SAN LUIS GONZAGA, CONFESOR
EL VALOR DE LA VIDA
FECUNDIDAD DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
La ilustre Compañía que dió a la Iglesia a Luis Gonzaga, debe la santidad de sus miembros y la bendición con que van acompañadas sus obras, a la fidelidad que siempre mostró a esta importante verdad donde debe buscar su luz toda vida cristiana. Desde su institución parece que Nuestro Señor, no contento con dejarla tomar su bendito nombre, tuvo a pechos obrar de suerte que no pudiese nunca olvidar de dónde la venía su verdadera fuerza para la carrera militante, y más activa que todas, que debía emprender. Las refulgentes obras de su fundador, Ignacio, del apóstol de las Indias, Francisco Javier, la noble conquista de la humildad de Cristo en Francisco de Borja, manifestaron a todo el mundo una santidad maravillosa; pero no tuvieron otra base que las virtudes ocultas de estos otros tres Estanislao de Kostka, Luis Gonzaga, y Juan Berchmans, quienes bajo la mirada divina y únicamente con la fuerza de la oración contemplativa, se elevaron en aquel mismo siglo hasta el amor y, en consecuencia, hasta la santidad de sus heroicos padres.
EL AMOR, MOTOR DE LA ACCIÓN
Otra vez Magdalena de Pazzis, depositaría de los secretos divinos, nos revelará este misterio. En el éxtasis en que contempla la gloria de Luis, exclama bajo el influjo del Espíritu Divino: "¿Quién podrá explicar el valor y el poder de los actos internos? La gloria de Luis es tan grande porque obró interiormente. No se puede establecer comparación entre lo visible y lo interno. Luis, cuanto más se venció en la tierra, tanto más estuvo atento a la mirada del Verbo y he aquí la razón de su grandeza. Luis fué un mártir oculto: todo el que te ama, Dios mío, te reconoce tan grande, tan infinitamente amable, que le es un verdadero martirio el reconocer que no te ama como desea amarte, y que no eres amado por tus criaturas, sino ofendido. Por eso él mismo consumó su martirio. ¡Oh, cuánto amó sobre la tierra! He aquí por qué ahora, en el cielo, posee a Dios con soberana plenitud de amor. Siendo mortal, dirigió su flecha al corazón del Verbo; ahora que está en el cielo, sus dardos descansan en su propio corazón. Pues la comunicación con la divinidad que mereció con esas flechas de actos de amor y de unión con Dios, ahora la posee ciertamente y se abraza con ella."
Amar a Dios, dejar que su gracia vuelva nuestro corazón hacia la bondad infinita, que solamente es capaz de saciarle, he aquí el secreto de la más alta perfección.
MÉRITOS DEL DEBER DE ESTADO
Siendo todavía jovencito, y en una ciudad en que las tentaciones eran grandes, Luis consagró su virginidad a la Santísima Virgen. Luego renunció a los más altos cargos y dignidades de este mundo a que estaba llamado. Pero habiéndole obstinadamente rehusado su padre el permiso para abandonar el mundo, obedeció y siguió la vida seglar practicando todas las virtudes de su estado. En él, como en las almas totalmente dóciles al Espíritu Santo, nunca la piedad perjudicó a los deberes de la tierra. Por esto es el verdadero modelo de la juventud estudiosa, de la que Luis mereció el título de patrono. Inteligencia escogida, fiel tanto al trabajo como a la oración en medio de la agitación mundana, dominó todas las ciencias exigidas entonces en personas de su condición. Negocios espinosos, referentes a intereses del siglo, le fueron confiados más de una vez; vióse entonces cómo hubiera sobresalido en el gobierno de los hombres y en el manejo de los negocios. También en ello debía servir de ejemplo a muchos a quienes sus allegados o falsos amigos pretenden detener en el umbral de la vida religiosa por la consideración del bien que son capaces de hacer y del mal que podrían evitar: como si para las órdenes religiosas, porción escogida de su rebaño, debiera Dios contentarse con incapaces nulidades; como si las aptitudes de la naturaleza mejor dotada no pudiesen siempre tornarse a Dios, su principio, tanto mejor y más completamente cuanto más perfectas sean. Ni el Estado, ni la Iglesia pierden nunca nada en este retiro por Dios, en este abandono aparente de los mejores sujetos: si en el Antiguo Testamento Dios se mostraba celoso de que se le ofreciese en el altar lo mejor de toda clase de bienes, no era para empobrecer a su pueblo; se lo reconozca o no, la fuerza principal de la sociedad, la fuente de las bendiciones que están destinadas al mundo, tendrá siempre su manantial en estos holocaustos amados del Señor.
VIDA
Luis nació cerca de Mantua el 9 de marzo de 1568. Destinado por su padre a la carrera de las armas, habitó con él desde niño en el castillo de Casale, y después en la corte del duque Francisco I en Florencia. Primera comunión de San Luis Gonzaga |
UNA GLORIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Sepulco del Santo en la Iglesia San Ignacio de Roma |
LA ORACIÓN Y LA SANTIDAD
Al fin de la jornada de esta vida el verdadero éxito del hombre es la santidad; ésta se adquiere interiormente; las obras externas no cuentan para Dios sino en la medida de la pureza y del ardor interno que las inspira; si falta la ocasión para estas acciones, el hombre puede suplirla acercándose al Señor en lo recóndito de su alma, tanto o más que lo hubiese ejecutado por ellas mismas. Así lo comprendiste tú; y la oración que te tenía absorto en innenarrables delicias, vino a hacer tu mérito semejante al de los mártires.
¡De qué precio fué a tus ojos este tesoro celestial de la oración, siempre tan a nuestro alcance como lo estuvo al tuyo! Pero para encontrar en ella, como tú, compendiado el camino de toda perfección, según tus propias palabras, es necesaria la perseverancia y el cuidado de alejar del alma, por medio de generosa mortificación de la naturaleza, toda moción que no sea de Dios. ¿Cómo podría reproducir el agua turbia o agitada por el viento, la imagen del que está a su orilla? Así el alma impura y la que, sin ser esclava de sus pasiones, no es señora de toda agitación que provenga del mundo, no puede llegar a reproducir en sí la imagen tranquila de Dios, que es el fin de la oración.
He aquí como el famoso dominico Garrigou-Lagrange describe a un alma en ese estado de perfección:
"Después de la purificación pasiva del espíritu, los perfectos
conocen a Dios de una manera casi experimental, no ya más pasajera, sino
continua. No sólo durante las horas de la Misa, del Oficio Divino u
otras oraciones, también en medio de las ocupaciones exteriores su alma
permanece vuelta hacia Dios. Por así decirlo, no pierden su presencia y
guardan la unión actual con Él". "Comprenderemos con facilidad la cuestión si la analizamos en contraposición al estado de alma del egoísta. Éste siempre piensa en sí mismo y, naturalmente, todo lo apunta hacia sí; se entretiene sin cesar consigo mismo con sus veleidades, sus tristezas, o sus superficiales alegrías; su conversación íntima, digámoslo así, es incesante, pero vana, estéril y esterilizante para todos. El perfecto, por el contrario, en vez de pensar en sí, piensa constantemente en Dios, su gloria, en la salvación de las almas y, para ello, hacer convergirlo todo hacia ese objetivo, como por instinto. Su conversación íntima no es consigo mismo, sino con Dios"
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SOLO DIOS
Tú has reproducido perfectamente al Señor; y se puede constatar cómo la naturaleza en lo que tiene de bueno, lejos de sufrir y perder, gana en la refundición operada en este divino crisol. Aun en lo referente a las más legítimas satisfacciones, nunca tuviste miras terrenas; sino que, viendo a Dios en todas las cosas, ¡ cómo los sentidos fueron superados en su debilidad engañosa, y cómo también por eso mismo se acrecentó tu amor! Testigos son tus delicadas atenciones aquí abajo y desde el cielo, con la admirable madre que el Señor te dió. Al abrasarte el Espíritu Santo con el fuego del amor divino, encendía a la vez en ti un inmenso amor hacia el prójimo, pues la caridad es una; y se vió bien al sacrificar tu vida por los desgraciados apestados.
PLEGARIA POR LA JUVENTUD
Ayúdanos en nuestras miserias; sé propicio a todos nosotros. La juventud especialmente reclama tu poderoso patrocinio, conducida por el sucesor de Pedro a los pies de tu altar. Dirige sus pasos solicitados por inclinaciones tan contrarias; sean la oración y el trabajo por Dios, su salvaguardia; hazla sobre todo ver claro cuando haya de escoger estado.
Derrama generosamente sobre ella en los críticos años de la adolescencia tu hermoso privilegio y protege la virtud angélica en tus devotos. En fin, oh Luis, haz que los que no supieron imitarte en la inocencia, te sigan al menos en la penitencia, como lo pide la Iglesia al Señor en tu festividad.
fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
Plinio Corrêa de Oliveira
Santo del día[1]
Selección
biográfica
Luis
Gonzaga (1568-1591) fue
el hijo mayor de Ferrante, marqués de Castiglione, en Lombardía. En 1585, renunció a su derecho de nacimiento
a favor de su hermano Rodolfo y se unió a la
Compañía de Jesús. Murió en 1591,
poco después de cumplir 23 años de edad.
Debido a la gran batalla que emprendió contra la impureza en una época de inmoralidad general, él
es el santo patrón de los jóvenes.
La siguiente selección está tomada de
una biografía escrita por Dourignac.
Cuando el
ejército comandado por Ferrante
Gonzaga partió de Casala, Luis, los cuatro años
de edad, fue enviado a Castiglione. El joven
príncipe y su maestro Francesco
del Turco iban juntos en un carruaje, con un séquito de nobles a caballo que los custodiaban.
Cuando entraron en el campo abierto, el
profesor se dirigió a su joven
pupilo en el tono solemne y respetuoso que siempre usaba con él: “Desde hace algunos días que he
querido hacer una observación importante
respecto al comportamiento de su
señoría, pero he esperado hasta que
dejarais Casala”.
“¿Qué he hecho?”, Preguntó el niño asustado.
El tutor le respondió: “Durante vuestra estancia
en Casala usted vivió en el campo con los soldados, y Vuestra Señoría adquirió el hábito de decir algunas palabras y expresiones inconvenientes que un príncipe de sangre tan alta nunca debería
permitirse usar y
lo mejor sería olvidar, ya que podría
causar un profundo dolor a la
princesa, su madre, si ella
escucha una de estas palabras de labios de su hijo”.
“Pero,
querido amigo, yo no sé qué es lo malo
que dije”, respondió el muchacho desconcertado.
El maestro le
hizo saber a su discípulo las palabras
de las cuales el niño inocentemente
no había comprendido el significado o inconveniencia.
“Esto nunca volverá
a pasar una segunda vez, mi buen
amigo”, respondió Luis, avergonzado
por su culpa. “Le
prometo que siempre recordaré esto”.
Y él fue fiel a su promesa. Esta
falta, cometida en la ignorancia, nunca fue olvidada. Él consideró
que este era el pecado más lamentable
de su vida, y confesó después que el recuerdo de esta falta lo humillaba profundamente.
Comentarios del Prof. Plinio
Parece
útil hacer una breve reseña de los hechos. San Luis Gonzaga tenía sangre española, pero era hijo de un príncipe semi-soberano de Italia de la casa de Castiglione, que estaba relacionado con las casas soberanas más importantes de Europa,
incluyendo la casa de Austria, que era la más importante de todas de ellas.
Él
tenía cuatro años de edad
cuando ocurrió este incidente. Pero
un poco antes de que él cumpliera
esa edad, ya había sido colocado
en el ambiente militar. Esto podría parecer excesivo, pero es todo lo contrario. Es una cosa magnífica. Hoy muchos padres ponen a sus hijos en el
kinder cuando son niños como
este. Sin embargo, cuando se envía un niño al kindergarden [que en alemán significa jardín infantil], el hombre tiende a permanecer en
este jardín durante toda su vida.
Tengo la impresión de que la suavidad de la moderna guardería infantil contribuye a la cobardía de muchos hombres de las nuevas generaciones. Lo que el niño
necesita es madurar. La guardería mantiene al niño en un estado infantil mucho más tiempo de lo necesario, que suele acompañarlo toda su vida, en vez de llevar al
niño a una etapa más madura que
lo estimularía a buscar algo más elevado.
San Luis no fue enviado al jardín infantil, sino
al ejército. Él estaba bajo la tutela de su padre, que era el comandante del ejército. Ahora bien, todo el mundo sabe que el lenguaje en ambientes militares no siempre es el más elevado. Y el niño
aprendió algunas palabras con
significados inmorales utilizados
en el campo militar que no
formaban parte de la lengua de
una casa noble o de una familia de
alto rango.
El tutor entró en escena. Es interesante
observar cómo el niño viajaba,
cómo un príncipe viajaba en una ocasión como esa. Él se trasladaba en
un carruaje con su preceptor, y
tenía un séquito de nobles
que le seguían a caballo. Fue sólo después de que habían dejado la ciudad y ya estaban en
el campo abierto que el preceptor
habló con él sobre la mala costumbre
que había adquirido. Ustedes pueden observar el tono grave que asume
el tutor para hacer la corrección. Aquellos
que gustan del jardín infantil juzgarían
que esta gravedad es exagerada. Sin embargo, el preceptor, que fue
elegido para este papel porque tenía
una orientación católica segura y un sentido prudente
de las circunstancias, pensaba exactamente
lo contrario. Él declaró solemnemente que esas palabras no debían ser pronunciadas por un príncipe de sangre, que un príncipe de tal nivel no debería estar familiarizado con tales
palabras. San Luis, que no se había
dado cuenta del significado de
esas palabras, estaba desconcertado.
Algunos
podrían decir que el preceptor fue
precipitado y excesivamente severo.
Dado que el niño ni siquiera sabía
lo que las palabras significaban,
no podía ciertamente ser culpado por
decirlas. Por el contrario, el profesor reveló tener una comprensión más
profunda de la cuestión. Se dio
cuenta de que las palabras de ese
tipo llevan un mal
en sí mismas, incluso si la persona
no sabe lo que significan. Por ejemplo, un niño puede
adquirir el hábito de decir interjecciones
blasfemas. ¿Sería inútil corregirlo? De ninguna manera. Él debe ser corregido. Estas
palabras tienen un sentido intrínsecamente malo, y los labios de un hijo de
la Virgen no deben ser mancillados
por pronunciar tales blasfemias.
Otra cosa notable es la humildad de
San Luis. La humildad es la
verdad. Esa verdad que lo llevó a considerar su falta tan grave que lo llamó el más grave pecado de su
vida. Lo que se hace transparente
en este episodio es la completa
inocencia y la santidad de San
Luis Gonzaga. Es tan brillante
que es cegadora.
El presente texto es una adaptación resumida de la
transcripción de la grabación de una conferencia del Prof. Plinio Corrêa de
Oliveira, no ha sido revisada por el autor. |
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