lunes, 20 de octubre de 2025

S A N T O R A L


SAN CORNELIO, CENTURIÓN


Fué bautizado por el apóstol san Pedro el año cuarenta de Jesucristo. Hallándose este apóstol en Joppe, tuvo una visión en la cual una voz del cielo le mandaba comer indiferentemente de toda clase do viandas, sin distinción do animales, mundos é inmundos, imagen simbólica, que abolía la distinción entre judíos y gentiles, v que siguiese sin titubear á tres hombres que le buscaban. Estos tres hombres eran enviados por Cornelio. Pedro se fué á Cesárea, donde vivía el centurión, que se hizo instruir en la fé juntamente con toda su familia. El Espíritu santo descendió visiblemente sobre ellos, el apóstol les bautizó, y después consagró á Cornelio obispo de la misma ciudad de Cesárea, que trabajó eficazmente en la propagación del Evangelio.

Fuente: La leyenda de oro para cada día del año; vidas de todos los santos que venera la Iglesia; obra que comprende todo el Ribadeneira mejorado, las noticias del Croisset, Butler, Godescard, etc

Sagrada Biblia  (B.A.C. -José María Bover y Francisco Cantera-)

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

.....

El centurión Cornelio. 10,1-48

Cierto varón en Cesárea, por nombre Cornelio, centurión de la cohorte llamada Itálica, religioso y temeroso de Dios con toda su casa, que hacía copiosas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente, vio en visión claramente, como hacia la hora nona del día, un ángel de Dios que entró a él y le dijo: Cornelio. El, mirándole fijamente y amedrentado, dijo: ¿Qué hay, Señor? Díjole: Tus oraciones y tus limosnas subieron como memorial en el acatamiento de Dios. Y ahora despacha hombres a Jope y haz venir a un tal Simón que se apellida Pedro. Este se hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene su casa a la orilla del mar. Así que se partió el ángel que le hablaba, llamando a dos de sus criados y a un soldado piadoso de los que estaban constantemente a sus órdenes, y habiéndoselo referido todo, los despachó a Jope.
Al día siguiente, mientras ellos iban su camino, y cuando se acercaban ya a la ciudad, subió Pedro a la azotea para orar hacia la hora sexta. Le entró hambre, y quería tomar algo; mas, mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis. Y contempla el cielo abierto y una especie de recipiente que bajaba, a manera de un lienzo grande, y, cogido por los cuatro cabos, se descolgaba hacia la tierra; en el cual había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y volátiles del cielo. Y sonó una voz a él: Levántate, Pedro; sacrifica y come. Mas Pedro dijo: De ninguna manera. Señor, pues jamás comí cosa profana e impura. Y una voz desde el cielo por segunda vez a él: Lo que Dios purificó, tú no lo hagas profano. Esto se verificó hasta tres veces, y luego el recipiente fue elevado hacia el cielo. Y mientras Pedro andaba pensando, sin acertar qué podría significar la visión que vio, de pronto los hombres enviados por Cornelio, tras de haber andado preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta; y habiendo llamado a voces, preguntaban si Simón el apellidado Pedro se hospedaba allí. Y estando Pedro embebido en el pensamiento de la visión, díjole el Espíritu: Ahí están tres hombres que te buscan; pero. . . levántate, baja y marcha con ellos, dejando toda vacilación, pues yo los he enviado. Bajando Pedro a los hombres, dijo: Ahí me tenéis, yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por que habéis venido? Ellos dijeron: Cornelio centurión, varón justo y que teme a Dios, acreditado además por el testimonio de toda la nación de los judíos, recibió aviso de Dios, comunicado por un ángel santo, de que te hiciese venir a su casa y escuchase lo que tú le dijeses. Invitándolos, pues, a entrar, los hospedó.
Al día siguiente, levantándose, partío con ellos, y algunos de los hermanos de Jope fueron con él. Y al siguiente día entró en Cesárea. Cornelio estaba aguardándolos, habiendo convocado a sus parientes y a los amigos íntimos. Y en el momento en que entraba Pedro, saliendo a su encuentro Cornelio, cayendo a sus pies, le adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; también yo mismo soy hombre. Y conversando con él, entró, y se encuentra con los que habían concurrido, que eran muchos; y les dijo: Vosotros sabéis cómo es abominación para un hombre judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me enseñó Dios a no llamar profano o impuro a ningún hombre. Por lo cual, sin replicar palabra, vine al ser llamado. Pregunto, pues, ¿por qué motivo me mandasteis llamar? Y Cornelio dijo: Hace cuatro días ahora estaba yo a la hora nona haciendo oración en mi casa, cuando de pronto se presentó delante de mí un varón con vestidura refulgente y dice: Cornelio, fue escuchada tu oración, y tus limosnas fueron recordadas en el acatamiento de Dios. Manda, pues, recado a Jope y haz llamar a Simón, que se apellida Pedro. Este se hospeda en casa de Simón curtidor, a la orilla del mar. Al punto, pues, te mandé recado, y tú hiciste bien en venir acá. Así que ahora todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos aquí dispuestos a escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.
Y desplegando Pedro sus labios, dijo: A la verdad entiendo ahora que no es Dios aceptador de personas, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto. La palabra que envió a los hijos de Israel, anunciando la buena nueva de la paz por medio de Jesu-Cristo -este es el Señor universal—…; vosotros conocéis la palabra esparcida por toda la Judea, comenzando por la Galilea, después del bautismo que Juan predicó: a Jesús el de Nazaret, como le ungió Dios con Espíritu Santo y poder, el cual discurrió por todas partes derramando bienes y sanando a todos los tiranizados por el diablo, puesto que Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todo cuanto obró, tanto en el país de los judíos como en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero. 
descarga (1)A este Dios resucito al tercer día, e hizo la gracia de que se manifestase visiblemente, no a todo el pueblo; sino a los testigos de antemano elegidos por Dios, a nosotros, que con él comimos y bebimos después de haber él resucitado de entre los muertos; y nos ordenó predicar al pueblo y testificar que él es el constituido por Dios juez de vivos y muertos. A éste rinden testimonio todos los profetas, anunciando que por su nombre recibe remisión de los pecados todo el que cree en él.
Estando aún Pedro hablando estas palabras, cayó el Espíritu Santo sobre todos los que oían la palabra. Y se asombraron los fieles de la circuncisión, cuantos habían venido con Pedro, de que aun sobre los gentiles hubiera sido derramado el don del Espíritu Santo; porque les oían hablar en lenguas y engrandecer a Dios. Entonces intervino Pedro, diciendo: ¿Tiene acaso alguno derecho de impedir el acceso al agua para que no sean bautizados éstos, que recibieron el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? Y dio orden que fueran bautizados en el nombre de Jesu-Cristo. Entonces le rogaron que se quedase allí algunos días.

domingo, 19 de octubre de 2025

S A N T O R A L

SAN PEDRO DE ALCANTARA, CONFESOR

"¡BIENAVENTURADA PENITENCIA!"


Vice-patrono de la Basílica del Pilar de Buenos
Aires, talla atribuida al escultor Alonso Cano 
"¡Bienaventurada penitencia, que tanto premio me ha merecido!" Así se expresaba el Santo de este día al llegar a los cielos, al mismo tiempo que Teresa de Jesús exclamaba en la tierra: "¡Y qué bueno nos le llevó Dios ahora en el bendito Fray Pedro de Alcántara! No está ya el mundo para sufrir tanta perfección. Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempos pasados. Este santo hombre de este tiempo era; estaba grueso el espíritu, como en los otros tiempos, y ansí tenía el mundo debajo de los pies. Que, aunque no anden desnudos ni hagan tan áspera penitencia como él, muchas cosas hay, como otras veces he dicho, para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve ánimo. ¡Y cuán grande le dió su Majestad a ese Santo que digo para hacer cuarenta y siete años tan áspera penitencia, como todos saben!".

PENITENCIA DE SAN PEDRO


" . . . Y éste era el mayor trabajo de penitencia que había tenido en los principios de vencer el sueño, y para esto estaba siempre u de rodillas u en pie. Lo que dormía era sentado, y la cabeza arrimada a un maderillo que tenía hincado en la pared. Echado, aunque quisiera, no podía, porque su celda, como se sabe, no era más larga de cuatro pies y medio. En todos estos años jamás se puso la capilla, por grandes soles y aguas que hiciese, ni cosa en los pies, ni vestida, sino un hábito de sayal, sin ninguna otra cosa sobre las carnes, y éste tan angosto como se podía sufrir, y un mantillo de lo mesmo encima. Decíame que en los grandes fríos se le quitaba, y dejaba la puerta y ventanilla abierta de la celda para, con ponerse después el manto y cerrar la puerta, contentaba al cuerpo para que sosegase con más abrigo. Comer a tercero día era muy ordinario. Y díjome que de qué me espantaba, que muy posible era a quien se acostumbraba a ello... Su pobreza era extrema y mortificación en la mocedad, que me dijo que le había acaecido estar tres años en una casa de su Orden y no conocer fraile, si no era por la habla; porque no alzaba los ojos jamás, y ansí a las partes que de necesidad había de ir, no sabía, sino íbase tras los frailes. Esto le acaecía por los caminos. A mujeres jamás miraba; esto muchos años. Decíame que ya no se le daba más ver que no ver; mas era muy viejo cuando le vine a conocer, y tan extrema su flaqueza, que no parecía sino hecho de raíces de árboles". "Entre otras cosas, me certificaron había traído veinte años cilicio de hoja de lata continuo".

"Si NO HICIEREIS PENITENCIA..."


Santa Teresa de Jesús y San Pedro de Alcántara
Una austeridad así la parece lo más natural a la ilustre reformadora del Carmelo, que sentía no practicarla en toda su extensión, y a nosotros nos desanimaría tal vez. Y desde luego, diremos otra vez que si todos los santos son admirables, no son imitables todos. Y con gusto repetiremos con los contemporáneos de Santa Teresa, que el mundo no es ya capaz de semejante perfección y que las saludes están ya muy estragadas para llegar a eso.

Y, a pesar de todo, el Evangelio, que es eterno, que contiene consejos siempre oportunos, nos dice una y más veces: "¡Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis!" Nuestra Señora, haciendo coro a su divino Hijo, ha querido repetir en todos sus mensajes al mundo, especialmente desde hace cosa de un siglo, las mismas palabras: "¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia!"

LA PENITENCIA QUE SE NOS EXIGE



Bernardeta en Lourdes y los afortunados videntes de Fátima después, transmitieron el mensaje celestial, y estos últimos le explicaron también recientemente. No deja de tener interés el conocer con exactitud lo que espera el Señor de nosotros" para perdonarnos y para alejar del mundo los "castigos bien merecidos por los pecados tan graves y tan numerosos: "Dios, misericordioso, desea ardientemente la vuelta a la paz; pero está apenado de ver tan pocas almas en estado de gracia y dispuestas a renunciar a todo lo que El exige y a guardar su ley. Y, precisamente? lo que Dios nos pide ahora es penitencia; éste es el sacrificio que cada cual debe imponerse para vivir una vida justa de acuerdo con su ley.

"No quiere de nosotros otra mortificación sino que cumplamos simple y honradamente nuestras obligaciones de cada día y que suframos con paciencia los trabajos y tribulaciones. Quiere que se enseñe claramente a las almas esta vía; porque son muchos los que se imaginan que la penitencia consiste en "grandes austeridades" y, no teniendo fuerzas ni valentía para hacerlas, se desalientan y se arrastran en una vida de indiferencia y de pecado.

" . . . Dice Nuestro Señor: El sacrificio que a todos se exige, consiste para cada uno en el cumplimiento de sus propias obligaciones y en la observancia de mi ley; ésa es la penitencia que ahora quiero."

Practicar esta penitencia será, pues, para nosotros, el medio de imitar a los santos, aun a los más austeros, y podemos y debemos tener la firme convicción de que así responderemos a los deseos de Cristo y de su Santa Madre sobre cada uno de nosotros.

VIDA

Pedro Garavito nació en 1499 en Alcántara, España. A los 16 años, entró en la Orden de los Frailes Menores y, una vez terminados sus estudios, le encargaron la predicación. Con su celo, que le consumía, logró convertir a muchos pecadores. Pero, además, quería restaurar en su Orden el primitivo fervor. Consiguió para ello el permiso de la Santa Sede y fundó el convento de Pedroso, al cual siguieron otras muchas fundaciones en España y en las Indias. Era de una extrema austeridad, más por eso se vió regalado con altísima contemplación, y Dios reveló a Santa Teresa que despacharía favorablemente toda petición que se le hiciese en nombre de Pedro de Alcántara. Gozó también del don de profecía y discernimiento de espíritus. Murió el 18 de octubre de 1562, confortado con la aparición del Señor, de Nuestra Señora y de los Santos. El Papa Gregorio XV le declaró Beato el 18 de abril de 1622, y Clemente IX le canonizó el 4 de mayo de 1669.

LA RECOMPENSA


"Hela aquí acabada esta aspereza de vida con tan gran gloria". ¡Cuán dulces fueron las últimas palabras que tus labios moribundos pronunciaron: Me he alegrado de lo que se me ha dicho: Iremos a la casa del Señor!. No había llegado aún la hora de la recompensa para el cuerpo, al que habías determinado negar en esta vida todo descanso, reservándoselo para la otra; pero el resplandor y los aromas de ultratumba en los que el alma le envolvía al despedirle, ya nos declaraban a todos que el contrato que fielmente se cumplió en su primera parte, lo sería en la segunda también. Por el contrario, el cuerpo del pecador, destinado a horribles tormentos por causa de unos vanos deleites, rugirá eternamente contra el alma que le llevó a la perdición; tus miembros, una vez que entren en la felicidad del alma ya dichosa para completar su gloria con los propios resplandores, proclamarán a lo largo de los siglos eternos cómo tu aparente aspereza de un instante fué para ellos sabiduría y amor.

LA LUCHA

Y ¿acaso tendremos que esperar al día de la resurrección para reconocer, desde este mundo, que escogiste sin duda ninguna la mejor parte? ¿Quién se atrevería a comparar, los placeres prohibidos, pero ni siquiera los goces que puede uno permitirse en el mundo, con, los santos placeres que la divina contemplación reserva ya desde esta vida a todo el que se pone en condiciones de gustarlos? Si se dan en premio a la mortificación de la carne, señal es de que en este mundo la carne y el espíritu sostienen una lucha; pero la lucha para un alma generosa tiene sus atractivos, y aun la carne, a la que ella glorifica, por ella también se ve libre de mil peligros.

PLEGARIA POR LA IGLESIA Y EL ESTADO RELIGIOSO

Consigúenos tú la saciedad del cielo que nos aparte de los placeres de la tierra, pues, según la palabra del Señor, no te invocaremos en vano si te dignas tú mismo presentarle nuestros ruegos.

Es la petición que en tu nombre y con la Iglesia dirigimos a Dios, que hizo admirable tu penitencia y sublime tu contemplación. La gran familia de los Frailes Menores guarda con cariño el tesoro de tus ejemplos y de tus enseñanzas; para honra de tu Padre San Francisco y bien de la Iglesia, mantenía en el amor de sus austeras tradiciones. Continúa tu ayuda preciosa al Carmelo de Teresa de Jesús; y en las pruebas de nuestros días, extiéndela a todo el estado religioso.
 Fuente: Año Litúrgico de Dom Próspero Guéranguer
San Pedro de Alcántara. Pedro de Mena

sábado, 18 de octubre de 2025

S A N T O R A L

San Lucas
Evangelista de la Santísima Virgen

Médico y literato, este apóstol virgen es el más accesible y rico de los evangelistas. Según la Tradición, San Lucas pintó varios cuadros de Nuestra Señora.

Plinio María Solimeo
Así describe San Jerónimo al evangelista San Lucas, cuya fiesta conmemoramos el día 18 de octubre: “Era discípulo y compañero inseparable de San Pablo; nació en Antioquía, ejercía la profesión de médico; al mismo tiempo, cultivaba las letras y llegó a ser muy versado en lengua y literatura griega. Su gusto literario resalta en esa preciosa Historia [Hechos de los Apóstoles] que nos dejó sobre el origen del cristianismo, más completa en muchísimos puntos que la de los demás evangelistas, mejor ordenada y de lectura más agradable”.¹

“Lucas, el médico querido”

En el siglo I de la Era Cristiana, Antioquía en Siria era muy celebrada por su agradable situación, el esplendor de sus monumentos, la riqueza de su comercio, el progreso de su civilización y, lamentablemente, también a causa de sus costumbres paganas. Fue la primera Sede de San Pedro antes que él se mudase a Roma, y fue en ella que, por primera vez, los seguidores de Jesucristo recibieron el nombre de “cristianos”.
En ella nació y estudió el evangelista Lucas, autor del tercer Evangelio (el primero es el de San Mateo, el segundo de San Marcos y el cuarto de San Juan) y de los Hechos de los Apóstoles. Se cree que, según costumbre de la época, después de estudiar en Antioquía, Lucas fue a perfeccionarse en Grecia y en Egipto, pues resaltan los estudiosos que su estilo es puro, exacto y elegante.
No parece haber sido judío de religión, si bien que muestre un conocimiento detallado del judaísmo, de sus ritos y ceremonias. Es más probable que haya sido un prosélito de esa religión, y que no llegó a ser circuncidado. Pues San Pablo, en su Epístola a los Colosenses, después de citar a “los únicos de la circuncisión”, pasa a los demás, entre los cuales cita a“Lucas, el médico querido” (4, 10-14). Lo más probable es que haya sido pagano, griego de estirpe, y que al conocer el cristianismo lo haya abrazado con fervor.
En general se apunta su conversión a la época en que San Pablo y San Bernabé predicaron en la naciente iglesia de Antioquía (Hech. 11, 22 y ss.). Hay quien afirme que él era del número de los setenta y dos discípulos, y que habría conocido así personalmente a Nuestro Señor. Esta hipótesis tiene en su contra la afirmación del propio San Lucas, de que escribió su Evangelio con los hechos que nos “han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra” (1, 2). Es decir, en base a testigos que vieron los hechos que narra.

“Evangelio de Nuestra Señora”

Entre esos testigos pudo consultar a San Pedro y a los demás Apóstoles y discípulos, a las santas mujeres, y existe la hipótesis probable que haya recibido informaciones preciosas de la propia Madre de Dios. De ahí el hecho de haber sido el único evangelista que habla de la Anunciación, de la visita a Santa Isabel con el excelso cántico del Magnificat, del nacimiento del Niño Jesús en Belén, de la adoración de los pastores, de la Circuncisión, de la Presentación en el Templo y de la purificación de María Santísima, y de la pérdida y el encuentro del Niño Jesús entre los Doctores de la Ley. Por lo que su Evangelio mereció ser llamado por algunos de Evangelio de Nuestra Señora. En efecto,“entre esos informantes, sobre todo en los primeros capítulos de su Evangelio, se puede oír también la suave voz de la propia Madre de Jesús”.2
San Lucas fue también llamado “el escritor de la mansedumbre de Cristo”, porque en su Evangelio resalta mucho la bondad misericordiosa y la paternal benignidad del Hijo de Dios, como se expresan en sus parábolas. Lo que se nota principalmente en las de la oveja perdida, del hijo pródigo, del buen samaritano, y sobre todo en la dolorosa mirada de Jesús a Pedro después de sus negaciones.
San Lucas es representado con el buey,
como emblema de los sacrificios
Otros señalan también el importante papel que las mujeres desempeñan en el Evangelio de San Lucas. El paganismo las había rebajado casi al nivel de esclavas. “San Lucas recoge de la vida y enseñanza de Jesús todo lo que puede realzar el valor y la estima que tuvo por la mujer”.3
De hecho, según el Apóstol San Pablo, “todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3, 26-28).

Por otro lado, en este Evangelio de una simplicidad encantadora, “las acciones y la doctrina del Salvador en él son presentadas de la manera más conmovedora; cada palabra encierra misterios ocultos, ofrece riquezas infinitas”, además de que “la dignidad con la cual nos son presentados los misterios más sublimes, que están encima de toda expresión y de nuestra manera de concebir las cosas creadas, esa dignidad en la cual no se encuentra ninguna palabra pomposa, tiene alguna cosa de divino”.4
San Lucas “posee además el sentido de la Historia, y de la Historia considerada como auxiliar de la fe. El quiere hacer un relato «seguido y ordenado»; para ello ha «investigado diligentemente todo desde los orígenes», y consultó a «los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra»; todo a fin de que Teófilo [a quien dirige sus libros]«conozca la solidez de las enseñanzas que ha recibido» (cf. Lc. 1, 1-4)”.5
Muchos ven en el Evangelio de San Lucas una influencia muy grande de San Pablo y, “siendo su primer impulso, ciertamente su característica: la universalidad de la salvación, sus puertas abiertas a los gentiles, la inagotable misericordia divina, el perdón de los pecados, la oración y la perseverancia son los temas que se revisten de más relevancia en este Evangelio, que por la suavidad de afectos de que está impregnado y por la gracia de la expresión, es de todos el más atrayente”.6
Según la Tradición, San Lucas es un apóstol virgen, también era pintor, y habría pintado varios cuadros de la Santísima Virgen, de los cuales algunos permanecen hasta hoy, e incluso de Nuestro Señor Jesucristo.

Maestro y discípulo muy celoso

¿Cuándo se unió Lucas al Apóstol Pablo? Es más probable, como lo sustenta San Ireneo, que haya sido cuando San Pablo se embarcó para Tróade, en Macedonia, en su segundo viaje misionero, el año 51. Es cuando los vemos juntos por primera vez. A partir de entonces, los dos apóstoles no se separarán más, a no ser por intervalos y cuando las necesidades de las nuevas cristiandades lo pedían. Lucas aparece siempre como celoso discípulo y colaborador.
La dedicación de San Lucas a San Pablo es conmovedora. Participa de sus alegrías y de sus dolores, y hasta de su cautiverio. “El único que está conmigo es Lucas”, dice tristemente San Pablo en la segunda epístola a Timoteo (4, 11) durante su segundo cautiverio en Roma.
Después vemos a los dos apóstoles en Filipos. Pero, habiéndose trasladado el Apóstol a Salónica con Silas, Lucas probablemente permaneció en Filipos para consolidar a los cristianos en la fe recibida. Seis años más tarde, San Pablo, en su tercer viaje, vuelve a Macedonia y se encuentra con San Lucas. Allá escribe la segunda epístola a los Corintios, encargando a Tito de llevarla. En ella dice que Tito tendrá como compañero “a un hermano muy célebre en todas la iglesias”. Algunos —San Jerónimo, en particular— afirman que ese hermano era San Lucas.
San Jerónimo y San Gregorio Nacianceno juzgan que Lucas escribió su Evangelio durante el año 53, cuando predicaba en Acaya con el Apóstol Pablo.

Los Hechos de los Apóstoles, los orígenes del cristianismo

De acuerdo con los intérpretes, fue durante el segundo cautiverio de San Pablo en Roma, el año 63, que San Lucas terminó los Hechos de los Apóstoles, como continuación de su Evangelio. En esta narrativa llena de vida, se proponía refutar los falsos relatos que se publicaban sobre la vida y los trabajos apostólicos de los propagadores del cristianismo, así como dejar una historia auténtica de las maravillas que Dios obró en la formación de su Iglesia.
En los doce primeros capítulos de esta historia épica, narra lo que hicieron los principales Apóstoles para establecer el cristianismo después de la ascensión de Nuestro Señor, sobre todo el príncipe de ellos, San Pedro. En la casi totalidad de los capítulos restantes, cuenta las acciones y milagros de San Pablo, como testigo ocular o protagonista que fue de muchos de ellos.


Como él narra con muchos detalles sus viajes marítimos, se levanta la hipótesis de que antes de ser médico haya trabajado en algún navío.
Reconocimiento de sus reliquias,
en la Basílica de Santa Justina -Padua-,
el 18 de octubre de 2000
Según San Epifanio, después del martirio de San Pablo, San Lucas predicó en Italia, la Galia, Dalmacia y Macedonia. Aunque algunos afirmen que sufrió el martirio, la opinión más aceptada es la de que falleció de muerte natural a los 84 años de edad, en Bitinia. Pero, como enfrentó muchos peligros por la fe de Cristo, es considerado por muchos como mártir.
Sus reliquias, que en el siglo IV se encontraban en Tebas de Beocia (Grecia), fueron trasladadas a Constantinopla el 357, a pedido del emperador Constancio, hijo de Constantino, siendo depositadas en la iglesia de los Santos Apóstoles con las de San Andrés y San Timoteo. El cardenal Baronio dice que San Gregorio Magno llevó a Roma la cabeza de San Lucas, cuando regresó de su nunciatura en Constantinopla, y la depositó en la iglesia del monasterio de San Andrés, que él había fundado en el Monte Celio. Actualmente el cuerpo del Evangelista es venerado en Padua, Italia
Si se aplican a los cuatro evangelistas las representaciones simbólicas mencionadas por el profeta Ezequiel, San Lucas es representado por el buey, como emblema de los sacrificios, pues él es el evangelista que más insiste en el sacerdocio de Jesucristo.
Notas.-
1. Cf. Edelvives, El Santo de Cada Día, Editorial Luis Vives, Zaragoza, 1955, t. V, p. 483.
2. P. Matos Soares, Introducción a Lucas, Biblia Sagrada, Ediciones Paulinas, 1980.
3. P. José Leite  S.J., Santos de Cada Día, Editorial A. O., Braga, 1987, t. III, p. 195.
4. Les Petits Bollandistes, Vies des Saints, Bloud et Barral, París, 1882, t. XII, p. 445.
5. Fray Justo Pérez de Urbel  O.S.B., Año Cristiano, Editorial Fax, Madrid, 1945, pp. 142-143.
6. P. Matos Soares, id., ib.
Fuente:http://www.fatima.pe/articulo-380-san-lucas-evangelista-de-la-santisima-virgen