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San Pío, “un gigante en defensa de un tesoro inestimable: la unidad interna de la Iglesia en su fundamento íntimo, la Fe” |
S. Pío X ‒es superfluo decirlo‒ no patrocinó calumnias, ni exageraciones, ni injusticias. Sino que expresó de modo reiterado y formal su deseo de que los católicos lucharan enérgicamente contra el modernismo.
¿Hizo con esto una obra de división?
¿Promovió la desunión? Por el contrario. Es lo que proclamó el Papa Pío
XII, afirmando que S. Pío X luchó como “un gigante en defensa de un
tesoro inestimable: la unidad interna de la Iglesia en su fundamento
íntimo, la Fe”.
Aquí está señalada la clave del problema. La
unidad de la Iglesia se basa en la unidad de la Fe. Combatir los errores
entre los católicos no es un trabajo de división, sino de unión, ya que
tiene como objetivo reunir a todos en la misma Fe.
Un Papa tan resueltamente opuesto a los errores de su tiempo, ¿habrá sido anacrónico? ¿No habría hecho mejor condescendiendo, callándose, cerrando los ojos? Por el contrario.
El
santo Papa Pío X fue actualísimo, pues predijo la terrible crisis de
nuestros días, y el mundo la habría evitado si hubiera escuchado sus
enseñanzas. El capitán “actualizado” no es lo que permite que el barco
se deje llevar por las olas, sino el que lo dirige con mano firme para
evitar los escollos.
Fuente: Plinio Corrêa de Oliveira, San Pío X y la paz interna de la Iglesia, Revista Catolicismo, junio de 1954 en PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA Homem de Fé, de pensamento – de luta e de ação
SAN PIO X
VIDA:
José
Sarto nació en Rieze, en la diócesis de Treviso, el 2 de junio de 1835, de
padres pobres, pero de una honradez y virtud notables. Bautizado
el día siguiente, fué confirmado el 1º de septiembre de 1845 y recibió por
primera vez la Eucaristía el 6 de abril de 1847. Ingresó
en el Seminario de Padua en 1850 y fué ordenado de sacerdote el 17 de
septiembre de 1858. Nombrado párroco de Salzano y luego Canciller del Obispado
y director espiritual del Seminario de Treviso, llegó a ser Obispo de Mantua en
1884, y Cardenal y Patriarca de Venecia en 1893. El 4 de
agosto de 1903 fué elevado al Sumo Pontificado, que aceptó a pesar suyo y como
una cruz, y tomó el nombre de Pío X. Los desastres de la guerra que no logró
conjurar, le hicieron morir de dolor el 20 de agosto de 1914. El pueblo
católico entero le consideró inmediatamente como Santo y después de múltiples
gracias y numerosos milagros obtenidos por su intercesión, Pío XII le beatificó
el 3 de junio de 1951 y, en fln, le canonizó el 29 de mayo de 1954.ORACIÓN DE SU SANTIDAD Pío XII
¡Oh glorioso Pontífice, siervo fiel del Señor, humilde
y leal discípulo del Divino Maestro en el dolor y en la alegría, en los
cuidados y en las inquietudes, Pastor experimentado de la grey de Cristo!, vuelve
tu vista hacia nosotros. Difíciles son los tiempos en que vivimos, rudos los
esfuerzos que de nosotros reclaman. La Esposa de Cristo confiada un día a tus
cuidados, se encuentra de nuevo entre graves tormentas. Sus hijos se ven amenazados
de innumerables peligros en el alma y en el cuerpo. El espíritu del mundo, como
león rugiente, ronda en su derredor buscando a quien devorar. Muchos llegan a
ser víctimas suyas; tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen; apartan su
mirada de la luz de la verdad eterna; oyen la voz de insidiosas sirenas, de mensajes
engañosos. Tú, que fuiste en la tierra un gran inspirador y guía del pueblo de
Dios, sé nuestra ayuda y nuestro intercesor y el de todos los que se proclaman
discípulos de Jesucristo.
¡Oh Santo Pío X, gloria del sacerdocio y honra del pueblo cristiano!
tú, en quien la bondad pareció hermanarse con la grandeza, la austeridad con la
mansedumbre, la piedad sencilla con la doctrina profunda; tú, Pontífice de la
Eucaristía y del Catecismo, de la fe íntegra y de la firmeza impávida, vuelve
tus miradas hacia la Iglesia que tanto amaste y a la que diste el mayor de los
tesoros que la Bondad divina había, con mano pródiga, depositado en tu alma. Obtenía
la integridad y la constancia en medio de las dificultades y de las
persecuciones de nuestros días; alivia a esta pobre humanidad, en cuyos dolores
tuviste tanta parte, que acabaron por detener los latidos de tu magnánimo
corazón. Haz que la paz triunfe en este mundo agitado; la paz que debe ser
armonía entre las naciones, concordia fraterna y colaboración sincera entre las
clases sociales, amor y caridad entre los hombres, a fln de que, de este modo,
las angustias que agotaron su vida apostólica, se transformen, merced a tu
intercesión, en una realidad de dicha, para gloria de nuestro Señor Jesucristo,
quien con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los
siglos. Así sea fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
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