miércoles, 9 de abril de 2025

S A N T O R A L




SANTA CASILDA, VIRGEN


Muchas iglesias de España celebran en este día la fiesta de Santa Casilda, princesa mora, hija del rey Almamún de Toledo. Habiéndose convertido a la fe cristiana, se retiró a hacer vida penitente y solitaria a un país montañoso del este de Burgos, en la región de la Bureba.
Allí se levanta en su honor un hermoso santuario en el cual se venera su cuerpo incorrupto.  Murió alrededor del año 1100.

Se la representa con un montón de rosas en la falda para recordar el milagro de los panes que solía llevar a los prisioneros cristianos y que un día, ante la severa vigilancia de su padre se convirtieron en rosas. 
File:José Nogales casilda.jpgAcuden muchos peregrinos a su santuario en demanda de gracias, sobre todo el día de su fiesta, atraídos por la fama de la laguna de San Vicente situada al pie del santuario. La devota Casilda acudió precisamente a aquel lugar para buscar, en el baño de la laguna, la salud que tenía quebrantada, y habiendo logrado su deseo quedóse allí para servir al Señor, honrar a San Vicente y asegurar su virtud contra las insidias de sus compatriotas los mahometanos.
fuente: Año Liturgico de Dom Próspero Guéranguer

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Otras santos que también, en ocasiones diferentes, convirtieron panes en rosas:
Santa Casilda de Toledo, virgen. 9 de abril.
Santa Eulalia de Barcelona, virgen y mártir. 12 de febrero.
Santa Augusta de Serravalle, virgen y mártir. 27 de marzo.
Santa Rosalina de Villenueve, abadesa cartuja. 6 de julio.
Santa Germana Cousin, virgen. 15 de junio.
Santa Verena de Zurchard, virgen. 1º de septiembre.
Santa Rosa de Viterbo, virgen. 4 de septiembre.
Santa Zita, sirvienta. 27 de abril.
San Nicolás de Tolentino, agustino. 10 de septiembre.
San Diego de Alcalá, religioso franciscano. 13 de noviembre.
San Luis de Tolosa, obispo franciscano. 19 de agosto.
Beato Bernardo de Rivo, religioso dominico. 2 de mayo.
Beato Eelko de Lidlum, abad pemonstratense mártir. 22 de marzo. (este caso fue una bota de vino)
Beato Pedro de Luxemburgo, obispo. 2 de julio
Otros casos parecidos, donde los panes se convierten en astillas, madera o leña:
Santa Notburga de Ratemberg, virgen. 14 de septiembre.
San Elimiliano de Vannes, monje. 16 de noviembre.
San Pablo de Verdun, obispo. 8 de febrero.
Santa Áurea o Avia, virgen y mártir. 4 y 21 de octubre.
Santa Austreberta de Pavilly, abadesa. 10 de febrero.
San Guillermo de Celloni, monje. 18 de marzo y 24 de noviembre.
San Sabas. 5 de diciembre.
Otras que terminan en rosas, siendo materia prima piedra:
Santas Herlindis y Redlindis: Deseosas de culminar el monasterio que su padre les hacía, ellas mismas acarreaban piedras a escondidas. Su padre las vio, las recriminó y ellas dijeron que llevaban rosas, y eso mismo pasó: las piedras se convirtieron en rosas.13 de febrero (en Hasselt), 12 de marzo,22 de mayo y 12 de octubre.
Carbones encendidos, en rosas:
Santa Marta (o Mathie)  de Troyes, virgen y mártir: su patrón, molesto por su piedad, llenó el delantal de la chica de carbones encendidos que se convirtieron, como no, en rosas. 6 de mayo.
Persona piadosa recuesta a un pobre o un herido en su cama, su cónyuge sospecha y al entrar a la habitación, ve sobre la cama un crucifijo rodeado de rosas:
Santa Zdislava de Lemberk, madre de familia. 1 y 3 de enero en la orden dominica y 30 de Mayo, en Bohenia y Mahr.
Santa Isabel de Hungría, reina. 17 de noviembre.
San Juan de Bridlington, canónigo regular: los panes se convierten en piedras. 10 de octubre.
Beato Venturino de Bérgamo, dominico: los panes se convierten en manzanas. 28 de marzo. 

martes, 8 de abril de 2025

San Dionisio, 08/04

San Dionisio, Obispo de Corinto y Confesor

San Dionisio floreció en el segundo siglo de la Iglesia; y aunque se ignora el lugar de su nacimiento y también su origen; pero se sabe que por sus heroicas virtudes subió al episcopado de Corinto en tiempo del emperador Marco Aurelio. Allí se distinguió por su elocuencia, no menos que por el grande celo que manifestaba en la conversión de los herejes y gentiles de que estaba plagada su diócesis, y casi todas las ciudades del Oriente y Occidente.

A los lugares donde podía llegar á predicar el Evangelio, ó por la grande distancia, ó porque se lo impedían sus enemigos, escribía cartas llenas de unción y caridad, para convertir á la religión cristiana los infieles que estuvieran todavía sumergidos en las densas tinieblas del paganismo. 
A la misma Roma escribió varias cartas dando gracias al pontífice San Sotero, que entonces ocupaba la primera silla de la Iglesia, por las limosnas con que socorría á los infelices que estaban condenados á las minas por conservar su creencia y no ser perjuros á su religión.
En aquella época se descubrieron en Corinto y en otros lugares algunas herejías, no por la mala interpretación de las Sagradas Escrituras. sino por los falsas doctrinas que se enseñaban en las escuelas de la filosofía gentílica, que para oponerse á la nueva creencia no tenían embarazo en propagar los más crasos errores y las ideas más perniciosas, con las cuales tenían desordenadas á todas las gentes y á las ciudades en continuas conmociones. San Dionisio con su virtud y sabiduría descubrió el origen de estos errores, manifestó de qué provenían todas las nuevas sectas, cuál era su principal objeto, y procuró combatirlas con sus discursos en el púlpito y con sus escritos que mandaba á las ciudades por donde se había propagado el veneno de aquellas falsas religiones.
Era preciso que este santo tuviera tantos enemigos, cuantos eran los incrédulos y herejes á quienes combatía, y que estos lo persiguieran como que era el que más fuertemente se oponía a sus novedades. Mucho tuvo que sufrir Dionisio por conservar pura é intacta la religión de Jesucristo. Por esto algunos lo creen mártir, y como tal lo venera la Iglesia griega, aunque otros creen que no llegó á sufrir el martirio. El Martirologio romano lo tituló confesor, y la iglesia latina lo numera en el catálogo de santos confesores.
El papa Inocencio III hizo traer de la Grecia el cuerpo de San Dionisio, y lo mandó á la abadía de este nombre que está cerca de Paris; pero como este monasterio ya poseía de antemano las reliquias do San Dionisio Areopagita, se ha creído que este segundo cuerpo es el de San Dionisio de Corinto, y así se venera en aquel lugar.

Fuente: COMPENDIO DEL AÑO CRISTIANO DE LA OBRA DEL P. CROISET

lunes, 7 de abril de 2025

S A N T O R A L


Beatos Mártires Presbítero Eduardo Oldcorne y hermano Rodolfo Ashley, Jesuitas



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Mártires de la persecución en Inglaterra
Se llama así a los católicos que murieron en Inglaterra en defensa de su fe y
de la primacía del Papa, entre 1535 y 1681, durante las persecuciones bajo
Enrique VIII, Isabel I, Jacobo I, Carlos I, la Tiranía de Cromwell y Carlos II
Los beatos mártires Eduardo Oldcorne, presbítero, y Rodolfo Ashley, religiosos de la Compañía de Jesús, que ejercieron clandestinamente el ministerio durante muchos años, pero finalmente, acusados de tomar parte en un complot contra el rey Jacobo I, fueron encarcelados y torturados, y después descuartizados vivos en 1606 en Worcester, Inglaterra. Beatificados por S.S. Pio XI el 15 de Diciembre de 1929. Eduardo Oldcorne nació en York Inglaterra, en el año 1561. Hizo sus estudios eclesiásticos primero en Reims y después en Roma. Seis años después de su llegada a la Ciudad Eterna, fue ordenado sacerdote para ir a la misión de Inglaterra. Como tenía gran deseo de entrar en la Compañía de Jesús, el P. Aquaviva, teniendo en cuenta lo peligroso de su misión, le admitió sin los dos años de noviciado en 1587.
El P. Oldcorne desembarcó en Inglaterra con el P. Gerard. Inmediatamente después se separaron, y el P. Oldcorne se dirigió a Worcester. Allí trabajó diecisiete años con el nombre de Hall; escapó varias veces, casi milagrosamente, de los perseguidores, reconcilió con la Iglesia a muchos católicos y convirtió a numerosos protestantes. Entre éstos se contaba a Dorotea Abington, dama de honor de la reina Isabel y hermana de un caballero católico, en cuya casa vivió el Padre Oldcorne durante su estancia en Worcestershire.
Sufrió de cáncer en la garganta, pero siguió predicando a pesar del dolor. En busca de cura realizó una peregrinación hacia la urna de San Winifred en Flintshire. Su cáncer sanó, y volvió fuerte y saludable a seguir trabajando en su vocación.
La «conspiración de la pólvora» (un complot para matar al rey en la que participaron católicos, especialmente jesuitas) levantó una ola de hostilidad contra todos los católicos; las autoridades publicaron un decreto contra el Padre Garnet, superior de los jesuitas ingleses, a quien consideraban envuelto en la conspiración. El Padre. Garnet se refugió en Henlip, junto ron el Padre Oldcorne. Con la esperanza de salvar la vida, un prisionero católico denunció el escondite de los dos sacerdotes. 
El Padre Oldcorne fue conducido a Worcester y después a la Torre de Londres. Aunque le torturaron cinco veces en el potro, el mártir declaró firmemente que no había participado en la «conspiración de la pólvora» ni había estado al tanto de ella. A pesar de eso, los jueces le condenaron a ser colgado, arrastrado y descuartizado. Junto con el, fue martirizado su criado, Ródolfo Ashley, hermano lego de la Compañía de Jesús, cuya única acusación era haber estado al servicio del Padre Oldcorne.
Littleton, el hombre que había denunciado al P. Oldcorne y por cuyo testimonio se condenó al mártir, pidió públicamente perdón de su traición y murió con los dos jesuitas.
El beato Eduardo fue descuartizado vivo; sus miembros fueron expuestos al público en las puertas de la ciudad.




El Complot de la Polvora


El 5 de noviembre de cada año se conmemora en Gran Bretaña y en diversos rincones de Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda el llamado The Gunpowder’s Plot (“el Complot de la Pólvora”), un atentado contra el edificio y las instituciones del Parlamento británico que, sin llegar a materializarse, sirvió de excusa para endurecer la política de discriminación religiosa contra los católicos.




pólvora
Durante este tiempo, todos los niños ingleses y, hasta no hace mucho, también los adultos vienen recitando la copla: “Remember, remember, the fifth of November, Gunpowder Treason and Plot. I see no reason why Gunpowder Treason should ever be forgot.” (“Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre, la Traición y el Complot de la Pólvora, que nunca se olviden.”). O bien esta otra: “Penny for the Guy, Hit him in the eye, Stick him on a lamp-post and there let him die.” (“Un penique para el espantajo, darle en el ojo, colgarlo de un poste, que allí reviente.”). La palabra “guy” (ninot, espantajo) coincide con el nombre de uno de los conjurados, Guy Fawkes, con cuya efigie se levanta una falla a la que se da fuego, entre petardos y fuegos artificiales, en la noche de cada 5 de noviembre.
El descubrimiento a tiempo de la conspiración (5 de noviembre de 1605) impidió el derrocamiento de la dinastía protestante de los Tudor, personificada en Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y la entronización de un monarca católico, previsiblemente su hijo el príncipe Carlos, debidamente instruido en los dogmas y los misterios de la iglesia de Roma.
Isabel I había mostrado una especial ojeriza contra los católicos, a quienes prohibió ir a misa y obligó a asistir a los oficios de la iglesia anglicana. Isabel, excomulgada por el papa en 1570, se había encargado de ejecutar en 1587 –un año antes de la desventura de la Armada Invencible- a la reina de Escocia, para alejar la posibilidad de un golpe de estado de los seguidores de la iglesia de Roma. Cuando le sucedió Jacobo I, casado con la reina católica Ana de Dinamarca, se pensó que se suavizarían las leyes anticatólicas. Ocurrió todo lo contrario: se endurecieron.



de
El 26 de marzo de 1604, Robert Catesby, Thomas Wintour, Jack Wright y Thomas Percy se reunieron secretamente para intentar acabar con la tiranía y la represión anglicanas. Unas semanas después, Catesby invitó a un quinto conjurado, Guy (Guido) Fawkes, a entrevistarse con el condestable de Castilla, Juan de Velasco, que se hallaba en Londres para negociar un tratado de paz con Inglaterra, después de 20 años de guerra entre las dos naciones, que sería firmado en el tratado de Somerset ese mismo año. 
Fawkes tenía una larga experiencia en las artes de la guerra, habiendo luchado en los Países Bajos en un regimiento de exiliados católicos ingleses bajo estandarte español. El plan consistía en colocar unas cargas de pólvora en los sótanos del Parlamento para hacerlas estallar en la próxima ceremonia de apertura. Al año siguiente se unieron al proyecto otros cinco personajes, Thomas Bates, John Grant, Robert Keyes, Robert Wintour y Christopher Wright. Posteriormente, se agregaron Sir Everard Digby, Ambrose Rookwood y Francis Tresham para costear parte de la operación. 
Los trece conspiradores alquilaron una dependencia en los sótanos del Parlamento donde poco a poco fueron almacenando 36 barriles de pólvora, aguardando a que el rey abriese oficialmente las puertas del Parlamento a principios de octubre de 2005 para hacerlos estallar. Pero una epidemia de peste obligó a aplazar la ceremonia hasta el 5 de noviembre. 
Diez días antes, un noble católico, William Parker, barón de Monteagle y cuñado de Tresham, recibió una carta anónima en la que se le advertía del peligro que corría al asistir a la ceremonia del rey. Quizás fuera Tresham el autor de la misiva, o acaso Robert Cecil, conde de Salisbury, conocedor desde hacía meses del plan de magnicidio y organizador más que probable, con su equipo de espías e infiltrados, de un contra-complot dirigido a descabezar definitivamente la hidra jesuítico-católica-romana. 
El 4 de noviembre, Salisbury dio orden al jefe de seguridad para que registrase el edificio del Parlamento. Allí encontraron a Guy Fawkes ultimando los preparativos para la voladura. Sometido a tormento, Fawkes reveló los nombres del resto de los conspiradores.
File:The execution of Guy Fawkes' (Guy Fawkes) by Claes (Nicolaes) Jansz Visscher.jpg
Algunos fueron capturados y ejecutados en el acto. Tresham murió poco después en la Torre de Londres. Sometidos a juicio los demás, en 1606, la información fue manipulada para culpar a los Jesuitas de la conspiración, y tres obispos católicos fueron sentenciados a muerte, junto a los conspiradores sobrevivientes. En el juicio, Thomas Winter pidió ser ejecutado en lugar de su hermano, mientras que Digby dijo no estar arrepentido, pues el rey no cumplió las promesas hechas a los católicos. Las ejecuciones del 30 de junio no fueron simples decapitaciones, alcanzando un grado sorprendente de sadismo, ya que se trataba de traidores al rey. Primero fueron paseados entre la multitud enardecida, después colocarlos entre el cielo y la tierra, como indignos de ambos:"Colgándoles del cuello sin dejarles morir, seccionándoles los genitales, echándolos al fuego ante sus propios ojos y, hallándose aún vivos, destripándoles y arrancándoles el corazón antes de decapitarles y despedazarles. Luego se expondrían ante el público las cabezas clavadas en picas y serían arrojados los restantes trozos a los pájaros para su alimento.”
Para asistir a las ejecuciones hubo que pagar entradas como a cualquier otro espectáculo de masas
A pesar de la tortura, Fawkes logro sacar la fuerza para saltar desde el patíbulo y se rompió el cuello, para evitar el dolor de la ejecución.
Aunque el sótano donde se almacenó la pólvora desapareció en el incendio de 1834, desde aquel 5 de noviembre de 1605 la guardia del Parlamento ha seguido registrando el edificio todos los años como preámbulo a la ceremonia de apertura por el monarca –actualmente, la reina Isabel II-, más por conservar la tradición que como precaución, existiendo métodos más modernos para contrarrestar cualquier tipo de atentado.
Las consecuencias del fallido golpe sobre los católicos no se hicieron esperar. Se les prohibió servir como oficiales del ejército o de la armada, se les estigmatizó socialmente y se les privó del derecho al voto, exclusión que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.
Así 5 de noviembre fue declarado “fiesta perpetua para dar gracias a Dios por librarnos de los papistas y como muestra de nuestro odio hacia ellos”.
A pesar de que Carlos I –casado con una mujer católica- quiso acabar con la conmemoración, los radicales protestantes lograron mantenerla como símbolo de la unidad y la conciencia protestante. La festividad de Guy Fawkes adquirió a finales del siglo XVIII una nueva faceta como acto de vandalismo cuando el pueblo se dedicó al pillaje y a arrancar la madera de las casas y las vallas para arrojarlas al fuego como combustible.
A mediados del siglo XIX, el día de Guy Fawkes ya había perdido el significado patriótico y anticatólico, de forma que el Parlamento tomó la decisión de retirarlo del calendario oficial, dejando que siguiera como festejo popular. Con el tiempo, la imagen de Guy Fawkes sería sustituida por la de otros personajes odiados, como el líder nacionalista irlandés Charles Parnell, el Papa de Roma, el zar de Rusia, las sufragistas, Hitler y hasta Margaret Thatcher.
Hoy muchos historiadores están de acuerdo en que la “Conspiración de la Pólvora” fue organizada por Roberto Cecil quien odiaba a los católicos, el sótano le fue rentado a los conspiradores por un amigo íntimo de Roberto Cecil y la firma en la confesión de Guy Fawkes no era igual a su firma original.