LA DEGOLLACION DE SAN JUAN BAUTISTA
EL RELATO EVANGÉLICO
"En aquel tiempo envió Herodes y prendió a Juan y le
metió en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, con la
cual se había unido. Porque Juan le decía: No te es lícito tener lia mujer de tu
hermano. Y Herodías le acechaba y quería matarle, pero no podía. Pues Herodes
sentía respeto por Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo: y le
protegía y hacía muchas cosas que le oía y le escuchaba con gusto. Y, llegado
el día oportuno, Herodes, para celebrar su cumpleaños, dió una gran comida a
los príncipes y a los tribunos y primates de Galilea. Y, entrando la hija de la
misma Herodías, bailó y agradó tanto a Herodes y a los convidados, que dijo el rey
a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. Y la juró: Todo lo que me
pidas te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino. Y, saliendo ella afuera,
dijo a su madre: ¿Qué pido? Y ella le dijo: La cabeza de Juan Bautista. Y,
habiendo entrado luego con presura al rey, le pidió diciendo: Quiero que me des
al punto en un plato la cabeza del Bautista. Y se entristeció el rey; pero, por
el juramento y por los demás convidados, no quiso contristarla; y, enviando a
un guardián, le ordenó que trajese la cabeza en un plato. Y le degolló en la cárcel.
Y trajo su cabeza en un plato. Y se la dió a la muchacha y la muchacha se la
dió a su madre. Oído lo cual, fueron sus discípulos y recogieron su cuerpo, y lo
pusieron en un sepulcro".
ENSEÑANZA DE LOS SANTOS PADRES
Hermosa libertad la de la palabra, según la expresión de San Juan
Crisóstomo, cuando es en realidad la misma libertad del Verbo de Dios, cuando
por ella no se interrumpe el vibrar aquí abajo de los ecos de los collados
eternos. Entonces sí que es un escollo para la tiranía, a la vez que
salvaguardia del mundo, de los derechos de Dios y del honor de los pueblos de los
intereses del tiempo y de la eternidad. La muerte no puede triunfar sobre ella;
al asesino impotente de Juan Bautista, a todos los que le quieran imitar, les
repetirán mil bocas contra una, hasta el fln de los tiempos, en todas las
lenguas y en todas partes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
"¡Grande y admirable misterio!, exclama por su parte
San Agustín. Es necesario que él crezca y que yo disminuya decía San Juan,
decía la Voz que personificaba a las voces que la precedieron anunciando como
él a la Palabra del Padre encarnada en su Cristo. Toda palabra, en cuanto
significa una cosa, permanece inmutable y una en la mente que la concibe,
aunque puedan ser múltiples las palabras que la dan cuerpo externamente, las
voces que la propagan, las lenguas a que se traduce. A quien conoce la palabra,
las fórmulas y la voz resultan inútiles. Voz fueron los Profetas, voz los
Apóstoles; voz en los Salmos, voz en el Evangelio.
"Pero llega la
Palabra, el Verbo que existía en el principio, el Verbo que estaba en Dios:
cuando le veamos como él es, ¿oiremos todavía recitar el Evangelio?
¿Escucharemos a los Profetas?.Leeremos las Epístolas de los Apóstoles? La voz desfallece
cuando crece el Verbo... No quiere eso decir que en sí mismo el Verbo disminuya
o aumente. Pero se dice que crece en nosotros cuando en realidad somos nosotros
los que crecemos en El. Por consiguiente, las palabras son menos útiles a los
que se acercan a Jesucristo, a los que hacen progresos en la contemplación de
la Sabiduría; y es necesario que poco a poco vayan las palabras desapareciendo.
De este modo va decreciendo el ministerio de la voz, a medida que el alma va
acercándose al Verbo; por eso es necesario que Cristo crezca y que Juan
disminuya. Eso indican también la degollación de Juan y la exaltación de Cristo
en la Cruz, como vemos sucedió en sus fechas de nacimiento; pues, a partir del
nacimiento de Juan disminuyen los días, y van aumentando desde la fecha del nacimiento
del Señor".
LA ELECCIÓN DE ESTA FIESTA
Lección útil la que
se da a los guías de almas por los senderos de la vida perfecta. Si, desde un
principio, deben respetuosamente observar la acción de la gracia en cada una de
ellas, para coadyuvar a la obra del Espíritu Santo y no imponerse a El; del
mismo modo es necesario, que a medida que las almas progresan, eviten ellos el
obstruir al Verbo con la abundancia de su propia palabra. Contentos entonces de
haber conducido a la Esposa hasta el Esposo, saben decir con Juan: Es necesario
que El crezca y yo disminuya.
Y ¿por ventura no nos insinúa la Liturgia una lección
parecida, al verla en los días siguientes como moderando sus propias enseñanzas
con la disminución del número de fiestas y la ausencia prolongada de las
grandes solemnidades, que no reaparecerán ya hasta noviembre? No tiene otras
pretensiones la escuela de la Liturgia sino de la de disponer al alma de modo
más seguro y perfecto, mejor que ninguna otra escuela, al magisterio interior
del Esposo. La Iglesia querría, como Juan, si fuese posible, dejar siempre
hablar a Dios solo; al menos, ya hacia el fin del camino, la gusta ir moderando
su voz, porque desea dar ocasión a sus hijos a que demuestren que saben
escuchar dentro de sí mismos a Aquel que para ella y para ellos es el único
amor. A los intérpretes de su pensamiento toca comprenderlo bien.
Este relato evangélico hace también notar lo extraordinaria
que es la vocación de Juan. "Enseña al cristiano que debe confesar la
verdad y saber morir por ella, aun en el caso de que su palabra no sea
escuchada y a juicio de los hombres su muerte no sirva de nada. Dios puede malgastar
de modo aparente sus bienes: todo es de Él; con sus profetas y sus santos,
puede hacer gala de su soberanía absoluta; la verdad sólo necesita de nuestro
testimonio".
La fiesta de la Degollación de San Juan Bautista puede
considerarse como uno de los jalones del Año Litúrgico del modo que acabamos de
exponer. Los griegos la tienen por fiesta de guardar. Se prueba su gran
antigüedad en la Iglesia latina por la mención que de ella se hace en el
Martirologio que llaman de San Jerónimo y el lugar que ocupa en los
Sacraméntanos gelasiano y gregoriano. La muerte santa del Precursor sucedió
cerca de la fiesta de Pascua; para honrarle con más libertad se escogió este
día, que recuerda también el descubrimiento de su gloriosa cabeza en Emesa.
LAS RELIQUIAS
De Maqueronte al otro lado del Jordán, en donde su maestro consumó el
martirio, los discípulos de Juan llevaron su cuerpo a Sebaste, la antigua
Samaría, fuera de las fronteras de Antipas; pues era urgente librarle de las
profanaciones que Herodías no escatimó a su augusta cabeza. La venganza de la desgraciada no se
consideró, en efecto, satisfecha hasta que pudo clavar un alfiler de su
cabellera, en la lengua que no había temido reprocharla su desvergüenza. En
tiempo de Juliano el Apóstata, los paganos quisieron completar su obra, al
invadir el sepulcro de Sebaste para quemar y dispersar los restos del Santo.
Pero este sepulcro vacío continuaba siendo el terror de los demonios, como lo
confirmaba Santa Paula religiosamente conmovida unos años más tarde. Salvada la mayor parte de todas estas
preciosas reliquias, se extendieron por Oriente. Principalmente en la época de
las Cruzadas vinieron a nuestras regiones, donde son la gloria de muchas
iglesias.
Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
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