sábado, 25 de octubre de 2025

S A N T O R A L

LOS SANTOS CRISANTO Y DARÍA, MÁRTIRES


Fué san Crisanto de la ciudad de Alejandría, hijo de un caballero ilustre del orden senatorio, llamado Polemio, el cual había venido á vivir á Roma con toda su casa y familia, y había sido recibido amigablemente del senado y muy honrado del emperador Numeriano. Procuró Polemio que su hijo Crisanto, que era de delicado y alto ingenio, se ejercitase en los estudios de todas buenas letras. Revolviendo, pues, Crisanto libros para sus estudios; por particular providencia del cielo, halló uno en que estaban escritos los Evangelios. Leyólos del principio al cabo, y conoció las tinieblas en que andaba, y que la verdadera luz era Jesucristo. Para mejor entender aquella doctrina que había descubierto, teniendo noticia que un cristiano llamado Carpóforo, bien enseñado en las divinas letras, por temor de la persecución estaba escondido en una cueva, se fué á él, y le pidió con grande instancia le declarase la ley de Jesucristo, y su Evangelio. Hízolo Carpóforo con gran voluntad: enseñóle, bautizóle y confirmóle en la fé, de tal manera, que de allí á siete días públicamente Crisanto predicaba por Roma que Jesucristo era verdadero Dios. Supo Polemio lo que Crisanto, su hijo, había hecho, y lo que predicaba: y parte por el celo de su falsa religión, y parle por temor que no cayese sobre él la pena establecida por ley contra ¡os cristianos, se ensañó fuertemente contra su hijo, y le puso en una oscura prisión, mandándole dar de comer por tasa. Pero viendo que este castigo y rigor no le sucedía bien, tomó otro camino de blanduras y regalos, y por medio de unas mujeres hermosas, ó criadas suyas, pretendió pervertirle y solicitarle á mal, para que, perdiendo la castidad, perdiese más fácilmente la fé de Jesucristo. Sacaron, pues, de la prisión á Crisanto: vistiéronle muy ricamente: pusiéronle en un aposento muy bien aderezado con colgaduras de sedas y telas: entraron las mujeres á hacer su mal oficio; y el santo, en viéndolas (temiendo su flaqueza), volvió los ojos al cielo, y pidió socorro al Señor. Ėl se lo dio de manera, que dice Metafraste; que luego dió á aquellas mujeres un profundo sueño, y se apoderó de ellas de tal suerte, que sino era sacándolas de aquel aposento, no despertaban: y por este medio el Señor libró á Crisanto de aquel peligro. Pareció al padre que era más á propósito buscar una doncella hermosa, graciosa, sabia y prudente, y casarla con su hijo, y hacerla heredera de su hacienda, para que acabase con Crisanto como mujer legitima, lo que las criadas no habían podido acabar. Halló entre las vírgenes de Minerva una, que se llamaba Daría, en quien concurrían todas las gracias y dotes que en una mujer se pueden desear. Habláronla: y con dificultad se pudo acabar con ella que se casase con Crisanto, y se encargase de sanarle de aquella que ellos llamaban locura. Más las lágrimas del viejo Polemio, y el pensar que hacía servicio á sus dioses, la inclinaron á hacerlo. 
Detalle de Santa Daría en el cortejo de vírgenes de San Apolinar de Rávena, Italia. Mosaico paleocristiano.Vistióse rica y pomposamente: entró donde el mancebo estaba, con gran desenvoltura: acomete con las palabras blandas, avisadas y amorosas, pretendiendo persuadirle que se apartase de la fé de Cristo y se casase con ella: más el Señor detuvo á Crisanto, y le dio tal gracia del cielo y tan buenas y eficaces razones, hablando con Daría, que ella cayó en el lazo que armaba á Crisanto, y favorecida de Dios, se rindió, y dijo que sería cristiana. Concertaron entre sí los dos de guardar fielmente virginidad, y publicar que eran casados; y con este medio fué libre Crisanto de la prisión y guarda en que su padre le tenía. Daría se bautizó, y los dos vivían como hermano y hermana, en toda honestidad. Y como es propio de! virtuoso desear y procurar que todos lo sean, aconsejaban á las personas con quienes trataban, que recibiesen la fé de Cristo nuestro Salvador, y guardasen virginidad; y en efecto lo persuadieron á muchos, Crisanto á los hombres, y Daría a las mujeres. Súpose esto en Roma; y Celerino, prefecto, los mandó prender, y entregar á Claudio, tribuno, para que examinase la causa y los castigase si fuesen culpados. Mandó Claudio llevar á Crisanto al templo de Júpiter; y por no haberle querido adorar, le azotaron cruelmente, Hiciéronlo los verdugos con tanta crueldad, que por las heridas y golpes que le dieron, se descubrían sus huesos, y se parecían las entrañas. De allí le llevaron á la cárcel y le echaron en un oscuro calabozo, y le cargaron de hierros y cadenas, esparciendo por el suelo cosas sucias y de mal olor: más á vista de los verdugos se tornaron polvo las prisiones, y en lugar del mal olor se sintió un olor y fragancia suavísima. Desollaron un becerro, y pusieron á Crisanto desnudo dentro de él, y tuviéronle todo un día al sol; y ningún daño recibió de esto. Tornáronle á poner en la cárcel con muchas cadenas; mas luego se quebraron y consumieron, y aparecieren tantas luces en aquel calabozo, que quedó muy claro y resplandeciente. Atáronle de nuevo: y queriéndole azotar con varas de hierro, en tomándolas los verdugos en las manos, se tornaban blandas y no podían dar golpe con ellas. Convencióse el tribuno que aquello no se podía hacer por arte mágica y de encantamiento, sino que era la mano y poder de Dios; y alumbrado con su luz, se echó á los pies de san Crisanto, y le rogó que le perdonase el mal que le había hecho, y que suplicase al Dios que él confesaba, y de quien era en tantos y tan atroces tormentos amparado, que le perdonase y le diese su conocimiento. Lo mismo hicieron todos sus soldados, y fueron bautizados Claudio, Jason y Mauro, hijos suyos, é Hilaria, su mujer, con toda su familia, y todos los soldados que estaban á su cargo, y otra mucha gente.
Supo el emperador Numeriano lo que pasaba, y mandólos matar á todos. Claudio fué echado al rio Tiber con una pesa grande al cuello, y ahogado; los demás fueron degollados. Hilaria, mujer de Claudio, algunos días después, estando haciendo oración en la cueva, donde habían sido puestos los cuerpos de todos aquellos santos mártires, fué presa por los gentiles: y queriéndola llevar delante del emperador; ella pidió tiempo para hacer oración, y en ella rogó á Dios, la llevase en compañía de su marido é hijos. Oyóla el Señor, y allí dió su alma á Dios; y así quedó su cuerpo en compañía de los otros santos. A Crisanto mandó el emperador poner en la cárcel, llamada Tuliano, que era oscura y dura: y á Daría llevar al lugar de las mujeres públicas: donde, puesta la santa doncella en aquel afrentoso lugar, lo convirtió con su presencia y oración en un devoto oratorio; porque el Señor envió un león, que habiéndose soltado de la leonera en que estaba, se puso delante de Daría, como quien la quería defender. Entró un mozo lascivo y deshonesto sin saber lo que pasaba, para afrentar y hacer fuerza á la santa virgen: salió á él el león: derribóle en el suelo; y teniéndole allí caído, y con el pavor y sobresalto, más muerto que vivo, miraba á la santa para ver lo que le mandaba que en aquel desventurado mozo hiciese. Mandóle que no le hiciese mal: y tomando ocasión de lo que él hacía, para obedecer á Dios, habló al mozo, y lo convirtió á la fé de Jesucristo: y libre ya de las garras del león (á quien la santa mandó que le dejase), comenzó á dar voces por toda la ciudad, que no había otro Dios, sino Jesucristo, á quien adoraban los cristianos. Fueron por el león, los que tenían cargo de él; mas regido por Dios, se volvió contra ellos; y con esta ocasión ellos también se convirtieron, y fueron pregoneros de la grandeza y majestad del Señor. Mandó Celerino, prefecto, poner fuego al rededor del aposento donde estaba Daría y el león, para que allí fuesen quemados; mas por voluntad del Señor el león, tomando la bendición de la santa, abajó su cerviz y pasó por la llama sin quemarse, y por toda la ciudad, sin hacer mal á nadie, ni recibirle. Después de esto colgaron ó Crisanto en un madero, que se quebró, y las ataduras se rompieron, y las hachas, que estaban encendidas para quemarle los costados, se apagaron. Quisieron atormentar á Daría; mas los nervios de las manos de los verdugos se encogieron con tan grande dolor y sentimiento, que la dejaron. Finalmente, los llevaron fuera de la ciudad en la via Salaria, y allí hicieron una grande hoya, y los pusieron vivos en ella, echando sobre ella tierra y piedras, y juntamente fueron martirizados y sepultados. Obró Dios nuestro Señor grandes milagros por estos santos, y por su intercesión dio salud á muchos enfermos.

Concurrió una vez gran número de cristianos, para celebrar su fiesta, en una cueva; y el emperador Numeriano, estando ellos dentro, la mandó cerrar de manera, que todos murieron, y fueron mártires de Cristo Hallóse entre ellos un sacerdote llamado Diodoro, que les dijo misa, y los animó á llevar aquella muerte con constancia y alegría por el Señor. El martirio de san Crisanto y Daría celebra la santa Iglesia á los 25 de octubre, y fué el año del Señor de 281, imperando Numeriano. Escribiéronle Verino y Armenio, presbíteros de san Esteban, papa; y Melafraste extendió y amplificó su historia; y san Dámaso, papa, hizo ciertos versos muy elegantes en loor de estos santos mártires, y los puso en su sepulcro. Hacen mención de los santos Crisanto y Daría el Martirologio romano, y el de Usuardo; el padre Surio, tomo V; y el cardenal Baronio en sus anotaciones del Martirologio, y en el segundo tomo de sus Anales; y san Gregorio Turonense en el libro De gloria martyrum.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

viernes, 24 de octubre de 2025

S A N T O R A L

San Antonio María Claret

“El santo de todos”

Una de las mayores figuras católicas del siglo XIX. No se comprende cabalmente la historia española de aquella época, sin el estudio de la vida del gran misionero catalán.

Plinio María Solimeo

San Antonio María Claret fue uno de los grandes pilares de la Iglesia Católica en su tiempo. Pío XII, al canonizarlo en 1950, lo llamó “el santo de todos”. Porque, dijo el Pontífice, “en él miran los artesanos, los sacerdotes, los obispos y todo el pueblo cristiano, ya que se encuentran en él ejemplos preclaros con qué alentarse y animarse, cada quien según su estado, en esa perfección cristiana de la cual únicamente pueden salir, en las perturbaciones presentes, los oportunos remedios y atraer tiempos mejores”.1

Este santo, de una sorprendente actividad, fue “en frase de Pío XI, apóstol de la palabra, predicando innumerables sermones; apóstol de la pluma, publicando muchísimos volúmenes; apóstol de la Prensa, creando academias, librerías y bibliotecas; apóstol de la acción social católica y de los ejercicios espirituales. Fue catequista, misionero, formador del clero, director de almas, fundador de congregaciones, pedagogo y «ángel tutelar de la familia real»; pero sobre todo, eminentemente santo”.2

Predicador popular, fundó la Congregación Misionera de los Hijos del Corazón Inmaculado de María. Fue arzobispo de Santiago de Cuba, confesor y consejero de la reina Isabel II, de España. En el Concilio Vaticano I se destacó como intrépido defensor de la infalibilidad pontificia.

Como no es posible abarcar aquí toda la obra de este incansable batallador, nos limitaremos a algunas rápidas pinceladas.

Antonio Adjutorio Juan nació el 23 de diciembre de 1807 en Sallent, diócesis de Vich, provincia de Barcelona, España, quinto de los once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Propietarios de una pequeña tejeduría, eran ellos “honrados y temerosos de Dios y muy devotos del Santísimo Sacramento del Altar y de María Santísima”, como dice el santo en su autobiografía.3 “Yo después, por devoción a María Santísima, añadí el dulcísimo nombre de María, porque María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra, mi Directora y mi todo después de Jesús”.

Piedad y verdadera vocación sacerdotal


De una piedad precoz, desde los cinco años de edad ya se preocupaba con la eternidad y con el destino del hombre. Adulto, pondera: “No sé comprender cómo los otros sacerdotes que creen en estas mismas verdades que yo y todos debemos creer, no predican ni exhortan para preservar a las gentes de caer en los infiernos”.

Su devoción a la Santísima Virgen surgió casi con el uso de la razón: “nunca me cansaba de estar en la iglesia delante de María del Rosario, y hablaba y rezaba con tal confianza, que estaba bien creído que la Santísima Virgen me oía”.

Se comprende que, así, la vocación sacerdotal despertase en él muy temprano: “Siendo muy niño, cuando estaba en el silabario, fui preguntado por un grande señor que vino a visitar la escuela qué quería ser. Yo le contesté que quería ser sacerdote”.

Acentuado espíritu misionero


Adolescente, comenzó a trabajar en la fábrica de su  padre; como hiciera muchos progresos en ese arte, fue a especializarse en Barcelona, gran centro de industria textil. Con mucha aplicación en el trabajo y un talento fuera de lo común, dominó tan bien el arte textil, que hubiera llegado lejos, de haberse dedicado exclusivamente a ella. Pero el llamado de Dios se hizo más apremiante, y resolvió romper de una vez con el mundo y retirarse a una cartuja. Sin embargo, terminó optando por ser sacerdote secular.

En 1829 Antonio ingresó al Seminario de Vich. En aquel tiempo, como adoleció de una fuerte gripe, le fue mandado guardar cama. En uno de esos días fue atacado por una terrible tentación contra la pureza. Recurría a Nuestra Señora, al Angel de la Guarda, a sus santos patronos, pero todo en vano. Finalmente, “he aquí que se me presenta María Santísima, hermosísima y graciosísima, [...] y me dijo: «Antonio, esta corona será tuya si vences». [...] Y vi que la Santísima Virgen me ponía en la cabeza la corona de rosas que tenía en la mano derecha”.

Ésa no fue la única gracia mística que recibió. En su vida, hay varias manifestaciones palpables de lo sobrenatural.

El día 13 de junio de 1835, fiesta de su patrono, Antonio recibió la ordenación sacerdotal, y fue nombrado coadjutor en su ciudad natal. Comprendió entonces que su vocación era la de ser misionero, y quiso evangelizar los pueblos de Cataluña, huérfanos desde la supresión de las órdenes religiosas. Como eso no era posible a causa de la guerra civil, fue a Roma para ser admitido en la Congregación de las Misiones Extranjeras.

Predicar “oportuna e inoportunamente”


En la Ciudad Eterna, después de hacer los Ejercicios Espirituales con los padres de la Compañía de Jesús, resolvió ingresar en ésta, y comenzó el noviciado. Pero le sobrevino un agudo dolor en una pierna, y tuvo que regresar a España. Poco después el Padre General de la Compañía de Jesús le escribía: “Dios le llevó a la Compañía no para que se quedase en ella, sino para que aprendiese a ganar almas para el cielo”.
Antonio María obtuvo entonces permiso para predicar misiones en Cataluña y en las islas Canarias. Operaba curaciones milagrosas, tanto materiales cuanto espirituales, expeliendo demonios de los posesos, regularizando matrimonios de mal casados. A ello lo movía el intenso deseo de librar las almas del infierno, pues “me obliga a predicar sin parar el ver la multitud de almas que caen en los infiernos, pues que es de fe que todos los que mueren en pecado mortal se condenan”.

Confesor y consejero de la reina Isabel II
Lo animaba el ejemplo de San Pablo: “¡Cómo corre de  una a otra parte, llevando como vaso de elección la doctrina de Jesucristo! Él predica, él escribe, él enseña en las sinagogas, en las cárceles y en todas partes; él trabaja y hace trabajar oportuna e inoportunamente; él sufre azotes, piedras, persecuciones de toda especie, calumnias las más atroces”. Se puede decir que esta descripción cabe también a San Antonio María Claret.

Dice él: “Como iba misionando, tocaba lasnecesidades, y según lo que veía y oía escribía el librito o la hoja suelta. Si en la población observaba que había la costumbre de cantar cánticos deshonestos, daba luego a luz una hoja suelta de un cántico espiritual o moral. Por esto, las primeras hojas que di a luz casi todas eran de cánticos”.

En 1849 el padre Claret fundó, con otros cinco sacerdotes, una congregación religiosa cuyos miembros serían sus auxiliares en la obra de las misiones, con el nombre de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Así describe cómo debe ser ese misionero: “Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”.

Nombrado arzobispo de Santiago de Cuba en 1850, afirma en sus palabras de saludo que “La Prelada será la Virgen Santísima. Mi forma de gobierno será la que Ella me inspire”. En la primera misión que predicó en la isla el fruto fue tan grande, que 40 confesores no fueron suficientes para atender todas las confesiones. La comunión general, distribuida por tres sacerdotes, duró ¡seis horas! Solamente en aquella misión, fueron regularizados 8.557 matrimonios.

Los “espíritus fuertes” hicieron varios intentos para matarlo, pero la Santísima Virgen velaba por él.

Desvendando el futuro de Cuba y de España


San Antonio María Claret hizo muchas profecías. Por ejemplo, cuando en Cuba, profetizó “grandes terremotos”. Éstos vinieron. Cuando las autoridades quisieron remover los escombros, alertó: “Habrá otro”. Después profetizó: “Si [los pecadores] aún no se despiertan, [Dios] pasará a castigarles el cuerpo con la peste o cólera”. Vino pues la epidemia del cólera-morbo, que en tres meses hizo 2.734 víctimas. Afirmó, sin embargo, que ello fue una misericordia de Dios, porque, “muchos se confesaron para morir que no se habían confesado en la misión; y otros que en la misión se habían convertido y confesado bien y que se habrían precipitado otra vez en los mismos pecados, y Dios en aquella peste se los llevó”.

En 1861, ya como confesor de la Reina Isabel II, “el Señor me hizo conocer los tres grandes males que amenazan a España, y son: el protestantismo, mejor dicho, la descatolización, la república y el comunismo. Para atajar a estos tres males me dio a conocer que se habían de aplicar tres devociones: el Trisagio, el Santísimo Sacramento y el Rosario”.

Combatiendo los errores de los socialistas


Catedral de Santiago de Cuba
Escribiendo sobre una visita que hizo a las provincias de Andalucía, en España, en el año de 1862, el indómito arzobispo comenta el trabajo de los socialistas en aquella región, aprovechándose de la apatía de gobernantes y eclesiásticos. Anota varios errores por ellos difundidos, entre los cuales citaremos uno que podría haber sido suscrito en nuestro tiempo por los partidarios de la Reforma Agraria:


“Hasta ahora, los ricos han disfrutado las tierras; ya es tiempo que las disfrutemos nosotros, y así entre nosotros las dividiremos. Esta división no sólo es de equidad y justicia, sino también de grande utilidad y provecho, pues que los terrenos aglomerados por los ricos ladrones son infructíferos, y divididos en pequeños lotes entre nosotros y cultivados por nuestras propias manos darán abundantes cosechas”

Comenta el Santo: “Con esas peroraciones y con los demás medios tan halagüeños y fascinantes, y amenazando e insultando al que no cedía al momento, así fue como [el movimiento socialista] tomó grandes proporciones en tan poco tiempo”.

San Antonio María Claret, perseguido y desterrado, falleció el día 24 de octubre de 1870, a la edad de 62 años, en el monasterio cisterciense de Fontfroide, Francia. Fue beatificado por Pío XI en 1934 y canonizado por Pío XII el 7 de mayo de 1950.


Notas.-

1. AAS 42 (1950), 480. Apud San Antonio Maria Claret — Escritos Autobiográficos y espirituales, B.A.C., Madrid, 1959, Prólogo, p. xv.
2. Edelvives, El Santo de Cada Día, Editorial Luis Vives, Zaragoza, 1955, vol. V, p. 543.
3. AutobiografíaEscritos autobiográficos, B.A.C., Madrid, 1981. Todos los textos citados entre comillas que no mencionan la fuente, fueron extraídos de esta obra
.
Fuente: http://www.fatima.pe/articulo-444-san-antonio-maria-claret-fundador-de-los-padres-claretianos

Profecía de San Antonio María Claret vuelve a circular con operación de Castro

Claret y la profecía

San Antonio María Claret nació en 1807, en Cataluña. En 1851, partió rumbo a Cuba  con el encargo de ser Arzobispo de Santiago. Llegó el 18 de febrero de ese año y consagró su actividad pastoral a la protección de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de todos los cubanos, de quien también fue un entusiasta devoto.
Según la tradición, el Padre Claret estaba recorriendo las zonas montañosas de Santiago cuando se le presentó la Virgen de la Caridad para predecirle el futuro de Cuba, profecía que luego el sacerdote transmitió a sus feligreses y miembros de su congregación.
La revelación de la Virgen “hablaba de un joven muy osado (NDR, Castro) que subiría por esas mismas montañas con las armas en la mano, y después de unos años bajaría triunfante con una espesa barba, acompañado de otros hombres también barbudos y con largos cabellos”.
“Esos jóvenes traerían, colgando de sus cuellos, medallas de la Caridad del Cobre y crucifijos que en poco tiempo dejarían de usar, para luego negar con vergüenza sus creencias”.

La profecía agrega que el joven líder “sería aclamado por todos a causa de numerosas reformas de beneficio popular, se iría apoderando poco a poco de todo el poder, sumiendo al pueblo cubano bajo una férrea dictadura que duraría 40 años, en los cuales Cuba sufriría numerosas calamidades y penurias. Finalmente, ese hombre moriría en la cama”.
Tras su fallecimiento, continúa la profecía, “se produciría un corto período de inestabilidad y enfrentamientos, en los que incluso llegarían a producirse algunos derramamientos de sangre, aunque luego la nación cubana volvería a levantarse poco a poco hasta llegar a ocupar un destacado lugar en el ámbito internacional”.
El 22 febrero de 1857, San Antonio María Claret partió de regreso a España al ser nombrado confesor de la Reina. Fue despedido por una multitud en el puerto de Santiago de Cuba.
El gobierno cubano guarda absoluto sigilo sobre el resultado de la operación y el proceso de recuperación de Castro.

Fuente: https://www.aciprensa.com/noticias/profecia-de-san-antonio-maria-claret-vuelve-a-circular-con-operacion-de-castro/

jueves, 23 de octubre de 2025

S A N T O R A L



SAN JUAN DE CAPISTRANO, CONFESOR

EL HONOR DEBIDO A LOS SANTOS

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Cuanto más la Iglesia parece acercarse a su término tanto más desea enriquecerse con nuevas fiestas que la traigan a la memoria su glorioso pasado.

Tened en la mente los días antiguos, recordad la historia de las generaciones pretéritas, decía ya Dios en la alianza del Sinaí, y en Israel los padres consideraban como una ley el dar a conocer a sus descendientes los relatos del pasado. También la Iglesia tiene sus anales llenos de recuerdos de las manifestaciones obradas por el poder del Esposo; mejor que los descendientes de Judá los hijos de la nueva Sión pueden exclamar mientras contemplan la serie de los siglos pasados: Tú eres mi Rey, Tú eres mi Dios. Tú que siempre has salvado a Jacob.

EL PELIGRO MUSULMÁN

Mientras que en Oriente tenía lugar la caída definitiva de los iconoclastas, en Occidente comenzaba una guerra más terrible en la que éste debía luchar por la misma civilización cristiana. Como un torrente, el Islán había arrojado desde Asia hasta el centro de las Galias sus huestes feroces; durante más de mil años iba a disputar palmo a palmo el suelo ocupado por las razas latinas a Cristo y su Iglesia. 
Las expediciones enviadas en los siglos XII y XIII para atacarla en el centro mismo de su poder sólo consiguieron inmovilizarle por algún tiempo.  
Bernardino de Siena y Juan de Capistrano, óleo de Alonso Cano

Con excepción de España donde el combate debía acabar con el triunfo absoluto de la Cruz, viose a los príncipes, olvidados de las tradiciones de Carlomagno y de San Luis, abandonar, en provecho de sus ambiciones privadas, la guerra santa hasta que la media luna, desafiando de nuevo a la cristiandad, concibió una vez más el proyecto de conquista universal.
En 1453, Bizancio, la capital del imperio de Oriente, caía en un asalto de los jenízaros turcos; tres años más tarde Mahomet II, su vencedor, ponía sitio a Belgrado, baluarte del imperio de Occidente. Parecía que Europa entera no dejaría de acudir en socorro de la plaza sitiada ya que la destrucción de este último dique significaría la devastación inmediata de Hungría, Austria e Italia; para todos los países del Oeste sobrevendría en breve una servidumbre mortal y una irremediable esterilidad del suelo y de las inteligencias.

LLAMAMIENTO DEL PAPADO

La inminencia del peligro no había tenido otro resultado que acentuar la lamentable división que hacía del mundo cristiano juguete de algunos millares de infieles. Se diría que la derrota de uno hubiera sido para muchos la compensación de la suya propia, tanto más cuanto que de esta derrota más de uno esperaría obtener alguna indemnización como precio de la deserción de su puesto en el combate. Sólo contra todos estos egoísmos, en medio de las perfidias que se tramaban a la sombra o que se hacían públicas, el papado se mantuvo firme. Verdaderamente católico en su pensamiento y en su acción, en sus horas tristes o en sus momentos de alegría y de triunfo, tomó bajo su protección la causa común traicionada por los reyes. Desoído su llamamiento a los poderosos, se volvió a los humildes y más confiada en sus plegarias al Dios de los ejércitos que en la destreza bélica, reclutó entre ellos los soldados que hablan de llevar a cabo la liberación.

UN CRUZADO

Statue of John Hunyadi in Budapest, Heroes' Square
John Hunyadi in Budapest, Heroes’ Square
Entonces el héroe de este día, San Juan Capistrano, temible ya desde hacía tiempo para el infierno, consumó a la vez su gloria y su santidad. A la cabeza de otros pobres y desvalidos como él, pero de buena voluntad, paisanos y gente humilde reunida por él y sus hermanos de la Observancia, el pobre de Cristo no desesperó de triunfar del ejército más fuerte y mejor dirigido, que se había visto en la tierra desde hacía mucho tiempo. En una primera tentativa, el 14 de julio de 1456, rompiendo las líneas otomanas en compañía de Juan Hunyade, el único noble húngaro que quiso compartir su suerte, se lanzó a Belgrado con el fin de poder avituallarla. Ocho días más tarde, el 22 de julio, no satisfecho con mantenerse en actitud defensiva, ante los ojos Hunyade estupefacto de esta nueva estrategia, arrojaba entre las trincheras enemigas su tropa armada de palos y horcas con la consigna de gritar el nombre de Jesús a los cuatro vientos. Era la palabra de victoria que Juan de Capistrano había heredado de su maestro Bernardino de Sena.
"Que el adversario ponga la confianza en sus caballos y en sus carros de combate; por nuestra parte invocaremos el nombre del Señor". Y en efecto, el nombre perennemente santo y terrible salvaba una vez más a su pueblo. En la tarde de esta memorable jornada veinticuatro mil turcos cubrían el suelo con sus cadáveres; trescientos cañones, todas las armas y riquezas de los infieles estaban en manos de los cristianos; Mahomet II herido huía precipitadamente tratando de ocultar su vergüenza y poner a salvo los restos de su ejército.
El 6 de agosto llegaba a Roma la noticia de una victoria que necesariamente traía a la memoria la de Gedeón sobre los madianitas. El Soberano Pontífice Calisto III ordenó entonces que todos los años la Iglesia festejaría la Transfiguración del Señor. "Porque no era ni su espada la que había libertado la tierra ni su brazo el que los había salvado sino tu diestra y poder de tu brazo, oh Dios, y el resplandor de tu rostro porque te complaciste en ellos como en el Tabor en vuestro muy amado.

VIDA

Juan nació en Capistrano, en los Abruzos, en 1386. Después de haber gobernado muchas ciudades abrazó la Regla de San Francisco de Asís y se esforzó en continuar la obra de San Bernardino propagando el culto de los santos nombres de Jesús y de María. Inquisidor y después Nuncio en Alemania, convirtió a muchos sarracenos y herejes. Promotor de la cruzada, se le debe la victoria de Belgrado en 1456. Murió poco después en Illok y Alejandro VIII le colocó en el catálogo de los santos en 1620.

PLEGARIA

¡El Señor está contigo, oh el más fuerte de los hombres! Ve con esa tu fuerza, que es tu fuerza, y libra a Israel y triunfa de Madián; sabe que soy yo quien te ha enviado. Así saludaba el ángel del Señor a Gedeón a quien escogía entre los menores de su pueblo para altos destinos Así podemos saludarte también nosotros, hijo de Francisco de Asís, mientras te pedimos que continúes protegiéndonos siempre. El enemigo que venciste en los campos de batalla no es ya temible para nuestro Occidente; el peligro está más bien donde Moisés lo señalaba a su pueblo: Guardaos bien de olvidar al Señor vuestro Dios... no vaya a ser que después de haberos satisfecho, después de haber levantado hermosas casas, multiplicado vuestros rebaños, vuestro dinero y vuestro oro; después de haber gustado, la abundancia de todas las cosas, vuestro corazón no se eleve y no vuelva a acordarse de quien os ha libertado de la servidumbre. Si el turco hubiera triunfado en la lucha cuyo héroe fuiste, ¿dónde estaría esta civilización de la que estamos tan orgullosos? Después de ti, la Iglesia, debió tomar sobre sí la obra de la defensa social que los jefes de las naciones no quisieron asumir. ¡Que el reconocimiento que la es debida preserve a los hijos de la Madre común de este mal del olvido que es el azote de la generación presente! Así mismo agradecemos al cielo el gran recuerdo que por ti hoy nos trae al calendario litúrgico, memorial de las bondades del Señor y de los hechos heroicos de los Santos. Haz que en la lucha, cuyo campo de batalla somos nosotros mismos, el nombre de Jesús ponga siempre en retirada al demonio, al mundo y a la carne; que su Cruz sea nuestro estandarte y que por ella y la muerte a nosotros mismos logremos llegar al triunfo de la resurrección.

Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer