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Enrique I pide a la joven Matilde en matrimonio, año 909, |
«Asi pasaba toda la noche en vigilias, y oraciones, y
lo restante del día en oír todas las misas, que se celebraban, con mucha
devoción, y contemplación divina de sus soberanos misterios. Acabadas las
misas, se iba á visitar los enfermos de los más vecinos hospitales, consolando
á todos con su angelical vista, y socorriendo sus miserias, y aliviándolas con
su larga, y liberal mano: lo mismo hacía con los enfermos pobres de casas
particulares, que por cercanas podía visitar; y las que por muy lejos no le
daba el tiempo lugar de visitarlas, las socorría con liberales limosnas,
haciendo lo mismo con los hospitales, que visitar no podía, tanto de dentro,
cómodo fuera de la ciudad; de suerte, que pobre ninguno, enfermo, ó sano, por
muchas leguas que estuviese distante de Matildis, dejaba de ser socorrido en todas
sus necesidades de sus liberales, y santas manos, como también consolado en sus
aflicciones de sus discretas, y santísimas palabras. Y con la habitación suya
tan estrecha, como hemos dicho, tenía otra muy dilatada, y espaciosa, para
hospedar peregrinos, y pobres, á donde continuamente concurrían muchos, y á
todos se les ministraba abundantemente, cuanto menester habían, no solo para
la mansión, que allí hacían, más aún para la prosecución, y fin de sus viajes, y
caminos. Alumbraba Dios su entendimiento con espíritu profético, y viendo con
él las necesidades de los peregrinos, y caminantes, que por no serles camino,
no llegaban á su celdilla, les enviaba con presteza, y liberalidad extraña el
socorro, de que necesitaban, quedando todos admirados de verse socorridos, y
aliviados, por quien, menos que por revelación divina, no solo no podía tener
noticia de su necesidad para socorrerla, mas ni aún de su camino, y persona: por
lo que daban á Dios infinitas gracias, y alababan la liberalidad, virtud, y
santidad de su fiel sierva Matildis».
«¿Bien juzgará, quien viere así á Matildis ejercitarse
en obras tan pías, humildes y devotas, que fallaba por eso un punto á su regia
autoridad? ¿A su imperial decoro? ¿A hacerse de todos respetar debidamente?
Bien puede pensarlo cualquiera; pero padecerá engaño manifiesto: porque de tal
suerte su gran prudencia unía la humildad con el regio decoro, que quien más la
admiraba humilde, devota, y encerrada en tan desechada y pobre celdilla,
siempre en oración, asistida siempre de
pobres, peregrinos y enfermos, más la veneraba princesa grande, reina excelsa y
emperatriz soberana": siendo lo que más admiración causaba á todos ver, que
cuando como reina estaba de la majestad en el solio, á vista de todo el pueblo,
entonces era el alivio de los fatigados, el consuelo de los afligidos, la
alegría de los tristes y de los necesitados el socorro. A sus domésticos
criados y criadas hizo enseñar variedad de artes, en que ejercitarse, y letras,
en que aprovechasen así, y á otros, enseñándolos, guiando á cada uno por su
particular ingenio, para que de esa suerte, siguiendo su voluntad, saliese
eminente en la arte, facultad, ó ciencia que aprendía: lo que consiguió con
facilidad grande: porque sus criados todos eran excelentes y diestros en cualquiera
arte y ciencia, y sus criadas en cualquiera ejercicio doméstico y labor
femenil».
«Al fin, llena de días, de honores llena, colmada de buenas obras, mortificaciones, ayunos, penitencias, oraciones, profecías, limosnas y virtudes infinitas, habiendo repartido sus reales riquezas á los siervos de Dios retirados del mundo, á sus queridas las religiosas, y á sus amados los pobres de Jesucristo, á 14 de marzo del año de 973, entregó el alma purísima en manos de su Criador. Y si mereció por sus virtudes tantas la corona de la gloria en el cielo, también ha querido la Iglesia, que conste al mundo todo; pues para eso la ha colocado y puesto en el número de los santos en el dicho día (de su glorioso nacimiento al imperio) 14 de marzo, con esto señalado, si debido, elogio: Halberstarth (así se llama la ciudad) en la Germania, el descanso y tránsito glorioso de santa Matildis, reina, madre de Otón I, emperador, célebre, é insigne en humildad y paciencia.»
«Al fin, llena de días, de honores llena, colmada de buenas obras, mortificaciones, ayunos, penitencias, oraciones, profecías, limosnas y virtudes infinitas, habiendo repartido sus reales riquezas á los siervos de Dios retirados del mundo, á sus queridas las religiosas, y á sus amados los pobres de Jesucristo, á 14 de marzo del año de 973, entregó el alma purísima en manos de su Criador. Y si mereció por sus virtudes tantas la corona de la gloria en el cielo, también ha querido la Iglesia, que conste al mundo todo; pues para eso la ha colocado y puesto en el número de los santos en el dicho día (de su glorioso nacimiento al imperio) 14 de marzo, con esto señalado, si debido, elogio: Halberstarth (así se llama la ciudad) en la Germania, el descanso y tránsito glorioso de santa Matildis, reina, madre de Otón I, emperador, célebre, é insigne en humildad y paciencia.»
Fuente: La
leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la
Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del
Croisset, Butler, Godescard, etc
Santa Matilde y la devoción de las tres AvemaríasComo Santa Matilde suplicase a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte, oyó que la benignísima Señora le decía: "Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías:
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