SAN QUIRICO Y SANTA JULITA, MÁRTIRES
LA LECCIÓN DE LOS MÁRTIRES
De cualquier naturaleza que sean los pormenores
legendarios que se hayan introducido en sus Actas, acordémonos, sin embargo que
eso, que únicamente es digno de honrar a los Santos, quien sigue la enseñanza
que dieron al mundo. Las persecuciones que se han sucedido desde la antigüedad
hasta nuestros días, deben enseñarnos que el heroísmo de Julita no es
simplemente objeto de admiración estéril, sino que puede servirnos de ejemplo.
El deber no cambia de un siglo a otro; la dificultad de cumplirse puede variar según las circunstancias de tiempo y lugar: pero no por eso desaparecen sus inflexibles exigencias.
El deber no cambia de un siglo a otro; la dificultad de cumplirse puede variar según las circunstancias de tiempo y lugar: pero no por eso desaparecen sus inflexibles exigencias.
SACRIFICIO DE ALEGRÍA
No olvidemos, por otra parte, que la Iglesia es nuestra
madre y, como tal tiene el derecho y la obligación de alimentar a sus hijos. No
ha cesado de protestar contra todas las tiranías que han procurado separar de
ella a sus hijos; pero si por fuerza se pretende arrancar de sus brazos a uno
de sus pequeñuelos, éstos han de saber que tienen obligación de imitar al joven
San Quirico, de permanecería fieles, guardar su palabra y tender hacia ella con
tanto mayor fuerza, cuanto más se los quiera separar de su seno, de rechazar
los halagos y las comodidades que le ofrecen, y preferir la muerte al pecado y
a la infidelidad.
VIDA
Desde la antigüedad San
Quirico fué objeto de un culto muy extendido y célebre. Más tarde se juntó a su
nombre el de Santa Julita que, según el martirologio de San Jerónimo, fué su
madre. Se han publicado numerosos relatos de su martirio. Si hemos de dar fe al
más conocido de todos, Julita habitaba en Iconio con un hijo de tres años. La
persecución la obligó a trasladarse a Seleucia, cerca de Tarso. Allí debería
sufrir su cruel martirio. Quirico, al ver padecer a su madre, también él se
declaró cristiano, y, no queriendo separarse de ella, sufrió el martirio
juntamente. Sus reliquias fueron conducidas a Francia, donde se levantaron
numerosos santuarios en su honor. Carlomagno, librado por San Quirico de un
jabalí misterioso que iba a matarle, quiso patentizar su reconocimiento
decidiendo que la Catedral de Nevers, reconstruida por su munificencia, le
adoptase por patrón. Desde entonces los artistas cristianos representan al
santo niño con un jabalí a sus pies.
SÚPLICA
¡Oh santos Mártires! ya no os
acordáis, según la palabra del Señor, de los padecimientos pasados. El
sacrificio de madre e hijo, comenzando en una confesión dolorosa, es hoy un
sacrificio de alegría y alabanza. Porque vuestro sacrificio común se continúa
en el cielo: es la base de las relaciones tan poderosas y tan dulces en las
cuales Dios se complace; es la fuente de bendiciones que el Señor gusta
derramar por vuestra intercesión sobre la tierra. Haced que cuanto antes
amanezca el día del retorno a la verdadera luz en el Oriente, que os dió la
vida y que regasteis con vuestra sangre preciosa.
Bendecid a Occidente, en el cual tantas iglesias celebran hoy vuestra fiesta.
Bendecid a Occidente, en el cual tantas iglesias celebran hoy vuestra fiesta.
LOS DERECHOS DE LA MADRE
Conserva la fe de las madres,
oh Julita; eleva su cristianismo a la altura de las enseñanzas contenidas en
tus gloriosos combates. Ante la tiranía que se apodera de la educación para
perder el alma de los pobres niños, deben imitar todos a San Quirico.
Se ha visto algunos que, ante la odiosa presión de maestros impíos que les querían enseñar doctrinas condenadas por la Iglesia, no sabían escribir sino sólo el Credo que les habían enseñado sus madres. ¡Benditos sean! Sin duda tú, oh Quirico, te regocijaste a la vista de tan hermoso espectáculo, y tu mirada se ha posado con amor sobre estos émulos que te presenta nuestro siglo.
Se ha visto algunos que, ante la odiosa presión de maestros impíos que les querían enseñar doctrinas condenadas por la Iglesia, no sabían escribir sino sólo el Credo que les habían enseñado sus madres. ¡Benditos sean! Sin duda tú, oh Quirico, te regocijaste a la vista de tan hermoso espectáculo, y tu mirada se ha posado con amor sobre estos émulos que te presenta nuestro siglo.
Con tu madre, desarrolla más
y más en los hijos de la Iglesia, este sentimiento de la santa libertad que les
fué otorgada en el bautismo: ella es quien, sumisa a todos los poderes que
vienen de Dios, triunfó de los Césares. De su noble independencia ante los
abusos que la autoridad comete, depende aun hoy la salvación de la sociedad.
fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
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