martes, 1 de abril de 2025

SANTA MARIA EGIPCIACA 01/04

SANTA MARIA EGIPCIACA, penitente

Nacida en Egipto, huyo de su casa a los doce años y se dirigió a la ciudad de Alejandría, donde perdió la delicada flor de la honestidad y se entregó a los placeres de una manera desvergonzada y publica. Pasó a Jerusalén y vivió asimismo hundida en el fango de las más abyectas pasiones. 
El día de la Exaltación de la Cruz, cuando los demás peregrinos iban entrando en el templo para la adoración del símbolo de nuestra Redención, ella pretendió hacer lo propio, más una fuerza irresistible, un empuje violento le impidió la entrada. Al fin comprendido cual era la causa; evocó, en rápida visión, toda su mala vida, con el peso de sus maldades, y tuvo horror de si misma. Pidió clemencia al cielo y, al levantar los ojos, distinguió una imagen de María -Nuestra Señora- a la que se encomendó con gran dolor y piedad. Después de esta súplica sintíose confortada y pudo entrar en el templo como los demás. Adoró la Cruz y rogó a Dios que no la abandonase. Una vez recibido los sacramentos de Penitencia y Comunión, pasó el Jordán y se retiró al desierto, donde vivió en las más austeras penitencias. Dormía en tierra, comía hierbas y raíces, cubría su cuerpo con sólo las hebras de su larga cabellera, y golpeábase el pecho con piedras y zarzas agudísimas.
El hallazgo de esta Santa fue del siguiente modo: Había en aquellos tiempos costumbre entre los monjes salir del monasterio y practicar rigurosamente la Cuaresma en la soledad de los bosques y de los grandes desiertos. El año 430, San Zósimo, varón de gran virtud y santidad, salió también de su convento de Palestina para pasar la Cuaresma en oración y penitencia rigurosa en las márgenes del Jordán. Cierto día, al amanecer, le pareció ver una figura humana que huía y le hacia señas que se detuviese. Vuelto del asombro y estupor que esa visión le causó, dijo: ¿Alma de hombre o de mujer, ruégote, en nombre del Señor a quien servimos, digas quien eres y a que vienes? Una voz suave y femenina le contesto: ¿Padre Zósimo, echa tu manto a esta pobre pecadora, si quieres que reciba tu bendición y pueda hablarte? En oyendo Zósimo llamarse por su nombre, se tranquilizó y pensó que era un alma de gran santidad a quien Dios había dado a conocer su persona. Cubierta con el manto raído del monje, recibió de rodillas su bendición y comenzó a contarle, entre lágrimas y sollozos, la vida disoluta de su juventud, y la espantosa penitencia que hacía en aquellas soledades desde hacía cuarenta y siete años.
Luego le rogó volviese al año siguiente para tener ella la dicha de recibir al Señor en la Sagrada Eucaristía. Al cabo de un año volvió el santo anciano para ver esa maravilla de contrición y de penitencia y le dio la Sagrada Comunión. Después de largo rato de fervorosa acción de gracias, la Santa le reiteró el mismo ruego para que volviese otro año.

San Zósimo acudió con exactitud al lugar señalado, llevando consigo la Sagrada Eucaristía; mas, ¡ ay ! , esta vez halló solo el cadáver de la Santa Penitente, en actitud extática. Había muerto el mismo día que recibió la última Comunión; así lo aseguraba la Santa en unas palabras que había dejado grabadas en el suelo, y en las que, además, le pedía que la enterrase y rogase por ella..

Fuente: EL SANTO DE CADA DÍIA - POR EDELVIVES - EDITORIAL LUIS VIVES  S. A.- ZARAGOZA Tomo II

lunes, 31 de marzo de 2025

SANTORAL

Beato Cristóbal Robinson
Martizado por ser sacerdote en tiempo de la reina Isabel I

Se llaman Mártires de la persecución en Inglaterra a los católicos que murieron en Inglaterra en defensa de su fe y de la primacía del Papa, entre 1535 y 1681, durante las persecuciones de Enrique VIII, Isabel I, Jacobo I, Carlos I, la tiranía de Cromwell y Carlos II.

Cristóbal Robinson está en todas las antiguas listas de mártires durante la Reforma Protestante, pero su vida es todavía poco conocida. Sin embargo, su memoria nunca ha sido olvidada en Cumberland (hoy es parte de Cumbria), en donde él es el único mártir católico. Su muerte, evidentemente, causó una profunda impresión, especialmente en su natal Carlisle.

Cristóbal Robinson nació probablemente en Woodside, cerca de Carlisle, entre 1565 y 1570. Fue admitido, con otros seis jóvenes, el 17 de agosto 1589 en el colegio de Douai como estudiante. Esta escuela había sido fundada el 29 de septiembre de 1568 por William Allen, un ex profesor de Oxford y que más tarde llegaría a ser cardenal. Los primeros cuatro sacerdotes fueron enviados a Inglaterra en 1574, y en los próximos diez años algo más de un centenar serían ordenados y partirían hacia Inglaterra.

De 1568 a 1594 el Colegio fue reubicado junto a la Universidad de Reims y fue en este período en el que Cristóbal Robinson era estudiante del Colegio.
Inmediatamente comenzó sus estudios teológicos y recibió la tonsura y las primeras Órdenes Menores el 18 de agosto de 1590. Era tal la necesidad urgente de sacerdotes que habían concedido al Colegio una dispensa general para acortar el tiempo de formación para el sacerdocio que habitualmente es de seis años. Cristóbal Robinson recibió el resto de órdenes menores y también las ordenes del subdiaconato y el diaconato en ceremonias realizadas durante los tres últimos días del mes de marzo de 1591. El 24 de febrero de 1992 fue ordenado sacerdote por el Cardenal Philip Sega en su capilla privada en Reims. Partió para Inglaterra el 1 de septiembre de 1592.
Cumberland y probablemente parte de Westmorland iban a ser su campo de trabajo. Existe una lista de 1596 en la que junto a su nombre se indica “vive principalmente en Woodside, cerca de Carlisle en Cumberland”. La única vivienda conocida con certeza por haber sido visitada y usada por él fue Johnby Hall, hogar de la familia Musgrave, a unas seis millas de Penrith, cerca de Castillo de Greystoke.
Él seguramente conocía a John Boste, natural de Dufton, cerca de Appleby, quien era el sacerdote más perseguido en los condados del norte. Él sería eventualmente capturado cerca de Brancepeth, en el Condado de Durham, el 13 de septiembre de 1593. Cristóbal Robinson se enteró de su captura y, teniendo la seguridad de que nadie lo reconocería, cabalgó para asistir a su juicio. Después escribió un detallado relato del proceso y muerte de John Boste. Este es el único documento de un testigo presencial de un martirio, escrito inmediatamente luego de ocurrido los hechos.
Resultado de imagen para Cristóbal Robinson
Él mismo fue detenido tres años y medio después, el 4 de marzo de 1597. Una carta del P. Henry Garnett S.J., fechada el 7 de abril de 1597 establece lo siguiente: "Robinson, un sacerdote del seminario, fue recientemente encarcelado y ahorcado en Carlisle. Durante la ejecución la cuerda se rompió dos veces y a la tercera el padre Robinson reprochó al comisario por su crueldad, diciéndole que, aunque él nunca cedería y se alegraba de su lucha, sin embargo la carne y la sangre eran débiles, por lo pedía un poco más de humanidad para no atormentar a un hombre durante tanto tiempo. Cuando ellos optaron por usar dos cuerdas, él dijo: con eso tardaré más en morir, pero no importa, estoy dispuesto a sufrir todo”.
El tiempo se ha encargado de hacer desaparecer los motivos por los que Cristóbal Robinson fuera juzgado, pero hay pruebas abundantes de que la única causa de su ejecución fue el ser un sacerdote católico.
También hay muchas evidencias de que en Carlisle el nombre de Cristóbal Robinson no es sólo recordado sino también invocado como un verdadero mártir.

Reaparece serpiente en retrato de Isabel I

Londres, Reuters, 4 de marzo 2010. Una serpiente originalmente incluida en un cuadro de Isabel I, del siglo XVI, pero cubierta casi de inmediato, ha reaparecido, dijo el jueves la Galería Nacional de Retratos de la capital inglesa
La degradación por el tiempo reveló que la monarca fue originalmente pintada sosteniendo una serpiente, cuyo contorno es visible de nuevo en la obra de un artista desconocido y que data de la década de 1580 o principios de la siguiente..
Pero en el último momento el emblema fue cubierto y se pintó a la reina sosteniendo un pequeño ramo de rosas.
La galería dijo que no se sabía por qué se había hecho el cambio, pero sugirió que podría estar relacionado con el significado ambiguo del símbolo.
Si bien una serpiente era a veces utilizada para representar la sabiduría, prudencia y un juicio razonable, todos atributos de una reina, también simbolizaba a Satanás y al pecado original en la tradición cristiana.
El retrato, que no ha sido exhibido en la galería por casi 80 años, es parte de una nueva muestra titulada Concealed and Revealed: The Changing Faces of Elizabeth I, sobre la monarca, que estará abierta al público entre el 13 de marzo y el 26 de septiembre.
La exhibición incluye cuatro retratos que datan desde 1560 hasta poco después de la muerte de la reina, en 1603, que al parecer cambiaron en apariencia de alguna forma desde que fueron creados.

domingo, 30 de marzo de 2025

S A N T O R A L

SAN JUAN CLÍMACO, CONFESOR

La vida de San Juan Clímaco escribió un monje discípulo suyo, llamado Daniel, y la refiere en su segundo tomo el P. Fr. Lorenzo Surio, de esta manera. Siendo Juan Clímaco mozo de diez y seis años, habiendo estudiado lo que en aquella edad convenía, se ofreció á Cristo nuestro Señor en santo y agradable sacrificio, recibiendo sobre sí el yugo de la vida monástica en un monasterio, que estaba en el monte Sinaí, en el cual despidiendo de su corazón toda vana estimación, y confianza de sí mismo, se abrazó con la santa humildad, y se sujetó perfectamente á su superior, y padre espiritual, y fué aprovechando cada día más en la virtud, en tanto grado, que vino á estar como muerto al mundo, y á todos sus apetitos, y como una alma del todo desnuda del propio parecer, y propia voluntad: que por haber antes San Juan estudiado, y sido enseñado en las ciencias, que suelen desvanecer; se debe aún más estimar. De esta manera conversó por espacio de diez y nueve años entre los monjes, hecho un perfectísimo dechado de obediencia y sujeción, hasta que falleció el santo padre, que le tenía á cargo, por cuya muerte pasó á la vida solitaria, y escogió un lugar, llamado Tola, que estaba cinco millas de una iglesia, en el cual perseveró constantemente por espacio de cuarenta años, con grande alegría, y fervor de espíritu. Lo que allí pasó á solas: las batallas que tuvo; y las victorias que alcanzó del común enemigo, no se pueden saber: mas es de creer, que fueron muchas, y tantos los favores, con que el Señor le regaló, como de su liberalísima mano se podían esperar, y él suele hacer, á los que de veras se entregan á su servicio. Lo que se sabe es, que comía de todas las cosas, que según su profesión era lícito comer; pero de todo poco: para que comiendo de todo, huyese la nota de la singularidad y vanagloria, y comiendo poco, venciese la gula. Con la soledad, y con el poco trato, y compañía de los hombres, de tal manera apagó la llama de la lujuria, que ya no le daba pena ni molestia. La avaricia, que el apóstol llama idolatría, venció con la largueza, y misericordia para con los otros, y con la escasez de las cosas necesarias para consigo: porque contentándose con lo poco, no tenía necesidad de codiciar lo mucho. Todos los otros vicios procuró el santo varón vencer, y vivir no como hombre, sino como ángel. Vivía de oración: nunca estaba ocioso; y para que con la aspereza y ociosidad (que suele hacer guerra á los solitarios) no le venciese, solía ocuparse en escribir libros: dormía poco, y solamente lo que bastaba para no desfallecer con las demasiadas vigilias. Pues ¿qué diré de la abundancia de sus lágrimas? Entrabase en una cueva, que estaba apartada al lado de una montaña, y allí levantaba las voces al cielo con grandes gemidos, suspiros, y clamores, y derramaba su corazón delante del Señor, hechos sus ojos dos fuentes de lágrimas. Un religioso llamado Moisés, que era de los que profesaban vida solitaria, deseando imitar la vida de este santo varón, y vivir debajo de su corrección y disciplina, echó á muchos de aquellos santos padres por rogadores, y pidió con grande instancia, que le quisiese recibir por su discípulo. Fué recibido por tal, según lo había deseado: y un día mandóle el santo varón, que de cierto lugar trajese un poco de buena tierra, para echar en un huerto de poco suelo. Hízolo Moisés, y entendiendo en ello con diligencia, llegado el mediodía, y siendo el mes de agosto, fatigado del calor y del trabajo, acordó de tomar un poco de reposo á la sombra de una gran peña que allí había: mas estando para caer aquella gran peña sobre él, Dios reveló á san Juan Chinaco el peligro, en que estaba su discípulo, y con su oración lo libró; porque estando allí durmiendo, le pareció que había oído la voz de su maestro, que le despertaba: con la cual lleno de pavor despertó, y dio un sallo, y luego vio arrancarse la peña de lo alto, y caer en tierra en el lugar, donde él antes estaba; y sin duda, si no se levantara, le hiciera pedazos. 

Otra vez vino á él un monje, que se llamaba Isaac, abrasado de una tentación carnal, y cercado de mucha tristeza y dolor, y descubrióle con muchas lágrimas y gemidos, la secreta llaga que traía. Consolóle el varón de Dios muy blandamente, y díjole: Estemos ambos, hijo, en oración; y el Señor, que es misericordioso y clemente, no despreciará nuestros ruegos. Y estando ambos orando, sanó el enfermo, y quedó curado de tan extraña pasión, y alabó al Señor, que había dado tanta eficacia á la oración de Juan Clímaco. Comenzaron algunos á visitarle, movidos de la fama de su santidad; y el venerable padre, para apacentar las ánimas, de los que á él venían, con el pasto de la palabra de Dios, les daba saludables documentos. No le faltaron algunos émulos, que procuraron estorbar este fruto, que de su doctrina se seguía, diciendo, que era un parlero y hablador. Sabiendo él esto, determinó ensoñar á los que á él venían, no solo con las palabras, sino mucho más con silencio, y ejemplo de paciencia: y así calló; y venció con tan grande humildad, y modestia á sus émulos, que compungidos, le pidieron y le suplicaron, que les diese el acostumbrado pasto de su doctrina.

Pues como resplandeciese de esta manera en todo género de virtudes, y no se hallase otro semejante á él, vinieron todos los monjes del monasterio del monte Sinaí, donde antes había morado, y con un mismo afecto y deseo, contra toda su voluntad le entregaron el magisterio y gobierno de aquel monasterio; y el santo varón, movido del Señor, tomó sobre sí la carga de regirlos, y á ruego y súplica de ellos escribió el libro llamado «Escala Espiritual», en el cual se describen treinta escalones, por donde pueden subir los hombres á la cumbre de la perfección. Este libro en nuestros días el P. M. Fr. Luis de Granada, para provecho de muchos, tradujo de latín en lengua castellana, y le enriqueció con algunas declaraciones y anotaciones suyas. De San Juan Clímaco hace mención el Martirologio romano á los 30 de marzo, y Juan Tritemio refiere algunas obras suyas, que floreció por los años del Señor de 346, en tiempo de los emperadores Constantino, Constancio y Constante, que eran hermanos, hijos del gran Constantino. Un abad del monasterio de Raytu, llamado Juan, en una epístola que escribe á San Juan Clímaco, rogándole, que escriba la regla que habían de tener y guardar los monjes, y los avisos, que él había aprendido, como otro Moisés en el monte, le pone este título: «Al admirable varón, igual á los ángeles, padre de padres y doctor excelente, Juan, abad del monasterio de Raytu, salud en el Señor». De la manera de su muerte, y de los años que vivió no sabemos cosa cierta; pero debió de morir de muy anciana edad: porque de diez y seis años tomó el hábito de monje: diez y nueve vivió en el monasterio del monte Sinai; y cuarenta en soledad, que son setenta y cinco; y después volvió á tener cargo de su mismo monasterio, en el cual, no sabemos, cuantos años vivió. El nombre de Clímaco, dice Tritemio, que suena, y es lo mismo que en latín Scholasticus, y en castellano el «Maestro de escuela», y que le dieron este nombre, como á maestro, de cuya doctrina se pueden aprovechar todos, especialmente los religiosos, y personas que traían de su aprovechamiento espiritual; aunque más probable es, que este nombre de Clímaco, que es griego, se deriva de un nombre, que quiere decir «Escalera», por haber él hecho una como escalera espiritual de su libro, y trazadora con este orden de grados espirituales, para poder llegar á la perfección.

Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

sábado, 29 de marzo de 2025

S A N T O R A L



SAN EUSTASIO, ABAD

Fué discípulo de san Columbano y su inmediato sucesor en la famosa abadía do Luxeu: nació de una de las más nobles familias de Borgoña, á fines del siglo VI. Desde muy niño mostró grande afición á la vida solitaria y mortificada, y apenas concluidos sus estudios, dejó sus padres y su casa, y se fue, á reunirse con san Columbano en los desiertos del Franco-Condado.
El amor á la oración, la inclinación á la penitencia, y el celo por la observancia, hicieron desde luego mirar á Eustasio como el más acabado modelo de la perfección religiosa. Su ejemplo inspiraba fervor, y en poco tiempo se admiró vivamente copiada en el nuevo monasterio la santidad de los monjes de Oriente.
Pero el vasto y apostólico celo de Eustasio no podía limitarse dentro de las paredes de su monasterio. El cielo le había dotado de singular elocuencia y de extraordinario talento para la predicación: movido, pues, de divina inspiración, salió á anunciar la palabra evangélica a los varascos, y llevó la luz de la religión hasta los bárbaros, haciendo en todas partes portentosas conversiones.
Concluido su apostolado, volvió al monasterio de Luxeu, y tuvo la dicha de tener bajo de su dirección á más de seiscientos monjes, que se ocupaban día y noche en cantar las divinas alabanzas. Entonces le dio á entender el Señor, que estaba cercano el fin de su santa vida, y le acometió luego una violenta enfermedad.
Curando la ceguera de 
Santa Salaberga cuando era niña

En lo más vivo de sus agudísimos dolores oyó una voz que le daba á escoger, ó padecer por espacio de treinta días sin el más mínimo alivio, ó ser desde luego aliviado, pero no morir hasta después de cuarenta. El ardientísimo deseo en que se abrasaba de poseer cuanto antes á su Dios en los descansos del cielo, le hizo mirar la dilación que se le proponía, como el más cruel de todos los tormentos, y así escogió desde luego padecer más y morir cuanto antes.
Habiendo, pues, pasado treinta días con indecibles dolores, lleno de merecimientos y favorecido con el don de milagros, murió en Luxeu el año de 625, cerca los sesenta de su edad, de los cuales había pasado más de treinta en el referido monasterio. Fué enterrado en él solemnemente, y después de muerto acreditó el Señor su santidad con gran número de prodigios.
Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

viernes, 28 de marzo de 2025

S A N T O R A L

Beato CRISTÓBAL WHARTON

Presbítero en tiempo de la reina Isabel I, martizado por ser sacerdote

Nació en Middleton en el año 1540 cerca de Ilkley (West Riding de Yorkshire) en el seno de una familia acomodada. Era el segundo hijo de Henry Wharton de Wharton y Agnes Warcop, y hermano menor de Thomas Wharton, 1º barón Wharton.
Fue educado en el Trinity College, de Oxford,  allí se graduó el Master of Arts en 1564 y posteriormente fué miembro.

Como no estaba conforme con la nueva religión, se convirtió al catolicismo, por lo que salió de Inglaterra en 1583, y el 28 de Julio entró al Colegio Inglés en Reims para estudiar para sacerdote.

Fue ordenado sacerdote el 31 de Marzo de 1584 por Carlos de Guisa -Cardenal de Lorena-. Continuó sus estudios sacerdotales y el 21 de Mayo de 1586 regresó a Inglaterra, junto con el beato Eduardo Burden. No se sabe demasiado de su actuación como misionero, excepto las notas del Dr. Worthington, que hablan de él en términos muy elogiosos, «dotado de humildad, ferviente caridad y otras grandes virtudes.»

En 1599 se encontraba celebrando la Santa Misa en casa de la viuda Eleanor Hunt, y fue arrestado junto con ella y confinado en el castillo de York. 
Reliquias del beato Cristóbal Wharton

Les ofrecieron el perdón y la libertad si suscribían la supremacía espiritual de la Reina -que era Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena-.Se

rehusaron. Junto a otros prisioneros católicos fue forzado a oír las predicaciones protestantes, y en la Cuaresma de 1600 fue llevado a juicio junto con la Sra. Hunt, y condenado a muerte por alta traición -ser sacerdote católico-, mientras que la viuda lo fue por delito grave.


El beato soportó el martirio con gran heroísmo, mientras que la viuda Eleanor Hunt estuvo en prisión hasta su muerte.

Reaparece serpiente en retrato de Isabel I


Londres, Reuters, 4 de marzo 2010. Una serpiente originalmente incluida en un cuadro de Isabel I, del siglo XVI, pero cubierta casi de inmediato, ha reaparecido, dijo el jueves la Galería Nacional de Retratos de la capital inglesa.


Foto La degradación por el tiempo reveló que la monarca fue originalmente pintada sosteniendo una serpiente, cuyo contorno es visible de nuevo en la obra de un artista desconocido y que data de la década de 1580 o principios de la siguiente.
Pero en el último momento el emblema fue cubierto y se pintó a la reina sosteniendo un pequeño ramo de rosas.
La galería dijo que no se sabía por qué se había hecho el cambio, pero sugirió que podría estar relacionado con el significado ambiguo del símbolo.


Foto Si bien una serpiente era a veces utilizada para representar la sabiduría, prudencia y un juicio razonable, todos atributos de una reina, también simbolizaba a Satanás y al pecado original en la tradición cristiana.

El retrato, que no ha sido exhibido en la galería por casi 80 años, es parte de una nueva muestra titulada Concealed and Revealed: The Changing Faces of Elizabeth I, sobre la monarca, que estará abierta al público entre el 13 de marzo y el 26 de septiembre.
La exhibición incluye cuatro retratos que datan desde 1560 hasta poco después de la muerte de la reina, en 1603, que al parecer cambiaron en apariencia de alguna forma desde que fueron creados.

http://www.jornada.unam.mx/2010/03/05/cultura/a07n1cul

jueves, 27 de marzo de 2025

S A N T O R A L

SAN RUPERTO o ROBERTO, obispo de Worms y de Salzburgo

Apóstol de Baviera

Obispo, misionero y fundador de Salzburgo, la encantadora ciudad alpina en Austria, célebre por haber sido la cuna natal de Mozart
Pablo Luis Fandiño
Imponente imagen de San Ruperto  
atribuida a Johann Vinazer (1684)
San Ruperto (Ruprecht o Roberto) nació en Worms en la segunda mitad del siglo VII, en el seno de la noble familia condal de los rupertinos o robertinos, que extendían su dominio sobre la región del medio y alto Rin. Estaban emparentados con la dinastía merovingia, que en aquel tiempo regía una vasta superficie de Europa, que incluye la actual Francia, Bélgica, una parte de Alemania y de Suiza.
Consagrado a Dios desde su infancia, recibió la esmerada educación que le tributaron monjes misioneros venidos de Irlanda. Sobre las excepcionales virtudes que desde muy joven adornaron su alma, “Ruperto se destacó —observa la Enciclopedia Católica, basada en antiguas crónicas— por la sencillez, la prudencia y el temor de Dios; era un amante de la verdad en su discurso, recto en la opinión, cauto en el consejo, enérgico en la acción, previsor en la caridad, y en toda su conducta modelo glorioso de rectitud”.1

Obispo de Worms

Al sobresalir por su elevada piedad y amplios conocimientos, fue designado para ocupar la silla episcopal de Worms. Su enorme reputación atrajo a muchas personas que desde lejanas provincias venían a pedirle instrucción y consejo. Sin embargo, como expresa el conocido refrán, nadie es profeta en su tierra: “aquel pueblo, que se componía la mayor parte de idólatras, no podía soportar una santidad tan ilustre, como la que condenaba todas sus irregularidades, desórdenes y supersticiones. Éstos le apalearon, le hicieron mil suertes de ultrajes y le echaron de la ciudad: pero Dios le preparaba otro asilo”.2 Ruperto soportó semejantes afrentas con gran dignidad y verdadero heroísmo. En fin, nuestro santo no hizo más que seguir las enseñanzas y el ejemplo del Apóstol:“proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina”.3
Aprovechó la presente contradicción para emprender un anhelado viaje a Roma, donde esperaba postrarse ante la tumba de San Pedro y presentar sus homenajes al Vicario de Jesucristo, a la espera de los designios de Dios.

Dios le descubre en Baviera un nuevo horizonte para su apostolado

Bautismo del duque Teodón por
San Ruperto de Salzburgo
Entre tanto, su fama de predicador había llegado a oídos de Teodón, duque de Baviera, quien le envió mensajeros a la Ciudad Santa suplicándole que fuese a instruir espiritualmente a su pueblo. En aquel fervoroso pedido, San Ruperto vislumbró un clamor de la Providencia que le mandaba a evangelizar aquella nación. “Fue recibido en Ratisbona por Teodón y por su Corte en el año de 697 con toda la distinción posible; y encontró los corazones de nobles y plebeyos dóciles a la palabra de Dios. La fe de Cristo había sido plantada en aquel país doscientos años antes por San Severino de Nórico; pero con su muerte las herejías y las supersticiones paganas habían extinguido enteramente la luz del Evangelio. Bagintrudis, hermana del duque Teodón, hecha cristiana, dispuso el ánimo de su hermano, y de todos los del país a recibir la fe de Cristo; y Ruperto con la ayuda de sus presbíteros, a quienes había llevado consigo, instruyó y después de un ayuno general bautizó a Teodón, a los Señores y al pueblo de todo aquel vasto país”.4
Entonces San Ruperto se dedicó a predicar, cultivar y civilizar a su población. De Ratisbona, la capital, pasó a Lorch en donde continuó desarrollando su ministerio. Allí, Dios se encargó de confirmar su doctrina con sorprendentes milagros; curó numerosas enfermedades con sus oraciones y convirtió a muchos de sus habitantes.
En atención al crecido número de los fieles y al extenso territorio que ocupaban, San Ruperto pensó en elegir un lugar a propósito para sede y núcleo de su apostolado. Después de descartar otras propuestas, pidió finalmente al duque de Baviera que le otorgara el territorio que otrora había sido ocupado por la ciudad romana de Juvavum, para erigir allí un monasterio y establecer su sede episcopal, a fin de afianzar su misión apostólica en el país. En agradecimiento por los grandes beneficios que su pueblo había recibido por la prédica de la fe verdadera, Teodón accedió gustosamente al pedido de San Ruperto, legándole a él y a sus sucesores un área calculada en dos mil millas cuadradas. En sus inmediaciones existía una mina de sal cuya explotación el santo obispo estimuló.

La fundación de Salzburgo

La ciudad de Salzburgo (que significa etimológicamente “ciudad de la sal”; salz en alemán equivale a sal en castellano), fue pues fundada por San Ruperto a orillas del río Salzach (“río de la sal”) y muy próxima a las ruinas del antiguo municipio romano de Juvavum. Es por ello que la iconografía cristiana representa a San Ruperto con un salero, o también con un barril en la mano, lleno precisamente de sal y no de vino.
Con la ayuda del propio duque Teodón, el santo prelado erigió la primera iglesia de Salzburgo así como un monasterio benedictino —ambos dedicados a San Pedro, el Príncipe de los Apóstoles— al pie del Mönchsberg, una de las dos emblemáticas montañas que rodean la ciudad, en el mismo lugar en que San Máximo —discípulo de San Severino— sufrió el martirio junto con sus compañeros el año 476.
Vista panorámica de Salzburgo, a orillas del Salzach
Apremiado por la necesidad de contar con nuevos y experimentados operarios para cuidar de su extensa mies, San Ruperto emprendió un rápido viaje a su tierra natal. A su regreso, trajo consigo a doce virtuosos misioneros de los cantones del alto Rin, entre los cuales se destacaron Cunialdo y Gislero, venerados como santos. Vino también acompañado de una sobrina, Santa Erentrudis, virgen consagrada a Dios, con quien erigió el año 714 el histórico monasterio de Nonnberg (monte de las monjas), el más antiguo convento femenino en el mundo de habla germánica. Convertida en su primera abadesa, Erentrudis gobernó con asombrosa prudencia y santidad, la prolífica comunidad de religiosas que le fue encargada por su tío carnal.

Qualis vita, finis ita

A tal vida, tal muerte. Satisfecho de haber provisto a sus instituciones con sólidas bases, San Ruperto comenzó a prepararse para el destino final de todo hombre. “Rendido de tan penosas como laboriosas fatigas, habiendo sacrificado al servicio de Dios su vida, bienes, comodidades y reputación, hizo saber a sus discípulos que se acercaba la hora de su muerte, cuya noticia sintieron en el alma; pero los consoló con la promesa de que intercedería por ellos ante el tribunal de Dios”.5
Al comenzar la Cuaresma del año 718, San Ruperto adoleció gravemente. Tras soportar con admirable paciencia las molestias propias de la enfermedad, entregó su alma a Dios el 27 de marzo de aquel año, en la festividad de la Pascua, después de haber celebrado misa y predicado.
Sus restos permanecieron en la iglesia de San Pedro desde su muerte hasta el 24 de setiembre del 774. Aquel día, San Virgilio —discípulo y sucesor suyo— condujo parte de ellos a la catedral, donde permanecen hasta hoy aguardando el día de su resurrección.
Tumba de San Ruperto en la iglesia de San Pedro, Salzburgo
Muchas iglesias y lugares en Austria y Alemania llevan su nombre, comenzando por la catedral de Salzburgo, como perenne testimonio de su inagotable actividad misionera.
El 20 de abril de 798, a pedido de Carlomagno, el Papa León III elevó la diócesis de Salzburgo a la categoría de arzobispado.
Desde fines del siglo XIII hasta comienzos del siglo XIX, Salzburgo se convirtió en un Principado gobernado por su arzobispo y formando parte del Sacro Imperio Romano Germánico.
Wolfgang Amadeus Mozart, genio universal de la música, fue bautizado en la catedral de San Ruperto el 28 de enero de 1756. Y fue en aquel mismo recinto, bajo la protección de nuestro santo, que interpretó sus primeras melodías, cuando la sugestiva Salzburgo cumplía su primer milenio de existencia. La fiesta de San Ruperto se conmemora hoy en Austria el 24 de setiembre y en el resto del mundo el 27 de marzo.
Notas.-
1. Ulrich Schmid, St. Rupert, The Catholic Encyclopedia, Robert Appleton Co., New York, 1912, in www.newadvent.org/cathen/13229a.htm.
2. P. Alban Butler, Vidas de los Padres, Mártires y otros principales santos, Imp. Santander, Valladolid, 1789, t. III, p. 409.
3. 2 Tim 4, 2.
4. P. Alban Butler, op. cit., p. 410.
5. P. Juan Croisset, Año Cristiano, Imp. de Pablo Riera, Barcelona, 1862, t. 3, pp. 437
Fuente:
El Perú necesita de Fátima

http://www.fatima.pe/articulo-704-san-ruperto-de-salzburgo