SAN
MARCOS EVANGELISTA
San Marcos tomando nota de la predicación del apóstol
San Pedro
Beato Angélico, Museo de San Marcos de Florencia, 1433
El
León evangélico que asiste ante el trono de Dios, con el hombre, el
toro y el águila, es honrado hoy por la Iglesia. Este día vió a Marcos
subir de la tierra al cielo, ceñida su frente de la doble corona de
Evangelista y Mártir.
EL
EVANGELISTA
Al modo como los cuatro profetas
mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, resumen en sí la
predicación de Israel, así también Dios quiso que la Nueva Alianza
descansase sobre cuatro textos augustos, destinados a revelar al mundo
la vida y doctrina de su Hijo encarnado. Marcos es discípulo de Pedro.
Escribió su Evangelio en Roma bajo la inspiración del príncipe de los
Apóstoles. Ya estaba en uso en la Iglesia la narración de Mateo, pero
los fieles de Roma deseaban juntar con ella la narración personal de su
Apóstol. Pedro no escribe personalmente sino que encarga a su discípulo
tomar la pluma y el Espíritu Santo guía la mano del nuevo Evangelista.
Marcos sigue la narración de San Mateo; la abrevia pero a la vez la
completa.
Una palabra, un detalle, manifiestan que Pedro, testigo
de todo, ha inspirado el trabajo de su discípulo. Pero el nuevo
Evangelista ¿pasará por alto, o tratará de atenuar la falta de su
maestro? Al contrario; el Evangelio de Marcos será más duro que el de
Mateo en la narración de la negación de Pedro. Da la impresión de que
las amargas lágrimas provocadas por la mirada de Jesús en casa de Caifás
no cesaron de correr. Cuando Marcos terminó su trabajo Pedro le
reconoció y le aprobó; las iglesias acogieron con alegría esta segunda
exposición de los misterios de la salvación del mundo, y el nombre de
Marcos se hizo célebre por toda la tierra.
Mateo que comienza su
Evangelio con la genealogía humana del Hijo de Dios realizó la figura
del Hombre; Marcos la del León, porque comienza su narración por la
predicación de San Juan Bautista, recordando que la misión del Precursor
del Mesías había sido anunciada por Isaías al hablar de la Voz del que
clama en el desierto; voz del león cuyos rugidos resuenan en las
soledades.
EL MISIONERO
Comenzó Marcos su apostolado cuando escribió su
Evangelio. Llegó el momento, para Egipto, cuna de todos los errores, de
recibir la verdad. La soberbia Alejandría vería levantarse dentro de sus
muros la segunda Iglesia de la cristiandad, la segunda sede de Pedro.
Marcos fué escogido por su Maestro para esta gran obra. Por su
predicación, la doctrina salvadora germinó, floreció y fructificó en
esta tierra infiel. Desde un principio se manifestó la autoridad de
Pedro, aunque en distinto grado, en las tres grandes ciudades del
imperio: Roma, Alejandría y Antioquía.
EL MÁRTIR
La gloria de Marcos hubiera
quedado incompleta sin la aureola del martirio. El gran éxito de la
predicación del Santo Evangelista, le acarreó el furor de la antigua
superstición egipcia. En una fiesta de Serapis, fué maltratado por los
idólatras y arrojado a un calabozo. Por la noche se le apareció el Señor
resucitado, cuya vida y obras había narrado, y le dijo estas célebres
palabras que son la divisa de la república de Venecia: "¡Paz sea
contigo, Marcos, mi Evangelista"! A lo que el discípulo emocionado
contestó: ¡"Señor"! Su amor y su alegría no hallaron otras palabras. Del
mismo modo Magdalena la mañana de Pascua enmudeció después de aquel
grito salido de su corazón: "¡Maestro!"
Al día siguiente, Marcos
fué martirizado por los paganos. Pero había cumplido su misión en la
tierra y se le abría el cielo para ir a ocupar, junto al trono del
"Anciano de muchos días" la silla de honor en que le contempló en
sublime visión el profeta de Patmos.
Traslación del cuerpo de San Marcos-Tintoretto
En el siglo IX la Iglesia de
Occidente fué enriquecida con los despojos mortales de San Marcos. Sus
sagrados restos venerados hasta entonces en Alejandría, fueron
trasladados a Venecia y bajo sus auspicios comenzaron los gloriosos
destinos de esta ciudad, que habían de durar mil años. La fe en un tan
gran patrón, obró maravillas en aquellos islotes y lagunas, de los que
pronto surgió una ciudad tan poderosa como magnífica. El arte bizantino
construyó la imponente y suntuosa iglesia que fué defensa de la reina de
los mares y la nueva república acuñó sus monedas con la efigie del León
de San Marcos. ¡Dichosa de ella si hubiera sido más sumisa a Roma y más
severa en sus costumbres; nunca habría degenerado de su grandeza ni de
la fe de sus mejores tiempos!
PLEGARIA
Eres, oh Marcos, el misterioso León, uncido con el
hombre, el toro y el águila al carro sobre el que el Rey de la gloria va
a la conquista del mundo. Ya en la Antigua Ley te contempló Ezequiel en
el cielo, y Juan, el profeta de la Nueva Ley, te reconoció junto al
trono de Dios. ¡Qué grande es tu gloria!, historiador del Verbo hecho
carne, manifiestas a todas las generaciones los títulos por los que le
corresponden el amor y la adoración de los hombres. La Iglesia se
inclina ante tus escritos y los proclama inspirados por el Espíritu
Santo. Te hemos oído narrar el mismo día de Pascua la Resurrección de
Nuestro Señor; haz, oh Santo Evangelista, que este misterio produzca en
nosotros todos sus frutos; que nuestro corazón como el tuyo se una a
Jesús resucitado, para que le sigamos por doquier en esta nueva vida que
nos ha abierto resucitando El primero. Pídele se digne darnos su paz
como se la dió a sus Apóstoles cuando se les apareció en el Cenáculo,
como te la dió a ti mismo en la prisión.
Fuiste discípulo de
Pedro; Roma se gloría de haberte tenido dentro de sus muros. Ruega por
el sucesor de Pedro, tu maestro, y por la Iglesia de Roma combatida por
la tempestad. León evangélico ruega al León de la Tribu de Judá en favor
de su pueblo, despiértale de su sueño, que se levante con su poder y
con su sola presencia ahuyentará a sus enemigos.
Apóstol de
Egipto, ¿qué ha sido de tu Iglesia de Alejandría, segunda sede de Pedro,
enrojecida con tu sangre? Hasta sus ruinas han desaparecido. El viento
abrasador de la herejía desoló a Egipto y Dios airado desencadenó contra
él, trece siglos ha, el torrente del Islam. ¿Deben aquéllas regiones
renunciar para siempre a ver brillar la antorcha de la fe, hasta la
venida del Juez de vivos y muertos? No lo sabemos, pero en medio de los
acontecimientos que se suceden, osamos pedirte, oh Marcos, que
intercedas por estas regiones que evangelizaste y en las cuales las
almas están tan devastadas como su suelo.
Acuérdate también de
Venecia. Su corona cayó, acaso para siempre; pero todavía vive allí un
pueblo cuyos antepasados se consagraron a ti. Conserva la fe en su seno;
haz que prospere, que se levante de sus desdichas y que dé gloria a
Dios que ha descargado sobre ella su justicia.
Fuente: Año
Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer Tomo III pag 709 y siguientes
SAN MARCOS EVANGELISTA
El León evangélico que asiste ante el trono de Dios, con el hombre, el toro y el águila, es honrado hoy por la Iglesia. Este día vió a Marcos subir de la tierra al cielo, ceñida su frente de la doble corona de Evangelista y Mártir.
San Marcos tomando nota de la predicación del apóstol San PedroBeato Angélico, Museo de San Marcos de Florencia, 1433
EL EVANGELISTA
Al modo como los cuatro profetas mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, resumen en sí la predicación de Israel, así también Dios quiso que la Nueva Alianza descansase sobre cuatro textos augustos, destinados a revelar al mundo la vida y doctrina de su Hijo encarnado. Marcos es discípulo de Pedro. Escribió su Evangelio en Roma bajo la inspiración del príncipe de los Apóstoles. Ya estaba en uso en la Iglesia la narración de Mateo, pero los fieles de Roma deseaban juntar con ella la narración personal de su Apóstol. Pedro no escribe personalmente sino que encarga a su discípulo tomar la pluma y el Espíritu Santo guía la mano del nuevo Evangelista. Marcos sigue la narración de San Mateo; la abrevia pero a la vez la completa.
Una palabra, un detalle, manifiestan que Pedro, testigo de todo, ha inspirado el trabajo de su discípulo. Pero el nuevo Evangelista ¿pasará por alto, o tratará de atenuar la falta de su maestro? Al contrario; el Evangelio de Marcos será más duro que el de Mateo en la narración de la negación de Pedro. Da la impresión de que las amargas lágrimas provocadas por la mirada de Jesús en casa de Caifás no cesaron de correr. Cuando Marcos terminó su trabajo Pedro le reconoció y le aprobó; las iglesias acogieron con alegría esta segunda exposición de los misterios de la salvación del mundo, y el nombre de Marcos se hizo célebre por toda la tierra.
Mateo que comienza su Evangelio con la genealogía humana del Hijo de Dios realizó la figura del Hombre; Marcos la del León, porque comienza su narración por la predicación de San Juan Bautista, recordando que la misión del Precursor del Mesías había sido anunciada por Isaías al hablar de la Voz del que clama en el desierto; voz del león cuyos rugidos resuenan en las soledades.EL MISIONERO
Comenzó Marcos su apostolado cuando escribió su Evangelio. Llegó el momento, para Egipto, cuna de todos los errores, de recibir la verdad. La soberbia Alejandría vería levantarse dentro de sus muros la segunda Iglesia de la cristiandad, la segunda sede de Pedro. Marcos fué escogido por su Maestro para esta gran obra. Por su predicación, la doctrina salvadora germinó, floreció y fructificó en esta tierra infiel. Desde un principio se manifestó la autoridad de Pedro, aunque en distinto grado, en las tres grandes ciudades del imperio: Roma, Alejandría y Antioquía.EL MÁRTIR
La gloria de Marcos hubiera quedado incompleta sin la aureola del martirio. El gran éxito de la predicación del Santo Evangelista, le acarreó el furor de la antigua superstición egipcia. En una fiesta de Serapis, fué maltratado por los idólatras y arrojado a un calabozo. Por la noche se le apareció el Señor resucitado, cuya vida y obras había narrado, y le dijo estas célebres palabras que son la divisa de la república de Venecia: "¡Paz sea contigo, Marcos, mi Evangelista"! A lo que el discípulo emocionado contestó: ¡"Señor"! Su amor y su alegría no hallaron otras palabras. Del mismo modo Magdalena la mañana de Pascua enmudeció después de aquel grito salido de su corazón: "¡Maestro!"Al día siguiente, Marcos fué martirizado por los paganos. Pero había cumplido su misión en la tierra y se le abría el cielo para ir a ocupar, junto al trono del "Anciano de muchos días" la silla de honor en que le contempló en sublime visión el profeta de Patmos.En el siglo IX la Iglesia de Occidente fué enriquecida con los despojos mortales de San Marcos. Sus sagrados restos venerados hasta entonces en Alejandría, fueron trasladados a Venecia y bajo sus auspicios comenzaron los gloriosos destinos de esta ciudad, que habían de durar mil años. La fe en un tan gran patrón, obró maravillas en aquellos islotes y lagunas, de los que pronto surgió una ciudad tan poderosa como magnífica. El arte bizantino construyó la imponente y suntuosa iglesia que fué defensa de la reina de los mares y la nueva república acuñó sus monedas con la efigie del León de San Marcos. ¡Dichosa de ella si hubiera sido más sumisa a Roma y más severa en sus costumbres; nunca habría degenerado de su grandeza ni de la fe de sus mejores tiempos!
Traslación del cuerpo de San Marcos-Tintoretto
PLEGARIA
Eres, oh Marcos, el misterioso León, uncido con el hombre, el toro y el águila al carro sobre el que el Rey de la gloria va a la conquista del mundo. Ya en la Antigua Ley te contempló Ezequiel en el cielo, y Juan, el profeta de la Nueva Ley, te reconoció junto al trono de Dios. ¡Qué grande es tu gloria!, historiador del Verbo hecho carne, manifiestas a todas las generaciones los títulos por los que le corresponden el amor y la adoración de los hombres. La Iglesia se inclina ante tus escritos y los proclama inspirados por el Espíritu Santo. Te hemos oído narrar el mismo día de Pascua la Resurrección de Nuestro Señor; haz, oh Santo Evangelista, que este misterio produzca en nosotros todos sus frutos; que nuestro corazón como el tuyo se una a Jesús resucitado, para que le sigamos por doquier en esta nueva vida que nos ha abierto resucitando El primero. Pídele se digne darnos su paz como se la dió a sus Apóstoles cuando se les apareció en el Cenáculo, como te la dió a ti mismo en la prisión.
Fuiste discípulo de Pedro; Roma se gloría de haberte tenido dentro de sus muros. Ruega por el sucesor de Pedro, tu maestro, y por la Iglesia de Roma combatida por la tempestad. León evangélico ruega al León de la Tribu de Judá en favor de su pueblo, despiértale de su sueño, que se levante con su poder y con su sola presencia ahuyentará a sus enemigos.
Apóstol de Egipto, ¿qué ha sido de tu Iglesia de Alejandría, segunda sede de Pedro, enrojecida con tu sangre? Hasta sus ruinas han desaparecido. El viento abrasador de la herejía desoló a Egipto y Dios airado desencadenó contra él, trece siglos ha, el torrente del Islam. ¿Deben aquéllas regiones renunciar para siempre a ver brillar la antorcha de la fe, hasta la venida del Juez de vivos y muertos? No lo sabemos, pero en medio de los acontecimientos que se suceden, osamos pedirte, oh Marcos, que intercedas por estas regiones que evangelizaste y en las cuales las almas están tan devastadas como su suelo.
Acuérdate también de Venecia. Su corona cayó, acaso para siempre; pero todavía vive allí un pueblo cuyos antepasados se consagraron a ti. Conserva la fe en su seno; haz que prospere, que se levante de sus desdichas y que dé gloria a Dios que ha descargado sobre ella su justicia.
Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer Tomo III pag 709 y siguientes
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