MIERCOLES DE CENIZA
MIERCOLES DE CENIZA
INVITACIÓN DEL PROFETA
INVITACIÓN DEL PROFETA
Hervía ayer el mundo en los placeres, y los mismos
cristianos se entregaban a expansiones permitidas; mas ya de madrugada ha
resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta. Anuncia
la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad
más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. Arriba, pues,
cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor.
ARMADURA ESPIRITUAL
ARMADURA ESPIRITUAL
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ENEMIGOS CON QUIENES HEMOS DE LUCHAR
Dos clases de enemigos se nos enfrentan decididos: las
pasiones en nuestro corazón y los demonios por de fuera. El orgullo ha
acarreado este desorden. El hombre se negó a obedecer a Dios. Dios le ha
perdonado, con la dura condición de que ha de morir. Le dijo, pues: "Polvo
eres, hombre, y en polvo te volverás". ¡Ay! ¿cómo olvidamos este saludable
aviso? Hubiera bastado sólo él para fortalecernos contra nosotros mismos
persuadidos de nuestra nada, no nos hubiéramos
atrevido a quebrantar la ley de Dios. Si ahora queremos perseverar en el
bien, en que la gracia de Dios nos restableció, humillémonos, aceptemos la
sentencia y consideremos la vida como sendero más o menos corto que acaba en la
tumba. Con esta perspectiva, se renueva todo, todo se explica. La bondad
inmensa de Dios que se dignó amar a seres condenados a la muerte se nos
presenta todavía más admirable; nuestra insolencia y nuestra ingratitud contra
quien desafiamos en los breves instantes de nuestra existencia nos parece cada
vez más para sentida, y la reparación que podemos hacer y que Dios se digna aceptar,
más puesta en razón y salutífera.
IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
Este es el motivo que decidió a la Iglesia, cuando
juzgó oportuno anticipar de cuatro días el ayuno cuaresmal, a iniciar este
santo tiempo, señalando con ceniza la frente culpable de sus hijos y repitiendo
a cada uno las palabras del, Señor que nos condenan a muerte. El uso, sin
embargo, como signo de humillación y penitencia, es muy anterior a la presente
institución y la vemos practicada en la antigua alianza. Job mismo, en el seno
de la gentilidad, cubría de ceniza su carne herida por la mano de Dios, e
imploraba de este modo su misericordia. Más tarde el salmista en la contrición viva
de su corazón, mezclaba ceniza con el pan que comía y análogos ejemplos abundan
en los Libros históricos y en los Profetas del Antiguo Testamento. Y es que
vivamente sentían entonces ya la relación que hay entre ese polvo de un ser
materialmente quemado y el hombre pecador, cuyo cuerpo ha de ser reducido a
polvo al fuego de la divina justicia. Para salvar por de pronto al alma, acudía
el pecador a la ceniza y reconociendo su triste fraternidad con ella, se sentía
más a resguardo de la cólera de Aquel que resiste a los soberbios y tiene a
gala perdonar a los humildes.
Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
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