sábado, 8 de junio de 2024

S A N T O R A L

Beato Esteban Sándor 

Apóstol de los jóvenes

Se asemejó admirablemente al Señor en su amor a las almas, especialmente las de los jóvenes
El pasado 19 de octubre de 2013 se declaró Beato a Esteban Sándor, salesiano coadjutor, mártir de la fe. La liturgia fue presidida por el cardenal Péter Erdó, arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría, que ha solicitado el registro del Siervo de Dios en el libro de los beatos. Después de una breve presentación de la vida de Esteban Sándor, hecha por el Procurador General, don Pierluigi Cameroni, el cardenal Angelo Amato, representante del Papa y Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, leyó la carta apostólica con la que Esteban Sándor es declarado Beato.
“Si la persecución religiosa crea un abismo entre los seres humanos, los mártires con su sacrificio construyen los puentes de la fraternidad, del perdón y de la aceptación. (...) Ellos recuerdan que la vida consagrada es un verdadero martirio blanco, consumado a diario en la fidelidad al Evangelio y al carisma. Un gesto heroico no se improvisa”, dijo entre otros el Cardenal Amato.
Esteban (Ištván) Sándor nació el 26 de octubre de 1914 en Szolnok (unos 100 kms al noreste de Budapest, Hungría. Su padre Ištván trabajaba para los ferrocarriles, mientras su madre María era ama de casa. Era el mayor de tres hermanos. Sus padres eran católicos profundamente creyentes y por tanto practicantes que dieron a sus hijos una base firme de estables normas morales. Su hermano Janos comentó recordando el ambiente familiar: “vivimos una infancia feliz, crecimos en una familia religiosa. Tuvimos unos padres muy sencillos. Mi padre nos llevaba a misa todos los domingos, nos dio ejemplo para toda la vida. La fe, el amor a la patria y el amor a la familia eran los valores más importantes de nuestra familia. En casa rezábamos juntos, asistíamos a la iglesia y nos acercábamos juntos a la Eucaristía. Todavía tenemos el rosario que nuestra madre usaba cuando rezábamos juntos”.
sandor3Esteban tuvo una niñez feliz, desde pequeño llamaba la atención por su deseo de ayudar a los amigos y sostenerlos en las dificultades. Era amable, alegre y profundo. Era un líder innato que organizaba todos los juegos. También solía ayudar a sus hermanos a estudiar y a rezar, procurando darles buen ejemplo. Con mucha ilusión y devoción recibió la Confirmación, tomando el nombre de San Pedro, a quien prometió imitar.
Todos los días ayudaba a Misa en la iglesia de los Franciscanos y comulgaba. Fueron estos religiosos los que al ver todo lo que hacía por la juventud, le aconsejaron que entrase en la Comunidad Salesiana y pudiese así cumplir su gran deseo de trabajar por la juventud. Esteban tomó sus consejos en serio. Se fue enterando más de su futura familia espiritual a través de la versión húngara del Boletín Salesiano. Conoció así a Don Bosco y la tarea que realizó para ayudar a los chicos. Esteban quedó prendado del ideal salesiano y al final con mucho esfuerzo consiguió el permiso de sus padres y en 1936 entró en el aspirantado en el Clarisseum, escuela de imprenta, en Budapest.
Seguidamente inició su noviciado, el cual tuvo que interrumpir por el servicio militar. Consiguió terminar el noviciado y profesó por primera vez los votos. Enviado al Clarisseum, inmediatamente empezó a dar cursos técnicos. También era ayudante en el Oratorio, algo que hizo competentemente y con entusiasmo. Apadrinó a los Jóvenes Trabajadores Católicos. Su grupo fue reconocido como el mejor en el Movimiento. En 1942 tuvo que volver a ingresar en el ejército. Allí trabajaba como telegrafista y consiguió formar alrededor de sí un grupito de soldados atraídos por su ejemplo con los que rezaba. Siempre intentó mantener contacto con sus superiores. En sus cartas se refleja una clara preocupación por su vida interior, puesto que estaba expuesto a situaciones y condiciones muy duras, especialmente cuando estaba en el frente ruso. Al final acabó siendo prisionero de los americanos que le mandaron a casa. En 1944 volvió a la Comunidad Salesiana. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se involucró en la reconstrucción de la sociedad moral y materialmente, especialmente en el caso de la gente joven pobre, de la que se rodeó para enseñarles algún oficio. El 24 de julio de 1946 hizo su profesión perpetua como Hermano Salesiano. En 1948 obtuvo el título de Maestro de Imprenta.

Mientras tanto los acontecimientos de su patria se empezaron a precipitar. En 1945 fue echado del país el nuncio apostólico Mons. Angelo Rotta, que ayudó en la salvación de muchos judíos. El 13 de febrero del mismo año el ejército soviético liberó Budapest y Hungría entró así bajo la influencia de la Unión Soviética. Seguidamente se realizó la reforma de la educación, cuyo fin era la eliminación de la educación religiosa. El 4 de noviembre de 1945 hubo elecciones estatales, en las cuales el Partido Comunista ganó el 17 % de los votos. A pesar de esta realidad apoyado en el ejército soviético tomó control sobre todo el país. La prensa católica se vio muy limitada. En 1946 ya no estaba funcionando la escuela de imprenta salesiana, sólo se mantuvo la imprenta. En julio del mismo año fueron disueltos todos los grupos religiosos, tanto de jóvenes como de adultos, y muchos de sus dirigentes acabaron en la cárcel. La imprenta salesiana fue cerrada en 1948. Ese mismo año el gobierno húngaro confiscó todos los colegios y sus instalaciones, entre ellos los colegios salesianos y se desarrolló una gran presión a los padres para que no apuntasen a sus hijos a clases de religión ni catequesis. Después de 23 años fue terminada a la fuerza la labor oficial de los salesianos en el país. En 1950 fueron disueltas todas las órdenes y congregaciones religiosas y los religiosos mayores deportados a conventos previamente elegidos por el régimen. Los religiosos jóvenes, seminaristas y novicios fueron enviados a sus casas. Tuvieron que encontrarse un trabajo e incorporarse en el proceso laboral.
Esteban Sándor empezó a trabajar en imprentas públicas, a la vez que desarrollaba una intensa actividad clandestina con fines apostólicos entre los jóvenes. Tuvo la posibilidad de emigrar al extranjero, pero no le pareció correcto abandonar a la juventud en tiempos tan difíciles. Los comunistas idearon un proyecto de influencia sobre los 30.000 huérfanos que estaban en Hungría. Les dieron un curso de adoctrinamiento de tres meses y luego les intentaron insertar dentro del Partido Comunista. Algunos de ellos, que se habían educado en colegios religiosos, a pesar de la prohibición mantuvieron relaciones a escondidas con los superiores, entre ellos también con Esteban.
Al final la policía secreta se enteró de su actividad y le empezó a seguir la pista. Esteban se cambió de nombre, pero aun así fue descubierto. Fue arrestado mientras trabajaba y ya no se supo más de él hasta la caída del muro de Berlín. Fue torturado con brutalidad para que declarase sus “crímenes”.
 El 28 de octubre de 1952 tuvo lugar el proceso secreto donde fueron juzgados 9 miembros de la policía, 5 salesianos jóvenes y dos estudiantes. El resultado del juicio fue la condena a muerte de Esteban Sándor y tres de los policías por traición en contra del estado húngaro. Esteban fue ahorcado el 8 de junio de 1953. Sólo después del año 1990 fue anunciada su condena y se pudo demostrar que murió como mártir de la fe. No se sabe dónde fue enterrado.
Esteban se asemejó admirablemente al Señor en su amor a las almas, especialmente las de los jóvenes, por las cuales no se ahorró ningún sufrimiento ni peligro hasta dar su propia vida.
Por Hna. Zdenka Turkova, S.H.M.
©Revista HM º176 Enero-Febrero 2014

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