SAN
FERNANDO, REY DE CASTILLA Y DE LEÓN
Quedó
el moro muy quebrantado después de la derrota de las Navas de
Tolosa. Supo Fernando aprovechar esta debilidad para irle arrojando
poco a poco de la Península. Al efecto unas veces por las armas y
otras por negociaciones fué tomándole sucesivamente las plazas de
Baeza, Jaén, Lorca, Córdoba y Sevilla y todo el reino de Murcia,
quedando de ese modo el moro tán debilitado que nunca jamás tuvo la
pretensión de volver a imponer su dominio en España. El mismo reino
de Granada tuvo que pagar tributo al Santo reconociendo su vasallaje.
Mas no sólo fué guerrero afortunado, fué también gobernante.
Porque a la vez que empuñaba la espada favorecía la paz y la
justicia y con ellas, el amor a las letras y las artes, a la
agricultura e industria y sembraba de iglesias y catedrales el suelo
patrio, catedrales como la de Burgos, Toledo, León, Osma tan famosas
en todo el mundo, a la vez que ponía los cimientos y dotaba con
largueza a la Universidad de Salamanca, que había de ser un foco de
luz en toda España.
Dios
ha querido dotar a su Iglesia de ejemplares vivos que sirvan de
modelos a todos sus hijos a quiénes procura educar con maternal
cuidado. En todas las épocas y en todos los estados se encontrarán
lumbreras que servirán de faro luminoso a los pobres mortales que se
hallan encadenados a los placeres de este mundo.
Tanto
al rico como al pobre, al noble como al plebeyo, al vasallo como al
rey, que se sienta en su trono, puede presentar esos modelos para su
aprovechamiento.
SANTIDAD EN LA PROSPERIDAD
Hoy
nos presenta la Iglesia a Fernando III, rey de Castilla y de León,
uno de los mayores monarcas que ha tenido España. La Providencia
quiso que vivieran a la vez dos parientes próximos y que se sentara
el uno en el trono de Castilla y de León y el otro en el de Francia
y que fueran modelos de caballeros y de santos. Hubo con todo eso una
diferencia entre ellos: porque al uno quiso Dios llevarle a la
santidad por el camino de los sufrimientos y de los fracasos y al
otro por el camino de los éxitos y prosperidades, que es más raro y
todavía más admirable por el peligro de caer en la vanagloria. Todo
redunda en alabanza de la gracia de Cristo para la que no hay nada
imposible. San Luis, rey de Francia imita a Cristo paciente y San
Fernando, rey de Castilla y de León representa a Cristo triunfante.
Uno
y otro son dos hijos de la Santa Iglesia.
"San
Fernando, dice un brillante escritor, tuvo todo cuanto puede apetecer
un rey: riquezas en abundancia, una corte magnífica, una espada
invencible, la dirección experimentada de una madre, el consejo de
un hombre genial, el arzobispo Jiménez de Rada; la ayuda de un gran
almirante, la colaboración de excelentes capitanes, la adoración de
un ejército aguerrido y el amor inalterable de su pueblo. Dios le
bendecía y la misma naturaleza parecía ser su esclava "caen el
su tiempo año malo nin fuerte en toda España no vino, e
señaladamente en la su tierra'".
Si
San Agustín bendecía a Dios por haberle dado tal madre, San
Fernando tuvo motivos para agradecer a Dios el beneficio por la suya.
A ella la debió no sólo la corona sino la educación piadosa y
viril con que llevó a cabo sus admirables gestas en pro de la
Iglesia y de la patria."
GUERRERO Y GOBERNANTE
VIDA
Nació
Fernando en 1199 de Berenguela y Alfonso IX de León. Habiendo muerto
trágicamente su tío Enrique I de Castilla, su madre, a quien
correspondía el trono, renunció a él en favor de su hijo Fernando
a quien "había educado en el amor a Dios y a los hombres".
Gobernó su reino con mucha prudencia y a la vez firmeza sometiendo a
algunos nobles rebeldes a su autoridad. Fundó la universidad de
Salamanca y puso las primeras piedras de varias catedrales.
Avanzó la reconquista
más que ninguno de sus predecesores y como no lo habían de hacer sus sucesores.
Murió
en Sevilla el 30 de mayo de 1252 despojado de los emblemas reales y
tendido en un lecho de cenizas y una soga al cuello "feriendo en
los sus pechos muy grandes feridas, llorando muy fuerte de los oios
et culpándose mucho de sus pecados."
ELOGIO
Ninguno
mayor se le puede hacer que el que nos pone la Crónica General de
España: "Rey mucho mesurado et cumprido en toda cortesía, muy
sabidor et de buen entendimiento, muy fuerte y muy leal, muy bravo y
muy verdadero; el ensalzador del cristianísimo y abajaor del
paganismo, mucho homildoso contra Dios, mucho obrador de obras, muy
católico, muy eclesiástico y mucho amador de la Iglesia, ca en Dios
tuvo su tiempo, sus oios y su corazón."
Hasta
los moros lloraron al más benigno de los conquistadores, "ca
era de ellos mucho amado, por la mucha lealtad que siempre les
guardaba."
PLEGARIA
¡Grandes
fueron tus conquistas, oh Fernando! pero mayores fueron tus virtudes.
Una
cosa admiramos en tu vida y es tú humildad y santidad en medio de la
prosperidad.
Fuiste
grande según el mundo; pero lo fuiste más por el vencimiento
propio, por tu amor de la
justicia, por tu piedad. ¡Cuántas oraciones se han elevado a Dios
desde esas magníficas catedrales e iglesias que levantaste para el
servicio del culto divino! ¡Cuántas lágrimas enjugaste con tus
limosnas y caridades! Ruega por España a quien tanto bien hiciste
con tus ejemplos.
Si
ha sido tan firme en la conservación de la fe católica contra la
herejía y contra el materialismo comunista se lo debe a tus virtudes
y a tu intercesión. Ruega por sus gobernantes, de los cuales la casi
totalidad han seguido tus huellas en la, defensa de la fe. Ruega por
su ejército que te ha tomado por patrono, que resplandezca en él no
sólo el valor sino también tus virtudes castrenses y cristianas.
fuente: Año Litùrgico de Dom Próspero Gueranguer
Tomo III pag. 947 y siguientes
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