aparecióme [el demonio] hacia
el lado izquierdo, de abominable figura. [...] Otra vez me estuvo cinco
horas atormentando, con tan terribles dolores y desasosiego interior y
exterior, que no me parece se podía ya sufrir. [...] De muchas veces
tengo experiencia que no hay cosa [el agua bendita] con que huyan
más para no tornar. [...] El caso es que ya tengo tan entendido su poco
poder, si yo no soy contra Dios, que casi ningún temor los tengo.
Porque no son nada sus fuerzas, si no ven almas rendidas a ellos y
cobardes, que aquí muestran ellos su poder”.7
Cierto día fue llevada en espíritu al infierno, donde le fue mostrado el lugar que merecería, si no fuese fiel. “Ello
fue en brevísimo espacio, mas aunque yo viviese muchos años, me parece
imposible olvidárseme. [...] Sentí un fuego en el alma, que yo no puedo
entender cómo poder decir de la manera que es. [...] Y así torno a decir
que fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho, porque me
ha aprovechado mucho, así para perder el miedo a las tribulaciones y
contradicciones de esta vida, como para esforzarme en padecerlas y dar
gracias al Señor que me libró, a lo que ahora me parece, de males tan
perpetuos y terribles”.8
Apreciaba a la Santa Inquisición
Portadocumentos de Santa Teresa |
Memorable epopeya de las fundaciones
El año 1562, Teresa comenzó la reforma del Carmelo,
fundando el Convento de San José, de Ávila, el primero a observar en
todo su rigor la antigua regla. Cinco años más tarde, visitando el
Superior General del Carmen ese convento, quedó tan encantado con la
santidad que veía en él, y con la personalidad de Teresa, que le dio a
ella permiso para fundar otros conventos de observancia, inclusive dos
de frailes. Comenzó entonces el período épico de las fundaciones, en el
cual la indómita Teresa, con algunas compañeras, en un carro de lona
jalado por burros, por los rudimentarios caminos de la época, recorre
España fundando conventos. La descripción que ella hace de esa saga, en
el Libro de las Fundaciones, muestra el heroísmo y la fuerza de alma que demostraron la Madre y sus hijas en esa impresionante aventura.
San Juan de la Cruz, cofundador con la Santa de la rama masculina de los Descalzos, tuvo, como ella, mucho que sufrir por eso.
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Viático de Santa Teresa de Jesús -Museo del Prado- |
En fin, “Santa Teresa posee una de las más bellas
plumas de la literatura española. Ella es, por lo demás, la escritora más
instintiva producida por el genio español, y tal vez por el genio cristiano.
[...] La experiencia es su maestra: arrastrándonos a su propio camino,
ella nos conduce de la tibieza a la virtud, a la santidad, a la contemplación,
al interior mismo de lo divino. Su intuición descubre los pliegues secretos del
hombre con la lucidez más fina; contempla y devela las profundidades de Dios en
la unión mística más íntima. Ello, junto a un sentido común sólido y luminoso,
con una franqueza humilde y encantadora, con una elegancia que seduce y cautiva,
con un arrebatamiento alegre y entusiasta: la alegría que nace del amor Porque
ella es amor y solamente amor. Amor activo, que la lleva a fundar dieciséis
monasterios y la hace arder de celo por su Señor y por la Iglesia”.11
Serían necesarios varios libros para escribir la obra de
Santa Teresa y la decisiva influencia que ejerció, no sólo en la
Contra‑Reforma católica contra el protestantismo, sino en la vida futura
de la Iglesia. Esta gran santa entregó su alma a Dios el 4 de octubre
de 1582. Ya en 1614, siendo aún bienaventurada, fue escogida como
Patrona de España, de la cual es hija grandemente ilustre.
Notas.-
1. El Libro de la Vida, Editorial Monte Carmelo, Burgos, 4ª ed., 1998, 1, 1.
2. Id., 1, 1,2.
3. Cf. Efrén de la Madre de Dios O.C.I. y Otger Steggink O. Carm., Tiempo y Vida de Santa Teresa, B.A.C., Madrid, 1977, p. 12, n. 66.
4. El Libro de la Vida, 2, 8.
5. María de San José, Libro de Recreaciones VIII, p. 97, in Efrén, p. 26, y Prov. of the Teresian Carmel in Austria (webmaster@karmel.at).
6. El Libro de la Vida, 9, 6.
7. Id., 31, 2,3,4,11.
8. Id., 32, 1,2,4.
9. Cf. Id., 33, 5.
10. Efrén de la Madre de Dios, op. cit., pp. 680-681.
11. Théodule Rey-Mermet C.R.S.S., Alfonso de Ligorio - una opción por los abandonados, Editora Santuario, Aparecida, 1984, p. 156.
2. Id., 1, 1,2.
3. Cf. Efrén de la Madre de Dios O.C.I. y Otger Steggink O. Carm., Tiempo y Vida de Santa Teresa, B.A.C., Madrid, 1977, p. 12, n. 66.
4. El Libro de la Vida, 2, 8.
5. María de San José, Libro de Recreaciones VIII, p. 97, in Efrén, p. 26, y Prov. of the Teresian Carmel in Austria (webmaster@karmel.at).
6. El Libro de la Vida, 9, 6.
7. Id., 31, 2,3,4,11.
8. Id., 32, 1,2,4.
9. Cf. Id., 33, 5.
10. Efrén de la Madre de Dios, op. cit., pp. 680-681.
11. Théodule Rey-Mermet C.R.S.S., Alfonso de Ligorio - una opción por los abandonados, Editora Santuario, Aparecida, 1984, p. 156.
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