SAN BARLAAM, MÁRTIR
Nació en un pueblo cerca de Antioquía, y pasó sus
primeros años ocupado en los trabajos de la vida campestre. En ellos se
santificaba con la práctica de las más heroicas virtudes, preparándose así para
recibir la corona del martirio. El celo con que confesó el nombre de
Jesucristo, lo hizo prender por los paganos, que le encerraron en una de las
cárceles de Antioquía, donde permaneció mucho tiempo. Sus oraciones agradaron á
Dios por la sencillez de corazón con que eran ofrecidas, y le acarrearon
abundancia de gracias celestiales. El mismo juez quedó atónito de ver su
extraordinaria constancia, y la paciencia y resignación con que sufrió la más
cruel flagelación, sin despegar siquiera los labios para quejarse.
Extendiéronle sobre el potro y le descoyuntaron todos los miembros. Durante
este suplicio, el ilustre atleta se mostraba tan alegre y tranquilo, como si
estuviese sentado en un banquete ó sobre un trono. Volvieron después á
encerrarle en la cárcel, y al cabo de algunos días le condujeron á un altar de ídolos,
á cuyo frente había un gran brasero de fuego con incienso al lado.
Negándose Barlaam á ofrecerle, le metieron la mano
derecha entre las ascuas, y así lo tuvieron por largo rato, hasta que,
espantados los mismos paganos con el espectáculo de tan inaudita constancia, lo
dejaron, y poco después murió. Su martirio sucedió, según la opinión más
probable, durante la primera persecución de Diocleciano. San Basilio, san Juan
Crisóstomo y otros padres de la Iglesia han ocupado sus plumas escribiendo
excelentes panegíricos en honor de este santo..
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc
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