SANTA BERNARDITA DE SOUBIROUS
En Navidad, una pastora, Genoveva, era admitida con los
pastores de Belén junto al pesebre del divino Emmanuel. Poco después la
Liturgia nos mostraba al Señor, en los comienzos de su vida, buscando los
Apóstoles de su reino, los mensajeros de su doctrina, no entre los poderosos y
los ricos, sino entre unos pobres e ignorantes pescadores. “Porque Dios, dice
San Pablo, ha escogido lo que es considerado como más débil en el mundo para
confundir a los fuertes.” La Santísima Virgen tiene las mismas preferencias.
Las apariciones y el mensaje de nuestra Señora
Queriendo ilustrar de manera maravillosa la definición
dogmática de Pío IX, que la declaraba Inmaculada en su Concepción, se apareció
en un siglo materialista infatuado por su ciencia, a la hija de unos sencillos
molineros, pastorcita ignorante de la comarca de Bigorre, que no tenía más
conocimientos científicos que los rudimentos del catecismo, y la dijo: “Yo soy
la Inmaculada Concepción.”
A esta niña, rica solamente “en el candor de su alma
exquisita” quiero confiarla un gran mensaje: un mensaje de oración y penitencia
para los pecadores.
Desde el día 2 de febrero al 16 de julio de 1858,
Bernardita Soubirous, a los catorce años, tuvo la dicha de contemplar dieciocho
veces la belleza incomparable de la Reina del cielo. Lo único que María la
autorizó comunicarnos de sus éxtasis, oraciones y conversaciones, se reduce a
estas dos palabras: ¡Oración! ¡Penitencia!
El Señor vino a la tierra no sólo para multiplicar los
milagros a su paso, sino para llamar a los hombres a la penitencia y
rescatarles con su sangre. Y ahora nuestra Señora se aparece en Lourdes, no
para hacer brotar bajo las manos de su confidente la fuente que curará a tantos
enfermos, sino para hacer al mundo una llamada apremiante a la penitencia y a
la oración y si pide que se la levante una capilla y que se venga allí en
procesión, es para hacer bajar con abundancia sobre las almas los beneficios de
la Redención.
Vida de oración y de penitencia
Más tarde, en el silencio del claustro, Bernardita
continuó proclamando su mensaje no tanto con sus palabras, como con su vida de
oración, de sacrificio y de amor tiernísimo para con Nuestra Señora. “Oh Jesús,
oh María—decía—haced que todo mi consuelo en este mundo consista en amaros y
sufrir por los pecadores. Que yo misma sea un crucifijo viviente, transformada
en Jesús... Tengo que ser víctima... Llevaré con valentía y generosidad la
cruz oculta en mi oración. Mi ocupación es sufrir...” Humillaciones,
incomprensiones, enfermedades fueron acogidas por ella como los medios más
eficaces para obtener la conversión de los pecadores. Todas sus fervientes y
continuas oraciones y las Ave Marías incontables que rezaba, todas pedían el
mismo favor: “Puesto que no sé nada—decía humildemente— puedo, por lo menos,
rezar el rosario y amar a Dios con todo mi corazón” y además: “¡Ha recomendado
tanto la Santísima Virgen rogar por los pecadores! ”
Durante la última Semana
Santa que pasó sobre la tierra, unió sus sufrimientos y su oración a los del
Salvador del mundo: “Jesús concédeme, por favor el pan de la paciencia para
soportar las penas que sufre mi corazón.
¿Jesús, quieres crucificarme? ¡Fiat!” Las campanas
doblaron a gloria de Resurrección..., y el miércoles de Pascua, por la mañana,
rezaba su última oración, con los labios sobre el crucifijo: “Dios mío, te amo
con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas...” Y unos
momentos después del último saludo a María “Santa María, Madre de Dios, ruega
por mí, pobre pecadora.” Y Santa Bernardita subió al cielo al acabar su Ave
María.
Vida
Bernardita nació en Lourdes el 7 de enero de 1844. Desde su infancia fué dotada de las mejores cualidades de sencillez y de piedad. Desde el 11 de febrero al 16 de julio de 1858 fué favorecida con las apariciones de la Santísima Virgen María que la recomendó tres cosas: Rezar el Rosario, orar y hacer penitencia por los pecadores. Los aplausos de las multitudes nunca turbaron su sencillez. En 1866 ingresó en el convento de Nevers de las Hermanas de la Caridad, donde se mostró siempre perfecto modelo de fidelidad religiosa, siempre cuidadosa de ocultarse ante los demás y devotísima de la Eucaristía, de la Pasión y de la Inmaculada Concepción. Sufrió largas y crueles enfermedades y el 16 de abril de 1879, entregó su alma inocente a Dios, a la edad de 35 años. Su cuerpo se conserva incorrupto en Nevers. Santa Bernardita fué beatificada en 1925 y canonizada en 1933 por el Papa Pío XI.Súplica
Santa Bernardita, cuando te buscaban los visitantes,
mientras vivías se les decía: “Mirad, es la más pequeña" Y ahora ha
llegado a ser muy grande y en ti se cumple de modo perfecto aquella palabra del
Evangelio. “El que se humilla será ensalzado.” El Señor ha hecho contigo lo que
en otro tiempo hizo con la Virgen, que se te apareció en Lourdes, ha mirado con
complacencia tu humildad y pequeñez y todas las generaciones te proclamarán
bienaventurada.
Cuando tuviste el honor de ser canonizada, el 8 de
diciembre de 1933, Pío XI invitó a todos los cristianos a seguir tus huellas
santísimas, imitar tu vida y tu humildad, tu fe y tu caridad ardiente. Haz que
amemos como tú “todo lo pequeño” y busquemos sin cesar el silencio y el olvido,
la abnegación y la obediencia que nos ganarán las complacencias del Altísimo.
Respondistes con fidelidad a las inspiraciones del
cielo; alcánzanos con tus oraciones y tus méritos, que respondamos con
generosidad a la gracia de Dios, que nos llama a un estado más perfecto, más
santo. Si no nos es posible rivalizar contigo en la pureza de vida,
intentaremos, al menos, tener un celo semejante para hacer penitencia, cada una
según su condición.
Finalmente, haz que amemos
a la Santísima Virgen como la amaste tú. No sólo nos alegramos cuando te
honramos porque eres una gran santa, sino también porque tu tiempo es el tiempo
de la Inmaculada. “Miré a la Santísima Virgen todo lo que pude”, decías tú. Oh
si pudiésemos contemplarla con toda nuestra atención y con todo nuestro amor,
como tú en Massbielle, y poco tiempo después en su altar de Nevers. No
pretendemos ser honrados con una aparición pero cuando leemos el Evangelio,
cuando meditamos cada día los misterios del Rosario, cuando guardamos nuestros
corazones puros establecemos, desde aquí abajo, tratamos con la Santísima
Virgen y ansiamos ir a contemplar su belleza en el cielo.
Como en Lourdes, Nuestra Señora está cerca de
nosotros, “atrayente, sonriente, mirándonos como una madre mira a sus hijos.”
Ruega, oh Santa Bernardita, ruega para que no entristezcamos su mirada
bondadosa. “Nos hace una señal para que nos acerquemos...” Su gesto maternal
nos atrae, pero, alárganos la mano y llévanos tú misma a la Inmaculada.
fuente: Año Liturgico de Dom Próspero Guéranguer
La Plebe: Dignificada por la religión, degradada por el Neopaganismo
Plinio Corrêa de Oliveira
Ahora bien, en una página de las más tocantes que produjo, el inmortal polemista escribió que, si el orden social se restaurase sobre bases católicas, él no querría pertenecer a los estratos elevados, sino preferiría quedarse en la plebe. Y esto, para auxiliar la reconstrucción de una plebe digna, consciente de la grandeza de la plebe católica en cuanto plebe católica, celosa de sus derechos y profundamente imbuida de sus deberes. En fin, lo contrario de la plebe neopagana y revolucionaria, que se avergüenza de ser plebe, que sueña sólo con sus derechos y detesta que se le hable de sus obligaciones, de una plebe que no desea sino imitar a la burguesía mientras no la derriba. De una plebe como existe típicamente en varios centros industriales del mundo, y como es de temer que se vuelva la nuestra en muchos lugares, si los hijos de la Iglesia no acuden a tiempo con la caridad de los recursos materiales y principalmente con el don de principios claros, vigorosos, auténticamente católicos.
* * *
La
metamorfosis revolucionaria de la burguesía procede por etapas y ya
va mas lejos. Lo mismo se da con la plebe. Y por eso, tal vez aún son
raros los especímenes de burgueses o plebeyos enteramente revolucionarios,
son frecuente en todas las clases las manifestaciones más o menos
profundas de las ideas y estilos de la Revolución.
Es, púes, útil, para numerosos lectores, burgueses o no, conocer la encarnación de un tipo plebeyo digno, altivo de su calidad humana incorporada místicamente al cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo por el bautismo, y al mismo tiempo satisfecho en sus modesta condición.
Campesina, vestida con decencia y sensata simplicidad, en la cual se nota una compostura que, más que en el traje, se hace patente en la mirada serena, firme, profunda, pura y equilibrada hasta el más alto grado: su nombre llenó su siglo, se perpetuó en el nuestro, y brillará mientras el mundo sea mundo. En el Cielo los ángeles lo cantan con loor. ¡Es Bernadette Soubirous, incluida por el Santo Padre Pío XI en el catálogo de los santos! Ella no es burguesa, no quiere ser burguesa, no quiere parecer burguesa ni quiere extinguir la burguesía. Pero pocas burguesas, y hasta pocas princesas tienen tanta dignidad y decoro personal .
He aquí la elevación, la gloria, la fuerza de una plebe católica no deformada por el aliento de la Revolución.
Es, púes, útil, para numerosos lectores, burgueses o no, conocer la encarnación de un tipo plebeyo digno, altivo de su calidad humana incorporada místicamente al cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo por el bautismo, y al mismo tiempo satisfecho en sus modesta condición.
Campesina, vestida con decencia y sensata simplicidad, en la cual se nota una compostura que, más que en el traje, se hace patente en la mirada serena, firme, profunda, pura y equilibrada hasta el más alto grado: su nombre llenó su siglo, se perpetuó en el nuestro, y brillará mientras el mundo sea mundo. En el Cielo los ángeles lo cantan con loor. ¡Es Bernadette Soubirous, incluida por el Santo Padre Pío XI en el catálogo de los santos! Ella no es burguesa, no quiere ser burguesa, no quiere parecer burguesa ni quiere extinguir la burguesía. Pero pocas burguesas, y hasta pocas princesas tienen tanta dignidad y decoro personal .
He aquí la elevación, la gloria, la fuerza de una plebe católica no deformada por el aliento de la Revolución.
Plinio Correa de Oliveira
Fragmento de Ambientes-Costumbres-Civilizaviones, revista Catolicismo Nª75 - Marzo 1957
fuente:http://www.pliniocorreadeoliveira.info/ACC_1957_075_A_Pleble_dignificada_pela_religiao.htm#.VS8G5vmG_FI