sábado, 4 de enero de 2025

Primer Sábado del Mes

Devoción al Rosario

 y al Inmaculado Corazón de María


En la segunda aparición en Fátima la Santísima Virgen insistió sobre el Rosario diario y recomendó a los tres niños que aprendieran a leer. En esta ocasión, Nuestra Señora prometió que, en breve, llevaría al cielo a Francisco y Jacinta, y anunció que Lucía viviría más tiempo para cumplir en la tierra una misión providencial: “Jesús quiere servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. Al percibir que Lucía estaba aprensiva, Nuestra Señora la confortó diciéndole: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”.
En esa aparición, María Santísima mostró a los pastorcitos un corazón cercado de espinas que se le clavaban por todas partes, ultrajado por los pecados de los hombres y que pedía reparación. En una revelación posterior a la Hermana Lucía, en 1925, la Virgen María prometió asistir en la hora de la muerte, 
con todas las gracias necesarias para la salvación, a quienes durante cinco meses, en el primer sábado, recibieran la Sagrada Comunión, rezaran el Rosario y la acompañaran quince minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarla.

Promesas de Nuestra Señora de Fátima

En la aparición de Junio de 1917, Nuestra Señora prometió a los tres pastorcitos que llevaría al Cielo a aquellos que abrazaran la devoción al Inmaculado Corazón de María. Al respecto, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, gran apóstol de la devoción mariana, comentó en una conferencia dictada en 1994: "La Santísima Virgen pide muy poco: Si lo hicieran os daré. Si no lo hicieran, no quiere decir que no os amaré, pero... si fuereis sedientos de aprovechar esta promesa de mi Inmaculado Corazón tanto más yo os amaré. ¡Venid!"
Sin embargo, cuántas personas adoptan una actitud indolente delante de promesas de éstas: las promesas del Sagrado Corazón de Jesús respecto a los nueve primeros Viernes; la promesa del Escapulario del Carmen, de ser sacado del fuego del Purgatorio en el primer Sábado, ¡qué promesas magníficas!".

¿Por qué el sábado está dedicado a la Santísima Virgen?


Plinio Corrêa de Oliveira

Sabemos que el viernes es el día que nos recuerda la muerte de Nuestro Señor, y el domingo recuerda su Resurrección. La pregunta que surge es: ¿Por qué el sábado está dedicado a la Virgen? He recibido la siguiente información que transmito a Uds. y luego la comentaré.

Selección biográfica:

La Santísima Virgen contempla a su Hijo muerto
La Santísima Virgen contempla a su Hijo muerto
Después de esa época se hizo costumbre general dedicar el sábado a la Virgen. San Hugo, abad de Cluny, ordenó que en las abadías y monasterios de su orden, los sábados se cantara el Oficio y se celebrara una Misa en honor de la Santísima Virgen María. Una misa especial fue compuesta en su honor para esas ocasiones. Para el Oficio Divino regular, el Papa Urbano II añadió el Pequeño Oficio de la Virgen para ser cantado los sábados.
La devoción a la Virgen recibió un fuerte impulso a principios del siglo X con la reforma monástica que dio forma a la civilización medieval.
Hay muchas razones de por qué el sábado debe estar dedicado a la Virgen Santísima. Las más conocida surgió a partir de la particular devoción que tenía el hombre medieval a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Los Evangelios nos dicen que después de la muerte de Nuestro Señor, los Apóstoles, los discípulos y las santas mujeres no creían en la Resurrección, a pesar de que Nuestro Señor la había predicho varias veces.
Sin embargo, desde la hora en que Nuestro Señor murió en la cruz el Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección, sólo la Virgen creía en su divinidad y, por lo tanto, sólo ella tenía una fe perfecta. Porque, como dice San Pablo: “Sin la resurrección nuestra fe sería vana”. En ese sábado, por lo tanto, en toda la tierra fue sólo Ella quien personificó la Iglesia Católica. Por esta razón el hombre medieval la honraba especialmente en este día.

Comentarios del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira:

Esta explicación no podía ser más hermosa. Creo, sin embargo, que es una exageración decir que las Santas Mujeres y el apóstol San Juan perdieron la fe en ese día. Pero, ellos no tenían fe en la Resurrección.
A pesar del hecho de que Nuestro Señor les habló de su Resurrección en varias ocasiones, ellos no la comprendieron completamente. En efecto, una resurrección es una cosa tan extraordinaria, tan opuesta al orden natural, que la mente humana no se inclina a creer en ella. A pesar de que el Señor había resucitado a Lázaro —y ellos habían sido testigos de ese milagro— ellos no se dieron cuenta de que Quien había resucitado a Lázaro podía resucitarse a sí mismo.
Es casi inconcebible que un hombre resucite un muerto y, sin embargo, es más difícil imaginar que un muerto se resucite a sí mismo. ¿Cómo puede un hombre —por su propio poder— levantarse desde el abismo de la muerte y decirle a su propia alma: “Ahora, vuelve a entrar en tu cuerpo y únete con él?”. Esto exige un poder mucho mayor que el que se necesita para resucitar a un muerto. Es una victoria sobre el otro, un esplendor multiplicado por otro, una cosa, normalmente hablando, que la mente humana no puede imaginar.
Podemos entender, por tanto, cómo los estaban junto a la Virgen al pie de la Cruz —San Juan, las Santas Mujeres y algunos otros, como Nicodemo— también la acompañarían a su casa en esa hora de dolor supremo. Pero ellos no creyeron verdaderamente que Cristo iba a resucitar de la muerte. Nuestra Señora conocía y confiaba en que Él se levantaría de la muerte; los otros no.
Aun cuando ellos tenían un instinto sobrenatural que les decía que la historia de Nuestro Señor no había aún terminado, y que todavía quedaba la última palabra por decir, sólo la presencia de la Virgen los confirma en este instinto, no su fe en la Resurrección. Sin este instinto y sin la Virgen, ellos se habrían dispersado completamente. Cuando los Evangelios relatan la reacción de Santa María Magdalena hablando con el Señor después de Él haber resucitado, muestran que ella no esperaba que Él resucitaría.
Durante este período, sólo la Virgen creyó en la Resurrección. Sólo Ella tenía la fe plena. En toda la faz de la tierra Ella era la única criatura con la plena fe, la más perfecta fe sin ninguna sombra de duda. Incluso en el inmenso dolor que Ella sufrió por el pecado de deicidio, Ella tenía absoluta certeza de esta verdad. Serena y tranquilamente mientras Ella esperaba la hora de la victoria que se acercaba. Esto le daba una alegría inmensa en medio de sus penas.
Dado que la fidelidad es necesaria para el mundo no se acabe, se puede decir que, si Ella no hubiera sido fiel en esa ocasión, el mundo habría terminado. Si la verdadera fe hubiese desaparecido de la faz de la tierra, entonces la Divina Providencia habría acabado con el mundo. Por lo tanto, es por causa de su fidelidad que la historia continuó y las promesas del Antiguo y Nuevo Testamento que afirmaban que el Mesías reinaría sobre toda la tierra y sería el Rey de la Gloria y el centro de la historia, tuvieron continuidad. Esas promesas no habrían podido cumplirse sin la fidelidad de la Virgen en ese período.
Todas esas promesas vivían en su alma. Ella se convirtió en el portal de todas las esperanzas en el futuro. En su alma, como una semilla, estaba toda la grandeza que la Iglesia Católica desarrollaría a través de los siglos, todas las virtudes que practicarían los santos.
Por lo tanto, podemos decir que esas horas de la vida de la Virgen son particularmente hermosas, tal vez las más hermosas de su vida. Uno podría preguntarse si ese tiempo de fidelidad era aún más hermoso que el período en que Nuestro Señor vivió en su seno como en un tabernáculo. ¿Era más hermosa que ella llevara al Mesías en su cuerpo, o abarcar la Santa Iglesia, el Cuerpo místico de Cristo, en su alma? Esta es una pregunta que puede ser discutida.
Su fidelidad nos recuerda las palabras de Edmond Rostand en su Chantecler: “Es por la noche que es hermoso creer en la luz”. Creer en la luz al mediodía no tiene ningún mérito particular. Pero creer en la luz en la hora más oscura de la noche, cuando se tiene la impresión de que todo se sumió en la oscuridad para siempre, es realmente una cosa hermosa.
Nuestra Señora creyó en la luz en esa terrible noche mientras sostenía su cuerpo muerto en su regazo, mientras lo prepara con los aceites perfumados para el sepulcro, mientras tocaba las heridas de su cuerpo que daba testimonio de la derrota tremenda. Incluso entonces Ella creyó en la Resurrección, y Ella hizo un tranquilo acto de fe. Ella consideraba todas esas heridas de poca importancia; Él había prometido que resucitaría de la muerte, y lo haría. Ella creía. Ella no tenía la menor duda.
Este es sin duda uno de los momentos más hermosos de su vida. Desde que esto ocurrió en el Sábado Santo, entendemos por qué la Iglesia eligió el sábado para conmemorar a la Virgen. Hasta el fin del mundo, todos los sábados se consagran a Ella. Es justo. Ello cumple la profecía en el Magnificat: “Todas las generaciones me proclamarán bienaventurada”.

Aplicación para nuestra lucha

Todos los sábados tiene el contra-revolucionario el derecho de pedir a la Virgen que tenga piedad especial sobre él, porque él recibió una misión análoga a la de Ella. De hecho, vivimos en un tiempo que está en la plena oscuridad de la noche. Sabemos que la Iglesia Católica es inmortal, pero, humanamente hablando, la Iglesia tradicional ha desaparecido. Además, en casi todas las esferas de la actividad humana, sólo vemos corrupción y miseria. A nuestro alrededor la inmoralidad, la rebelión, la abyección, el egoísmo, la ambición, el fraude y el reinado de la desesperación. Todo atestigua la muerte casi completa de la civilización cristiana.
Hay, sin embargo, un vaso de elección, un vaso que la Virgen escogió para que sea de gloria y honor, un vaso la castidad y fidelidad. En este vaso Nuestra Señora recogió el sentido católico del pasado, su devoción, el amor por todas las tradiciones católicas abandonadas por otros. Ella también en este vaso la esperanza y la certeza de su Reino. Es el vaso de la Contra-Revolución. En esta terrible noche, por las bendiciones de la Virgen, el alma del contra-revolucionario es un vínculo entre el pasado y el futuro.
Aquel que pertenece a este remanente cree en su promesa. Él tiene la certeza de que el Corazón Inmaculado de María triunfará. Esta certeza le da tranquilidad en medio de los mayores sufrimientos, que es una posición de alma similar al que Nuestra Señora tuvo el Sábado Santo.
Hasta que llegue el reinado de María, vivimos en un largo Sábado Santo en el que todo lo que amamos está en el sepulcro; despreciado, odiado y abandonado por completo. No obstante, tenemos la certeza de que la victoria será nuestra. Ella nos escogió para ser sus contra-revolucionarios, para repetir e imitar su fidelidad en nuestros tristes tiempos.
Esta es la oración que podríamos recitarle los sábados: Oh Corazón Sapiencial el Inmaculado de María, haz mi corazón semejante al tuyo. Cuando todo lo que me rodea afirma lo contrario, cuando el mundo parece derrumbarse, las estrellas caen del cielo y las columnas de la tierra se desploman, incluso en esta calamidad, dadme la serenidad, la paciencia, el celo apostólico y el coraje de decir: Al fin tu Inmaculado Corazón triunfará.

Nota:La transcripción de esta conferencia del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira a los socios y cooperadores de la TFP, mantiene un estilo verbal, y no fué revisada por el autor.

S A N T O R A L




Beato Tomás Pluntree, Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Durham, ciudad de Inglaterra, beato Tomás Plumtree, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I fue condenado a muerte por su fidelidad a la Iglesia católica y, llevado ante el patíbulo, prefirió ser colgado antes que vivir en la apostasía. (c.1520 - 1570).


Nació en Lincolnshire. Estudió en el colegio del Corpus Christi de Oxford, donde se doctoró en 1546. Fue rector de Stubton durante todo el reinado de la reina María, y cuando subió al trono Isabel I, se le pidió el juramento de supremacía religiosa a lo que se negó, por lo que tuvo que dejar su puesto y marchó a Lincoln y enseñó en una escuela, pero como era católico, también se le expulsó de esta escuela
Cuando tuvo lugar la sublevación de los dos condes, los de Norhumberland y Westmoreland, en defensa del catolicismo, Tomás fue capellán de los insurgentes, y celebró misa en 1569 en la catedral de Durham, devuelta al culto católico. Al ser derrotados los rebeldes, Tomás, como otros muchos, intentó escapar, pero fue detenido y enviado a Carslile, y luego a Durham, donde fue juzgado y condenado por traición y rebeldía. Antes de su martirio en la plaza del mercado de Durham se le ofreció perdonarle la vida si se hacía anglicano, Tomás se negó respondiendo que «no tenía deseos de continuar viviendo en este mundo, a cambio de morir para Dios». Fue ahorcado y descuartizado.

BULA REGNANS IN EXELSIS de excomunión contra Isabel I

San Pío V

Regnans in excelsis


Pío, Siervo de los Siervos de Dios, para el recuerdo perpetuo de los hechos. 

 El que reina en las alturas, a quien todo el poder se le ha dado, tanto en la tierra y en el cielo, los ha confiado solos, es decir, que Pedro, Príncipe de los Apóstoles, el cuidado de gobernar, la Iglesia Católica, una y Santa, fuera de la cual no hay salvación. 

 Él lo ha constituido únicamente sobre todas las naciones, y sobre todos los reinos, que debe arrancar de raíz, destruir, plantar de nuevo y edificar, a fin de que continúe en la unidad del Espíritu Santo, y que debería entregar al Salvador, seguro y libre de todo peligro, el pueblo fiel, unidos en el vínculo de la caridad mutua. 

 Nosotros, siendo, por la gran bondad de Dios, llamados a sostener el timón de la Iglesia, nos dedicamos sin cesar a nuestro cargo, sin omitir ningún trabajo para preservar intacta la unidad, y la religión católica, que ha dejado a su Autor expuestos a la tempestad , con el fin de probar la fe de su pueblo y corregir a nosotros por nuestras faltas. 

 Pero los números de los impíos han usurpado el poder por lo tanto, no hay lugar en el mundo que no han tratado de corromper con sus doctrinas perversas. Entre otros, Isabel, la sirvienta de la delincuencia, y fingida Reina de Inglaterra, les ha ofrecido un asilo en el que se encuentran refugio. 
 Esta misma Isabel, después de apoderarse del trono de Inglaterra ha usurpado la autoridad del jefe supremo de la Iglesia. Ha mostrado uso de esta facultad y jurisdicción, y ella ha vuelto a emitir por el camino de la perdición y despreciable que ella reina, una vez dedicado a la fe católica y el destinatario de sus bendiciones. 
Elizabeth ha destruido el culto de la verdadera religión, que fue anulada por Enrique VIII, y que la legítima reina María, con encomiable respeto de la posteridad, había logrado en el establecimiento por los esfuerzos de su poderosa mano propia, y con la asistencia de la Santa Sede. Elizabeth, abrazando después los errores de los herejes, no ha considerado el Consejo Real de Inglaterra, integrado por la nobleza Inglésa y los ha reemplazado con los herejes oscuros. Ella ha oprimido a los que cultivan la fe católica, y los ha sustituido por los oradores del mal y los ministros de la impiedad. Se ha abolido el sacrificio de la Misa, la oración, el ayuno, las distinciones de la carne, el celibato y los ritos católicos. Se ha ordenado a la circulación de libros que contienen un sistema de herejía manifiesta, y de los misterios impíos. Se ha ordenado a sus súbditos a recibir, observar,y preservar  preceptos que se ha adoptado de Calvin. Ella se ha atrevido a decretar que los obispos, rectores de iglesias, y los sacerdotes católicos y otros, a ser expulsados ​​de sus iglesias y privados de sus beneficios. Se ha dispuesto de ellos y de otras cosas eclesiásticas a favor de los herejes, y ella también ha decidido tomar  decisiónes  que justamente le pertenece sólo a la Iglesia. 
Se ha prohibido a los prelados, el clero y las personas a reconocer la Iglesia Romana, y obedecer sus leyes y sus sanciones canónicas. Se ha limitado la mayor parte de sus súbditos a reconocer sus leyes culpable, y abjurar de la obediencia debida al soberano pontífice. Se ha señalado, que, con juramento, que se reconocen como su único amante, tanto en las cosas espirituales y temporales. Hay sanciones y castigos infligidos a los que no pudo persuadir, y los que perseveraron en la unidad de la fe y en obediencia.
También ha echado en la cárcel a los obispos y los rectores de iglesias, y muchos de ellos han perecido allí en la miseria. 
 Estas cosas son bien conocidas por todas las naciones, que se demuestra el grave testimonio, y no queda espacio para tergiversacion, excusa o defensa. 
Nosotros, al ver estas impiedades multiplicadas, y aún viendo que otros delitos se suman a la primera, ya que las persecuciones contra los fieles van en aumento, como consecuencia de la voluntad propia y la de coacción digo, Elizabeth, estamos convencidos de que su corazón está más endurecido que nunca. No sólo desprecian a las oraciones piadosas de los buenos católicos, que deben convertirse y traer de vuelta a su sano juicio, sino que, además, se ha negado a recibir ni siquiera los nuncios en Inglaterra a quienes he enviado.
Nosotros, entonces, por necesidad obligados a recurrir a las armas de la justicia en su contra, no se puede suavizar nuestro dolor que no se han ocupado seriamente con antepasados ​​quién princesa tan bien merecido el elogio de la república cristiana.
 Por lo tanto, con el apoyo de la autoridad de aquel a quien se nos ha llamado al trono, a pesar de que son indignos de tal cargo, en nombre de la autoridad apostólica, declaramos a  Elizabeth una hereje, y el socorrista y fautor de herejes , y que sus adherentes, en los citados actos aborrecidos han incurrido en la pena de anatema, y están separados de la unidad del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. 
Declaramos privada de su pretendido derecho a ese reino, y de todos los dominios, la dignidad y el privilegio. En esta receta que más prohíben todos los nobles, la gente, los temas, y otros, para aventurarse a obedecer las órdenes, consejos, o las leyes de dicho Elizabeth. En cuanto a los que han de actuar de otra manera que como tenemos aquí autorizar el orden, las incluimos en la misma frase de anatema.
 Como es difícil de llevar a las presentes siempre que sea necesario, ordenará que una copia notarial por escrito, bajo el sello de un obispo y de este tribunal, tiene la misma autoridad en cualquier tribunal y por fuera, y tienen como fuerza y valor como si estos presenta reales fueron exhibidos.
 Dado en Roma, cerca de San Pedro, el 28 de febrero, en el año 1576, y de nuestra Pontificia la 6 ª.
 PP Pío. V 

viernes, 3 de enero de 2025

Primer Viernes de mes: devoción al Sagrado Corazón de Jesús


El rol contrarrevolucionario de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Plinio Corrêa de Oliveira

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús está en la raíz de todos los movimientos contrarrevolucionarios, grandes o pequeños, conocidos o desconocidos, que han surgido desde la época en que Santa Margarita María recibió esta revelación en el siglo XVII. Ella recibió la misión, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, de pedirle al rey Luis XIV de Francia que consagrase la nación al Sagrado Corazón y pusiese el Corazón de Jesús en el escudo de armas de Francia.
Santa Margarita, a pedido de nuestro Señor, le prometió al rey de Francia de que si combatía a los enemigos de la Iglesia, el Corazón de Jesús lo apoyaría y llevaría su reinado a una gran gloria. El Sagrado Corazón de Jesús esperaba que Luis XIV cambiase el curso de su política y se colocase a la cabeza de la Contra-Revolución. De haberlo hecho, él tendría un reino de gloria y Francia alcanzaría su verdadero apogeo católico.
Está claro que en caso de que él hubiese tomado este curso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habría extendido por todo el mundo. Habría habido una buena acogida en Francia a la predicación de San Luis María Grignon de Montfort que también vivió en esa época. Por lo tanto, su predicación se habría extendido por todo el mundo y, con ello, la Revolución Francesa se ​​podría haber evitado.
Por medio de este pedido al rey, la Revolución —en la forma que tenía en la época de Santa Margarita María— habría sido detenida, y esa forma de maldad que ésta tomó más tarde —la Revolución Francesa— se habrían evitado.
Por lo tanto, esta devoción, desde su primer movimiento, desde su primera indicación por parte del Sagrado Corazón, tiene un significado claramente contrarrevolucionario.

Objeciones a esta devoción

En un cuidadoso estudio de esta devoción, el profesor Fernando Furquim llama la atención sobre el hecho de que los distintos movimientos contrarrevolucionarios que se alzaron en los siglos XVIII y XIX estaban vinculados al Sagrado Corazón de Jesús. Por ejemplo, los contrarrevolucionarios franceses de la Vendée, los Chouans, llevaban una insignia del Sagrado Corazón. Esta devoción siempre ha sido adoptada por los contrarrevolucionarios, inspirándolos y alentándolos, a la vez que ha sido odiada por los malos.

Es perfectamente correcta la devoción 
a un órgano específico de Cristo

¿Qué han dicho estos enemigos contra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús? Primero, ellos presentan este argumento supuestamente decisivo: “¿Por qué adorar al Corazón de Jesús ¿Por qué no hacer una hermosa devoción a las manos o a los ojos de Jesús? Al adorar su corazón, podríamos blasfemar por descomponer a Jesús y hacer una devoción a cada parte de su cuerpo Por tanto, podríamos tener una devoción a sus oídos que oyeron todas las súplicas del hombre, a su boca que habló, a sus manos que bendijeron (sin mencionar que también azotaron a los mercaderes del Templo). Por lo tanto, no vale la pena esta devoción al Corazón de Jesús”.
También, ellos van a decir: “Esta es una devoción sentimental. El corazón es el símbolo de la emoción por lo sentimental. De manera que esta es una devoción sentimental carente de contenido teológico y no se debe permitir”.

Una devoción promovida por la Iglesia

En efecto, en muchos de los documentos papales solemnes, sustanciales y magníficos, la Santa Sede recomendó esta devoción, por ejemplo, la encíclica Inscrutabile Divinae Sapientiae del Papa Pío VI en 1775. La Santa Sede concedió muchas indulgencias a los que recibieran la comunión los primeros viernes en reparación por las ofensas hechas contra el Sagrado Corazón. También se otorgaron indulgencias en las cofradías y archicofradías que se establecieron en apoyo a la devoción del Sagrado Corazón.
Además, se aprobó y alentó la construcción de iglesias, altares e imágenes en honor del Sagrado Corazón. La Iglesia, por tanto, ha aprobado esta devoción abundantemente y, por lo tanto, tiene todas las razones para merecer nuestra confianza.
En cuanto al argumento de que no se puede tener una devoción a cada parte del cuerpo sagrado de Nuestro Señor, éste no tiene ningún mérito. De hecho, en nuestras devociones privadas, podemos adorar a Nuestro Señor en sus manos sagradas; podemos y debemos adorarlo a Él en sus infinitamente expresivos, elocuentes, regios, instructivos y salvíficos ojos. No hay más que recordar que fue con una mirada de Nuestro Señor, que movió a San Pedro a arrepentirse de su triple negación para darnos cuenta que adorar a Nuestro Señor en sus divinos ojos es sin duda algo que uno puede hacer.
Nuestra Señora adoró el 
cuerpo de su amado Hijo
Pero la Iglesia, que tiene un gran sentido del ridículo y entiende que el ridículo puede estar a un paso de lo sublime, entiende que las mentes vulgares están siempre dispuestas a emplear el sarcasmo para degradar devociones como estas a una parte del cuerpo, las que realmente pueden impresionar a las sensibilidades humanas. Pero estas devociones no están en contra de la razón, y pueden ser hechas apropiadamente.
Por ejemplo, entre las piedras de la Vía Sacra tenemos la que lleva la marca de sus pies divinos. Es honesto y legítimo a adorar los divinos pies que pisaron la tierra para enseñar y que fueron cubiertos con el polvo de la carretera con el fin de instruir, salvar y combatir el mal. Es correcto adorar estos pies que condujeron al Salvador mientras llevaba la cruz, esos pies manchados de sangre para nuestra redención, esos pies que llevan las marcas de los clavos de la Pasión.


Una hermosa manera de adorar a Nuestro Señor Jesucristo es unirnos a los pensamientos y meditaciones de Nuestra Señora, cuando Nuestro Señor fue bajado de la cruz, cuando ella sostuvo en su regazo su Sagrado Cuerpo y sangre derramada. Ella contempló cada parte de ese cuerpo macerado con infinito amor, veneración, respeto y afecto. Ella consideró los miembros y los adoró en su significado y función. Ella midió la ofensa contra su divinidad en esas partes flageladas. Con esto, en definitiva, ella practicó esta devoción, adorando las diferentes partes del cuerpo de su Divino Hijo.

Por lo tanto, es sólo una cuestión de conveniencia, un sentido de la apariencia y proporción, por así decirlo, que la Iglesia promueve la adoración de las muchas de las partes del cuerpo de Nuestro Señor.

¿Qué es la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?

¿Qué es exactamente la devoción al Sagrado Corazón? Es la devoción al órgano de Nuestro Señor, que es el corazón. Pero en las Escrituras, el corazón no tiene el significado sentimental que tomó hacia finales del siglo 18, y desde luego en el siglo 19. El corazón no expresa sentimiento.
Cuando la Escritura dice: “Con todo mi corazón te he buscado”, (Salmo 119, 10) el corazón aquí es la voluntad humana, el propósito humano, propiamente dicho, la santidad humana. Por lo tanto, cuando el profeta dice esto, él que quiere decir, “Con toda mi voluntad te he buscado”. El Evangelio dice también: “La Virgen guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2, 19). Podemos ver aquí que no se habla de un corazón sentimental, sino de su voluntad, su alma, que guardaba estas cosas y pensaba en ellas.
El corazón es la voluntad y la razón de la persona, ese elemento dinámico que estudia y reflexiona sobre las cosas. En Nuestro Señor, su Sagrado Corazón es su voluntad. La voluntad está simbolizada por el corazón, porque todos los movimientos de la voluntad pueden tener repercusiones en el corazón. Es en este sentido, pues, que el Sagrado Corazón de Jesús es adorado.

El marqués Gral. de la Rochejaquelein usaba
 en su pecho la insignia del Sagrado Corazón,
símbolo de la resistencia católica de la Vendée

Por correlación, está la devoción inmensamente significativa del Inmaculado Corazón de María. El Inmaculado Corazón de María es un santuario en cuyo interior se encuentra el Sagrado Corazón de Jesús.
Nuestro Señor prometió una efusión de gracia para esta devoción. El Sagrado Corazón hizo promesas especiales a quienes hacen los nueve primeros viernes. La más notable de ellas, tal vez, es de que los que hacen los Nueve Primeros Viernes no morirán sin la gracia de la penitencia final. Esto no quiere decir que sin duda irá al cielo. Es decir que tendréis una gran gracia antes de morir, tan grande que se puede tener toda esperanza para vuestra salvación.
Ustedes entienden cuán diligentemente la Iglesia se ha esforzado en el pasado para que esta devoción fuese conocida, apreciada y comprendida por nuestra razón sin sentimentalismo. Una devoción varonil busca la razón de una cosa y luego ama esa cosa por su razón de ser. Es, de esta manera, que el hombre fuerte y la mujer fuerte del Evangelio juzga las cosas piadosas.
Por lo tanto, debemos reflexionar sobre esta devoción y volcar nuestras almas, nuestras voluntades, al Corazón de Jesús como la fuente de esas gracias que la Divina Providencia planeaba dar a los hombres en la época de la Revolución. Es un medio de la gracia destinado a los tiempos difíciles por venir, esos mismos tiempos en los que vivimos hoy en día.
Debemos pedir al Corazón de Jesús, a través de la sangre y el agua que fluyeron de él, que limpie y restaure el de nosotros. Esta es mi sugerencia cuando mediten y recen los viernes, y sobre todo en el primer viernes de cada mes, y el viernes de la Semana de la Pasión.
Termino recordándoles del soldado que atravesó el Corazón de Jesús con una lanza. Al hacer este acto de violencia contra el Sagrado Corazón de Jesús, agua y sangre brotó desde el costado de Nuestro Señor y le cayó en sus ojos. Entonces, los ojos del soldado, que se estaba volviendo ciego, se curaron inmediatamente y recobró la vista. Para nosotros, esto es lo más elocuente y significativo.
Esto significa que aquellos que tienen la devoción al Sagrado Corazón de Jesús pueden pedir gracias similares, no necesariamente el milagro físico, sino más bien una gracia para nuestras almas. Si queremos tener el sentido católico, un conocimiento contrarrevolucionario de las cosas, si queremos percibir cómo la Revolución y la Contra-Revolución están trabajando alrededor de nosotros y dentro de nosotros, si queremos conocer nuestros defectos, para comprender el alma de los otros para hacerles el bien, para tener perspicacia en nuestros estudios, para tener un buen equilibrio psicológico y curarse de problemas nerviosos de todo tipo, entonces podemos y debemos recurrir al Sagrado Corazón de Jesús.
Deberíamos pedir una gracia que brota de su Sagrado Corazón —como la sangre y el agua que curó al soldado— que erradicará la ceguera total o parcial de nuestras almas. Oremos, pues, al Sagrado Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado de María, porque ésta es la única manera de obtener las gracias para curarnos de nuestras múltiples cegueras. Al hacer esto, vamos a hacer una espléndida solicitud y estar en el camino hacia la obtención de una magnífica gracia.