Un misterio para muchos
¿Por qué debería leer el relato de la
breve vida de Jacinta?”, me preguntará el lector. “¿Qué puede aportarme?”.
– “Creo que sobre Fátima, ya conozco
todo lo que se puede saber: la Santísima Virgen se apareció en Portugal a tres
pastorcitos en 1917, les dijo que rezaran el rosario, y Jacinta era una niña
que tuvo mucha suerte, aunque es cierto que murió muy joven... pero es un
angelito en medio de los ángeles”.
– “¿Qué tengo que ver con todo esto, en
qué se relaciona con mi vida, tendrá algún interés para mí?”
Revelaciones
Al leer las páginas que siguen,
publicadas con ocasión del centenario del nacimiento de Jacinta, usted
descubrirá algo que, para muchos, constituye un misterio, sobre todo en nuestro
mundo paganizado.
En la aparición del 13 de julio de
1917, la Virgen
Santísima mostró el infierno a tres niños: Lucía, de diez
años, Francisco, de nueve, y Jacinta, de siete.
¡Sí, la Santísima Virgen
mostró el infierno, con sus demonios con forma de monstruos horribles y las
almas de los condenados en un inmenso incendio, a una chiquita de siete años!
Esta visión transformó su vida: a
partir de entonces, aceptó sufrir por los pecadores, a fin de que se
convirtieran y así, evitar que se condenaran para siempre.
Leyendo estas páginas, verá cómo el
amor del prójimo, y del prójimo pecador, lleva a una niña al heroísmo en la
aceptación del sufrimiento.
¡Y cuánto sufrió!
Pequeñita, pobre y enferma, se
convierte en una gigante de la virtud, en un modelo universal de sabiduría, de
riqueza interior y de fuerza.
No podrá dejar de emocionarse al
constatar la generosidad de esta frágil víctima, su inocencia y candor en medio
de los tormentos, su intimidad confiada con Jesús y con su Madre del Cielo, así
como la dulzura maternal de la Virgen Santísima
para con ella.
Sufrir por los pecadores
Estoy convencido de que Jacinta tiene
algo muy especial que transmitirle. Lea su historia, mírela a los ojos, en la
foto de la tapa, y descubra por sí mismo lo que le sugiere su mirada
interrogadora.
¡Atención! No crea que este opúsculo
quiere susurrarle con una voz melosa: “Usted debería buscar la santidad, ¿no?”
–frase que, probablemente, no le sería de gran utilidad. No. Busca expresar
otra cosa.
Ser santo, sin duda, parece muy
hermoso, aunque, más bien, algo muy abstracto y, aparentemente, reservado a las
almas escogidas.
Pero sufrir y ser pecador, es lo que
nos toca a todos cada día.
Con Jacinta, puedo aprender a aceptar
los sufrimientos inevitables de la vida, puedo aprender a amar a mi prójimo,
incluso si no es perfecto, puedo aprender a dejar de pecar.
¿Acaso esto no vale la pena?
Valor del ejemplar: $ 180
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn libro para estos últimos tiempos. Es oración callada y fresca que anida en el interior del lector. Enmarcado en una poética simplicidad estética, no solo es una lectura para recordar sino para tener presente, ya que constituye una formidable escalera para alcanzar el Cielo, en una receta dada por una niña - ángel de nueve años.
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